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Jordi Savall redescubre las obras para viola de gamba de Vivaldi

La crítica de 'The New York Times' alaba su disco 'Ninna nanna'

Jesús Ruiz Mantilla

A sus 60 años, trabaja a capricho. "Cuando has disfrutado de la libertad, ya no puedes prescindir de ella", dice. Pero es que, además, Jordi Savall tiene la suerte de coincidir con los gustos del público y ha vendido 900.000 discos de su sello Alia Vox, del que ayer presentó en Madrid tres novedades: Alfonso Ferrabosco, The younger; Encuentro de músicas de fuego y aire, con villancicos cortesanos y coloniales, y Antonio Vivaldi, conciertos para viola de gamba.

También sus caprichos le gustan a la crítica. Si la grabación de Ferrabosco ha conseguido una candidatura al mejor disco de música antigua y de cámara del año 2003, en los premios del Midem de Cannes que se otorgan la semana que viene, su obra Ninna nanna, las maravillosas canciones de cuna interpretadas por su mujer, Montserrat Figueras -que ayer le acompañó en la presentación de sus nuevos discos en Madrid- y su grupo vocal Hespèrion XXI ha alcanzado la máxima calificación de la crítica de The New York Times.

Y es que Jordi Savall sigue ascendiendo los peldaños en un campo de inmensa minoría como es la música antigua y barroca, un mundo en el que el intérprete se ha convertido en referencia mundial a base de trabajo duro -ofrece 150 conciertos al año, incluido uno, hoy, en el Auditorio Nacional- y rescates de piezas olvidadas.

Pero no se duerme en los laureles. Está guerrero. Hoy presenta en Madrid la nueva Asociación de Intérpretes de Música Antigua. "Queremos estar unidos para hacer fuerza y conseguir apoyos oficiales y un acceso digno a nuestro patrimonio musical, que es riquísimo", asegura.

No se cansa de reivindicar la calidad universal de ciertos compositores españoles. "No somos conscientes de que el nivel de Morales o Victoria es constante en toda su obra e insuperable a nivel mundial en su época". Pero mientras, continúa ofreciendo joyas desconocidas para reivindicar, como la de Ferrabosco. "Era un compositor que fue el precursor de todos los barrocos ingleses, fue su modelo, pero apenas se le conocía", asegura.

Lo mismo que trata de acercar al presente con una lectura rigurosa del pasado los villancicos criollos y los sones y ritmos de los esclavos que navegaban hacia las Indias con nuevas semillas musicales y que Savall reúne en Encuentros de música de fuego y aire. "Es la prueba de las cosas que llegaron a América en el siglo XVI, con influencias mestizas e indias antes de que se notara esa influencia italiana, que fue el estilo dominante en el siglo XVIII", dice Savall, a quien le hubiese gustado incluir algún título más si no fuera porque se encontró con la negativa de la diócesis de Gran Canaria a hurgar en sus archivos. "Prefieren tener música encerrada, cuando este arte se crea para ser escuchado".

El caso de Vivaldi es el de otro descubrimiento para Savall. Le vino a través de la ópera Farnace, que él recuperó en otra grabación y en un estreno con montaje de Emilio Sagi, en el teatro de la Zarzuela. "Creía que se grababa tanto que no merecía la pena volver a él. Pero seguí el rastro de algunas obras de viola de gamba -el instrumento del que él es concertista- que se había utilizado en iglesias de Venecia y encontré composiciones para este instrumento, que él llamaba viola inglesa y que le resultaba propicio para obras oscuras y fúnebres", explica Savall.

Jordi Savall.
Jordi Savall.CARLES RIBAS
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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