Fumar
Soy fumadora, lo confieso, muy fumadora. Hasta el punto de haber dejado de ver a amigos con los cuales no se podía fumar. Pero comprendo a los no fumadores: el olor y el humo del cigarrillo puede resultar muy molesto (a mí, antes de ser fumadora, me desagradaba mucho), aunque discrepe absolutamente de la campaña antitabaco mundial y deteste el maltrato al que estamos sometidos los fumadores.
La campaña de las autoridades sanitarias, con esas esquelas mortuorias que los fumadores ni vemos, es un engaño para menores de edad mental: ¿cuánta hilaridad produciría la advertencia, en un frasco de guindillas, de que "pueden picar"; en una lata de judías de Tolosa, de que "producen flatulencia"; en un tubo de maquillaje, de que "corre el riesgo de parecer una máscara etrusca", o en una crema hidratante de que "puede quedar adherida a la mejilla de aquella persona a la que bese"?
Sin embargo, en todos estos envases encontramos la composición real de sus componentes: azúcares, grasas, fibra, en una; sal, vinagre, en la segunda; dextrin palmitate, fosfatospolimethil methacrylate, en la tercera; palmitate, extracto de algas, en la cuarta. Creo que los consumidores -y los fumadores somos consumidores que además contribuimos ampliamente a alimentar las arcas del Estado (el 86% del PVP son impuestos)- merecemos que se nos indique la composición real de lo que fumamos.
Si así es la ley para otros productos, ¿por qué no se aplica al tabaco? ¿Por qué además de la nicotina, el alquitrán y el monóxido de carbono no se indica que inhalamos también amoniaco y blanqueadores de papel (lejía), además de otras muchas sustancias adictivas, muy bien mantenidas en secreto
por los fabricantes? ¿Ha exigido la OCU, tan estricta para unas cosas, que se indique con claridad cuáles son estos componentes químicos? ¿Por qué el cultivo de tabaco en España está subvencionado?
Nadie duda de que fumar es perjudicial para la salud física, pero la peor enfermedad es la desinformación. Primero, información, y después, que cada uno haga lo que mejor le parezca... ¡donde se lo permita la ley!
