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Reportaje:

Un tesoro en partituras

Los músicos vitorianos Pedro Reguero y Roberto Miranda rescatan del olvido composiciones del siglo XIX

La aventura de un guitarrista y un acordeonista en busca de partitura por las bibliotecas de Europa ha terminado con éxito. Los vitorianos Roberto Miranda y Pedro Reguero presentarán durante los próximos meses una selección de las miles de composiciones que han descubierto en su investigación de música de cámara para guitarra y pianoforte (instrumento que Reguero sustituye por el acordeón), obras que se pudieron escuchar en los salones de las mejores casas de Europa.

Roberto Miranda es un músico que, como tantos otros, estudió guitarra en el Conservatorio. Pero el instrumento que toca poco tiene que ver con el que hizo famoso en las salas de conciertos de todo el mundo Andrés Segovia, aunque posea una forma similar y tenga seis cuerdas. Miranda toca la guitarra del año 1800, otro mundo de sonoridades con evocaciones románticas muy popular en su momento, tanto que hasta el pinto Francisco de Goya lo incluyó en alguna de sus pinturas. Por su parte, Pedro Reguero interpreta el acordeón bayán, un artefacto de 20 kilos de peso y que cuenta con centenares de botones, que resulta ideal para recuperar la música del pianoforte.

"No vamos a difundir unas partituras para que las grabe otro dúo antes"

Música 'doméstica'

El resultado de la investigación de estos dos vitorianos se presentará en los próximos días en las prestigiosas salas de la Casa Luthier de Barcelona y de la Fundación Juan March de Madrid, donde los turnos de espera alcanzan los tres años. La celeridad con la que han sido admitidos en la programación estos dos intérpretes es un buen reflejo de la trascendencia de su trabajo. "No sé por qué, pero nadie se ha ocupado de la música de cámara del XIX, también conocida como doméstica, que era muy popular en su tiempo ya que se interpretaba a diario en las casas de la burguesía y la aristocracia. Nosotros hemos descubierto un auténtico tesoro que ahora por fin presentamos al público", recuerda Roberto Miranda.

Efectivamente, el siglo XIX es conocido sobre todo por las sinfonías y por las óperas italianas. La música de cámara apenas ha trascendido, aparte de algunos cuartetos de Beethoven o Haydn. Quizás por su cercanía en el tiempo, las partituras escritas entre 1790 y 1850 (periodo en el que han trabajado los dos músicos alaveses) no han recibido la atención de los estudiosos como la que han tenido las composiciones renacentistas o barrocas. Así que no extraña la sorpresa que se llevaron Roberto Miranda y Pedro Reguero cuando descubrieron miles de partituras en archivos y bibliotecas nacionales de Viena, Praga, San Petersburgo, Madrid, Londres o París.

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"Por cierto, la capital francesa era el verdadero centro artístico de la época", recuerda Pedro Reguero, quien justifica esta afirmación recordando cómo los principales músicos, aunque formados en Viena o Praga, acababan recalando en París. "Buena prueba de esto es que las editoriales más fuertes del momento tenían su sede en la ciudad del Sena", aclara este acordeonista que es el único español que participa como jurado, invitado por el Ministerio de Cultura ruso, en los concursos y exámenes del conservatorio de San Petersburgo.

Esta ciudad rusa, Viena, Praga o París eran, como hoy en día, los lugares clave de la creación musical. En España, la investigación de estos dos alaveses no ha sido fructífera. Como dice Roberto Miranda, "las clases altas madrileñas no destacan por su afición a la música doméstica; no hay compositores relevantes, salvo Luigi Boccherini".

Miranda y Reguero no sólo han realizado una labor documental más que necesaria. También han rescatado de un olvido injusto partituras de una calidad indiscutible. La música de cámara de ese momento no es ajena al movimiento romántico. Es más, "estamos ante un Romanticismo exacerbado, que requiere una atención especial tanto para el oyente como para intérprete", señala Roberto Miranda, antes de explicarlo con una frase rotunda: "No es música para tocar con metrónomo".

De momento, no piensan publicar las partituras rescatadas, todas ellas, por supuesto, inéditas. Miranda y Reguero esperarán a la grabación de estas composiciones para publicar la primera selección, una colección de anónimos. "Después de cuatro años de investigación financiada por nosotros y realizada en nuestro tiempo libre, no vamos a difundir unas partituras para que las grabe otro dúo antes que nosotros", dicen.

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