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Entrevista:MIQUEL NAVARRO | Escultor

"Mi mirada hacia la arquitectura es poética, de sensación de espacio"

Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1945) lleva más de 30 años construyendo pequeñas ciudades vacías, materialización del paisajismo escultórico que en 1972 le sedujo y le alejó del expresionismo pictórico de sus inicios. El Guggenheim bilbaíno ha adquirido una de esas instalaciones, Ciudad muralla, compuesta por más de 4.000 piezas de zinc y aluminio, que expondrá a partir del sábado junto a otra Ciudad didáctica montada para que los niños "toqueteen". La arquitectura vertebra el legado de un escultor que en 1986 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas y que planea ahora exposiciones en China, El Cairo y Marrakech.

Pregunta. ¿Qué es Ciudad muralla?

Respuesta. Es una ciudad de bastantes dimensiones, de un largo arbitrario de veintitantos metros, por siete, ocho o diez de ancho; lo dispongo según el espacio en el que va. Está compuesta por elementos verticales y por un gran desarrollo horizontal donde se sitúan varias fases de ciudad. Aunque no es una ciudad realista, sí hay una parte que parece o es un cementerio, otra que sería el downtown con sus rascacielos, y otra que sería la zona industrial, o la zona de suburbios. Hay una descripción, si no natural, sí con cierta observación de lo que puede ser una ciudad.

"Falta gente que sepa enfrentarse a lo de siempre con verdadero espíritu moderno"

P. Usted no hace maquetas...

R. No. Mi obra está entre lo real y lo fantástico, lo que ocurre es que en ésta sí podrían haber puntos un poco más descriptivos donde podrías decir "pues eso parece tal cosa". Pero con polivalencia, porque lo mismo puede parecer un cementerio, un barrio de casas o una reconstrucción de una ciudad antigua arqueológica encontrada en medio del desierto.

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P. Pese al componente fantástico, la inspiración la encuentra en lo más próximo.

R. Sí, el componente fantástico estaría más conectado con lo surreal, pero yo la inspiración la encontré de pequeño al lado de un pueblecito que tenía huertas, canales para riego, una industria, y estaba un poquito apartado del centro. En Ciudad muralla están los canales de cuando jugaba de pequeño en el huerto, y el desmembramiento del centro de Valencia. Yo vivía en un sitio muy pequeñito con casas muy bajas, y cuando llegaba al centro la escala me desbordaba, me fascinaba.

P. ¿Le interesa la arquitectura a escala real?

R. Siempre me ha resultado una de las artes más importantes, pero yo hago una diferencia porque mi mirada hacia la arquitectura es una mirada poética, de sensación de espacio, espacial. Y la arquitectura tiene otra finalidad, la funcionalidad, que la diferencia de lo escultórico. Digamos que lo arquitectónico ha influido mucho en mi obra, pero no como un estudio de la arquitectura, sino esa arquitectura que me he encontrado en las ciudades que he ido viendo y visitando, o en las que me he imaginado.

P. ¿Cada obra suya esconde una reflexión, o puede tomarse como un mero ornamento?

R. No. Siempre hay una emoción, una reflexión, un sentimiento que se transmite a través de una obra como ésta, que la considero una obra lírica. Hay emociones que las explico ya no a través de las palabras, sino a través de las imágenes.

P. Ha llegado a idear una fuente pública con forma de falo. ¿Hasta qué punto la provocación es uno de sus objetivos?

R. No era una provocación. Había a lo mejor una sutil ironía, pero no una provocación. No he sido provocador. De hecho, estoy haciendo una escultura que no está muy lejos de la ortodoxia escultórica. Si tuviera ganas de provocar, haría más números plásticos.

P. Las disciplinas artísticas se separan cada vez más de la ortodoxia. ¿Falta o sobra riesgo en el arte actual?

R. Creo que cuando existe una moda hay una proliferación del mismo modo de hacer, una abundancia de esas cosas, y quizá eso tiene que revisarse. Lo cual no quiere decir que no haya obras buenas en ese contexto. Pero a mí, personalmente, me sobra a veces un exceso de manifestaciones de vídeo, o elementos de performance. Y me falta gente que sepa enfrentarse a lo de siempre con un verdadero espíritu moderno y contemporáneo, porque tampoco se trata de recuperar modismos que pueden llegar a un academicismo aburrido, y no experimental.

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