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Los concejales y la prostitución

Isabel Ferrer

La suerte, mala en este caso, de Rob Oudkerk, el concejal socialista más popular del Ayuntamiento de Amsterdam, ha reavivado en Holanda el debate sobre las limitaciones privadas impuestas a las figuras públicas. Oudkerk acaba de dimitir como responsable de asuntos sociales, educación e inmigración del Consistorio por haber visitado hace dos años el distrito rojo de la ciudad. La zona donde se le vio pasear en busca de compañía femenina de pago fue cerrada el pasado noviembre por el equipo consistorial del que él formaba parte. El tráfico de personas, drogas y armas había sustituido a la prostitución ilegal que se pretendía combatir tolerando a las meretrices en la calle. Casado y con hijos, el concejal le confesó sus escapadas a Heleen van Royen, una columnista del diario Het Parool. En lo que creyó ser una charla confidencial, Oudkerk añadió que solía visitar sitios de Internet dedicados a relatar de forma anónima encuentros con prostitutas. Para su sorpresa, poco después vio cómo su propia historia aparecía publicada con nombre y apellido y le costaba el cargo. La policía investigó sus andanzas y se publicó un informe que le considerable "carne de chantaje", dadas estas aficiones y la cocaína que había esnifado en el pasado. Mientras él trata de recomponer su vida personal y profesional, una de sus colegas, la también concejal Karina Schaapman, acaba de publicar un libro donde relata su pasado en hogares de acogida y luego como prostituta. Madre de cuatro hijos, ella espera no tener que dimitir y ha desvelado su secreto después de haberse encontrado, en dos ocasiones y trabajando ya en el Ayuntamiento, con antiguos clientes suyos. Wouter Bos, líder socialista holandés, ha declinado cualquier comentario hasta haber leído el libro.-

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