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Cada tres días muere un anciano en soledad en la capital

El PSOE exige medidas urgentes para acabar con este problema

El número de personas que fallecen solas en la capital sin recibir ningún tipo de ayuda crece imparable. Según fuentes policiales, unos 115 ancianos de la capital madrileña fueron hallados muertos durante el año pasado, lo que arroja un trágico balance de que cada tres días perece en la urbe una persona sin que sus familiares, vecinos o allegados se enteren del óbito. El PSOE ha acusado al equipo de gobierno que dirige el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón de "no tener la intención política de afrontar un problema primordial" que afecta en especial a las personas mayores.

Las cifras son casi escandalosas si se las compara con el año 2002, cuando 69 vecinos, según los datos facilitados por el Ayuntamiento de Madrid, fallecieron sin recibir ayuda de sus personas más cercanas. Los meses de verano se han convertido, según revelan los datos, en los de mayor incidencia de este problema. Además, en el caso del año pasado se ha visto acrecentado por las altísimas temperaturas (en algunas ocasiones se superaron los 42º). Esto hace que los achaques que sufren las personas mayores se agraven y muchas veces acaben con sus vidas.

Las mujeres también son más numerosas en este capítulo y superan ampliamente la mitad de los fallecimientos. De hecho, suelen ser las féminas las que más viven sin compañía. Por eso, como hay más número, su incidencia en estos fallecimientos en soledad resulta superior.

El grupo socialista en el Ayuntamiento de Madrid criticó en primer lugar la opacidad del actual equipo de Gobierno municipal, en especial de la concejal de Servicios Sociales, Ana Botella. "Hemos pedido estos datos en diversos foros y hasta la fecha no hemos recibido ninguna respuesta", señaló la edil del PSOE y responsable de los asunto de mayores y cooperación, Pilar Estébanez.

El PSOE criticó ayer las altísimas cifras registradas en los últimos 12 meses de personas muertas en soledad y tachó de "dejadez y preocupante pasividad" la forma en que el PP está afrontando este problema: "Hemos pedido que se haga un mapa y una evaluación de todas las personas mayores que viven solas en la capital. Basta con cogerse el censo y que los asistentes sociales visiten a estas personas para comprobar en qué estado se encuentran. Hasta ahora, sólo hemos recibido el silencio por respuesta. No les interesa en absoluto", añade la edil socialista.

"Ancianos frágiles"

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Pilar Estébanez calcula que en Madrid hay unos 48.000 mayores que entran dentro de la categoría de "ancianos frágiles": se trata de personas mayores de 80 años, que viven sin compañía y que, además, sufren algún tipo de discapacidad. "¿Por qué no se les controla y se les da todo el apoyo por parte de los servicios sociales, que es un derecho que tienen reconocido?", se pregunta la concejal. "Sin embargo, y sólo sirva como ejemplo ilustrativo, se tiene ficha de todo el ganado de la región: desde su origen, sus enfermedades y hasta su árbol genealógico. ¿No se puede o no se quiere?", añade.

IU también ha pedido en numerosas ocasiones un plan urgente para acabar con esta lacra. El proyecto que ha defendido su portavoz, Inés Sabanés, debería de tener un presupuesto de 10 millones de euros y se concretaría en "la elaboración de un mapa para conocer dónde viven los ancianos, la asignación de 21 nuevos trabajadores sociales (uno por distrito) a programas de visitas a domicilio y el incremento del servicio de teleasistencia", entre otras medidas. Sabanés siempre ha mantenido que el Ayuntamiento tiene que actuar de forma rápida y eficaz para acabar con este problema.

El defensor del Pueblo, Enrique Múgica, abrió a finales de agosto de 2002 una investigación, a instancia de IU, para conocer más de cerca lo que estaba pasando con los ancianos que viven solos en la Comunidad de Madrid.

Mientras, el silencio impera en el Ayuntamiento de Madrid. Al intentar corroborar los datos que tiene EL PAÍS, fuentes del equipo de Gobierno aseguran que carecen de información sobre este tipo de muertes en soledad. Sostienen que es muy difícil determinar si una persona vive sola de manera continua o si circunstancialmente se encontraba sola en el momento de fallecer. Por eso, las citadas fuentes mantuvieron que cada caso necesitaría un estudio o un análisis detallado para demostrar que el fallecido carecía de familiares cercanos o allegados que le atendieran. Desde que Alberto Ruiz-Gallardón tomó posesión como alcalde, el pasado mes de junio, los servicios de emergencia han dejado de informar de manera expresa a los medios de comunicación de las personas que eran halladas muertas en soledad en sus domicilios. Antes de la llegada de Ruiz-Gallardón, el Ayuntamiento gobernado por José María Álvarez del Manzano sí informaba de estos casos a la prensa.

Hedores y ladridos

Sin embargo, es relativamente fácil determinar desde el primer momento si una persona hallada sin vida en su domicilio carece de familiares cercanos. Este tipo de fallecimientos suelen descubrirse por el hedor que despiden los cadáveres al descomponerse. Otras veces, son los vecinos o los familiares los que avisan a los servicios de emergencia al echar en falta a una persona. Se ha dado el caso incluso de que el ladrido de un perro o el maullido de un gato han permitido descubrir el cadáver de su dueño.

De las más de 600.000 personas mayores de 64 años censadas en la capital madrileña, más de 132.600 viven en la más absoluta soledad. De éstas, la inmensa mayoría (81%) son mujeres, según datos de la Concejalía de Servicios Sociales. En el caso de unos 50.000, el problema se agrava porque superan los 80 años de edad, con el consiguiente problema de movilidad y de valerse por sí solos.

La 'solución'

Una solución que siempre se apunta por parte de los políticos para intentar afrontar este problema de la muerte en soledad es la llamada teleasistencia. Se trata de una pulsera o de un collar con un dispositivo para que los ancianos lo pulsen si necesitan ayuda urgente. A través de su línea telefónica, Servicios Sociales puede saber si el anciano se ha caído o si tiene algún problema grave.

El Ayuntamiento y la Comunidad firmaron el 7 de enero de 2003 un plan para mejorar la atención que reciben los 132.000 mayores que viven solos en la capital, en especial, los 50.000 que habían superado ya los 80 años. El plan consistía en dotar de teleasistencia a 45.000 mayores, que se sumarían a los 13.000 que ya disponían de este servicio. Una de cuestiones que más retrae a los ancianos a acogerse a este dispositivo es que deben dejar una copia de las llaves de su casa a la empresa que gestiona el servicio para entrar en ella en caso de asistencia.

"Se han empeñado en informar a los ancianos por carta de que disponen de ese sistema y muchos de ellos no la han recibido o ni siquiera la han leído, por lo que muchos no se han enterado. En lugar de ello, deberían haber ido a sus casas e informarles en el acto. Una vez más, el PP sólo está vendiendo imagen porque la calidad de los servicios sociales está bajo mínimos", criticó la concejal socialista Pilar Estébanez.

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