La ley que prohíbe el velo en la escuela francesa desata protestas en países árabes
París envía argumentos a sus embajadas para frenar la indignación del mundo musulmán
Francia ha movilizado su potente red de embajadas, en especial las que trabajan en países árabes, Estados Unidos y Europa, para frenar el golpe que las autoridades francesas temen a raíz de la ley que prohibirá los signos religiosos en la escuela. Desde las representaciones diplomáticas en el exterior ha fluido hacia París una catarata de datos y advertencias de que tal iniciativa se percibe como "una ley antiislam", en palabras de un diplomático francés, una especie de cruzada que conduce a la intolerancia religiosa en el país de las libertades.
Desde el papa Juan Pablo II a un alto funcionario norteamericano, encargado de la libertad religiosa, las reacciones suscitadas en el mundo han sido bastante negativas. Las frecuentes manifestaciones ante embajadas francesas en los países musulmanes dan cuenta de una inquietud percibida por el propio ministro de Exteriores, Dominique de Villepin, durante un viaje reciente al golfo Pérsico.
El jefe de la diplomacia francesa habló extensamente de ese problema en un seminario de ministros convocado por el jefe del Gobierno, Jean-Pierre Raffarin, el jueves pasado. La polémica saltó inmediatamente porque sus palabras fueron filtradas a la prensa como un acto de "oposición a la ley del laicismo", provocando el asombro general, ya que De Villepin está considerado uno de los más estrechos colaboradores de Chirac. Su portavoz tuvo que desmentir rápidamente tal versión.
Pero lo cierto es que Exteriores ha enviado a sus embajadas un "argumentario" para que puedan defenderse, a la hora de situar en sus justos términos la ley del laicismo. Una copia de ese texto obra en poder de este periódico. Se les recomienda destacar los siguientes puntos:
- La ley "no va en absoluto contra ninguna religión en particular".
- La futura norma "no prohibirá en Francia, de manera general, los signos que denoten la pertenencia religiosa", sino que "se aplicará única y exclusivamente en los colegios públicos de enseñanza primaria y secundaria" y no en los colegios privados ni en las universidades.
- "Carece de sentido considerar que la ley supondrá la exclusión de determinados alumnos de la enseñanza pública", porque "se buscará sistemáticamente el diálogo y la concertación antes de tomar cualquier decisión". (El argumentario no precisa qué ocurrirá si, después de todo ese diálogo, la alumna con pañuelo o velo no quiere quitárselo o el estudiante con barba no se rasura).
- La futura ley "no es en absoluto signo de una actitud antirreligiosa en el colegio, ni mucho menos en el conjunto de la sociedad".
- El objetivo de la ley es "reafirmar la escuela pública como lugar de transmisión del saber, donde la neutralidad debe ser aceptada y la igualdad entre todos defendida a toda costa".
- "La ciudadanía francesa no se basa en la pertenencia a un grupo cultural, étnico o religioso en particular, sino en la adhesión a principios por todos aceptados", uno de los cuales es el laicismo.
A estos puntos se añade la promesa de "favorecer una mejor integración en la sociedad francesa y luchar contra la discriminación económica y social", por ejemplo, con la renovación de las zonas urbanas más desfavorecidas y el establecimiento de una comisión independiente de lucha contra la discriminación. Oportunamente se ha fijado el lunes como la fecha en que el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, recibirá un informe de expertos sobre la integración, sin duda destinado a vender a la opinión medidas positivas.
Todo ello traduce la preocupación del Gobierno francés por el estado de la opinión internacional. Dominique de Villepin no es el único ministro inquieto: el titular de Interior, Nicolas Sarkozy, se opuso anteriormente a la prohibición del velo islámico, argumentando la desproporción entre una ley semejante y el conflicto existente.
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