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Columna
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Eternidad

La Junta de Andalucía financiará un "proyecto cultural" sobre las caras fantásticas que aparecieron pintadas un día en una casa de Bélmez de la Moraleda, en la ribera del Jandulilla, cerca de Cabra de Santo Cristo, Jaén. Fue en 1971, en lo más crudo del verano, y aquellas pinturas se convirtieron en la gran atracción de la televisión única de la época. El régimen de Franco era irrebatible, pero se podía discutir la realidad sobrenatural de las caras de Bélmez. Pueblo, periódico sindical, voz del izquierdismo franquista dentro del extremismo derechista del régimen, mandó un equipo que denunció la falsedad del fenómeno. El mundo político de 1971 propiciaba una vivísima discusión intelectual sobre fantasmas.

Aún se mantienen vivas esas caras, producto del teleplasma o ectoplasma o ideoplasma, misteriosas. Se les dedicó en Bélmez un congreso nacional en 1996. En el Diccionario de parapsicología (Berna y Múnich, 1976; Madrid, Alianza, 1983), de Werner F. Bonin, busco y encuentro "Bélmez de la Moraleda. Pueblo montañés de Andalucía...". Este diccionario (dos tomos) lo compré en El Corte Inglés malagueño, en unas rebajas, a 25 pesetas cada libro. ¡Buen hallazgo! Me llevé también, por el mismo precio, los Cuatro cuartetos del poeta T. S. Eliot, en traducción de J. R. Wilcock, que habla de almas inaplacadas entre "dos mundos que se han vuelto bastante parecidos". En la cocina de María de Pereira (así llama el diccionario parapsicológico a la dueña de la casa de Bélmez), construida sobre un cementerio medieval, junto a una capilla, cavaron donde apareció la primera cara y encontraron dos esqueletos sin cabeza.

¿Eran muertos sin descanso, almas inaplacadas entre el Más Allá y el Más Acá? Ésta sería una versión muy querida por el cine americano y sus viejos y hechizados cementerios indios, anteriores a la Conquista del Oeste, su épica nacional. Nuestra épica es la guerra civil de 1936. Leo que en las pantallas de Canal Sur, en febrero de 2003, un hipnotizador animaba a una hipnotizada a desentrañar so-nambúlicamente el misterio de Bélmez: ¡Qué vienen los rojos!, gritó la detective durmiente. Las caras de Bélmez, Dios nos perdone, pertenecen a víctimas de los rojos, a criaturas asesinadas en el asalto al Santuario de Santa María de la Cabeza. Todavía sus gritos sin fin pueden ser registrados en magnetófonos paranormales. Una voz muerta desde 1937 dice hoy, igual que ayer: ¡Recuerda!

Yo, supersticioso, recuerdo y miro con ojos de aficionado al arte: la mano ectoplasmática que traza estos fantasmas me parece pobre, muy pobre, imitadora del arte de sacristía y capilla falsificado en los anticuarios más tristes. Pero "la Consejería de Cultura será la primera Administración que subvencione un proyecto cultural destinado al estudio y promoción de uno de los fenómenos paranormales más indescifrables del mundo, las Caras de Bélmez...", informaba el viernes en estas páginas Raquel Hernández, desde Jaén. Según María Rodríguez, alcaldesa de Bélmez, el fenómeno es un foco de atracción mundial, turístico. 1971 y 2004 son en la eternidad un mismo momento inacabable.

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