Ulises contra Polifemo
Una treintena de capitanes de barco y jefes de máquina entonaron anteanoche el Cumpleaños feliz. El cántico era para uno de los suyos, un "marino sabio", dijeron, que ha navegado 44 años y se halla "injustamente perseguido". El marino, griego de nacimiento, es el capitán Apóstolos Mangouras, que ese mismo jueves cumplió 69 años. Vive en Barcelona, ya que la justicia le impide salir de España hasta la celebración del juicio por el naufragio del Prestige, la nave que capitaneaba y que acabó partida en dos y soltando fuel sobre las costas del norte de España.
La cena servía para rendir homenaje a Mangouras y la convocaba la Asociación Catalana de la Marina Mercante. Algunos asistentes pertenecían también a la Asociación de Amigos de Nostromo, formada por marinos de afición literaria, como indica el nombre, inspirado en la novela de otro marino, Joseph Conrad. Con estos antecedentes, no es extraño que en los brindis salieran a relucir los mitos de la literatura.
Hubo alusiones a sirenas y a ogros. Y práctica unanimidad en que la figura del cíclope correspondía a Francisco Álvarez-Cascos
Agustín Montori, capitán él mismo de la Marina Mercante, comparó a su compañero de navegación con Ulises, varado en Barcelona de camino hacia Ítaca, acechado por los peligros que esconde el proceloso ponto. Hubo alusiones a sirenas y a ogros. Y práctica unanimidad en que la figura del cíclope Polifemo correspondía al ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos.
"Capitán Apóstolos Mangouras: nosotros, gente de mar, basados en nuestros conocimientos náuticos y en nuestra experiencia como navegantes, sabemos que usted afrontó el accidente que sufrió el Prestige la tarde del día 13 de noviembre con un coraje y una profesionalidad que va mucho más allá del deber exigible a un buen capitán y que acertó en las decisiones que tomó en aquellos momentos dramáticos", dijo el capitán Joan Zamora Terrés poco antes de alzar la copa hacia el cielo en busca de una justicia que dicen que se demora en la tierra.
La tesis de los presentes sobre lo que ocurrió al Prestige la resumió Mariano Badell. "Álvarez-Cascos no se atrevió a llevar el barco al puerto de La Coruña porque la ciudad está gobernada por los socialistas. Y ahí empezó una serie de decisiones erráticas que nadie contradijo porque muchos cargos intermedios deben su puesto al enchufismo y no a los méritos profesionales. Si el barco hubiera sido llevado a puerto, no se habría roto. En el mar, zarandeado por el oleaje, tenía que quebrarse como lo hace un alambre al que se tuerce hacia un lado y hacia otro". Palabras a las que asentía su compañero Blas Huete.
Fue una cena de marinos, todos ellos con miles de millas a las espalda y mil recuerdos que evocar. Algunos divertidos, otros no tanto.
Huete y Badell habían coincidido en rutas y naves en diversos momentos de su vida. También habían ejercido como capitanes en petroleros de capacidad similar a la del barco que sigue en el fondo del mar destilando chapapote. Badell hizo con frecuencia la ruta de Suez. A la entrada sur del canal, descargaba para aligerar el peso. El petróleo viajaba por un oleoducto y la nave recargaba en Alejandría. "Siempre con merma de la carga", afirmaba con sorna. "Ya se sabe, algo se pierde y alguien se lo encuentra".
Huete evocaba historias de piratas. Son frecuentes en el sureste asiático y en otras partes. En el puerto de Río de Janeiro (Brasil) no es raro que un barco fondeado en la bahía sea asaltado por piratas con metralletas. "Llegan en lanchas, suben, entran en la bodega y se dirigen directos al contenedor que lleva objetos de valor. Tienen información de primera". Esta experiencia es también usual en puertos de Lagos.
Lo peor, dijo otro de los capitanes presentes, es cuando se ven agujeros en un contenedor: "Seguro que va gente dentro. Hay que avisar de inmediato a la policía y abrirlo. A veces viven, otras están muertos". Asegura que en Barcelona actuó durante un tiempo una mafia rumana especializada en enviar inmigrantes a Canadá. Otras veces, lo que aparece al abrir un contenedor es un cadáver indocumentado que puede proceder de cualquier punto en el que se haya hecho escala.
Huete y Badell navegaron en un carguero que penetraba en el río Congo, hasta llegar al puerto de Matadi. Iban a cargar cobre y caucho, que se embarcaba en una especie de grandes pelotas y sin grúa. Los nativos empujaban el bulto como podían hasta la bodega de la nave. "A veces se soltaba y volvía hacia atrás botando y había que esconderse para no ser aplastado".
Pero ayer las aventuras pasadas dejaban paso a la solidaridad con Mangouras en su 69º aniversario, que celebró lejos de su familia. Hubo pastel con velas. El capitán griego estaba emocionado. Estrechó la mano a todos los presentes y repitió que nunca olvidará a los amigos que lo han acogido en Barcelona, donde vive. Finalmente exclamó: "Gracias, jodidos marineros catalanes".
Hubo apenas una treintena de asistentes, porque el restaurante elegido, el Nostromo barcelonés, no tiene mayor capacidad. Solicitudes de asistencia no faltaron porque eran muchos los que querían expresar su apoyo a Mangouras, que opta al título de mejor capitán del año 2003. "Cascos no espera ser nombrado el mejor ministro", dijo alguien. Fue aplaudido.
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