Sobrado de invención
La Galería Dieciséis de San Sebastián (Plaza del Buen Pastor, 16) cumple veinte años de existencia. Por su ámbito underground pasaron un sinnúmero de artistas, tales como Bonifacio, Darío Villalba, Nagel, Aquerreta, Lucio Muñoz, por citar unos pocos entre una larga nómina de artistas desconocidos en sus inicios, y más tarde reconocidos por el gran público y la crítica especializada, excepción hecha de aquellos que se perdieron como el agua en el agua a través del tiempo que nos mira.
Para conmemorar la efemérides, la galería ha montado una exposición de 26 dibujos de pequeño formato del pintor Amable Arias (Bembibre del Bierzo, 1927-San Sebastián, 1984). Una vez más se hace patente el admirativo fervor del galerista Gonzalo Sánchez hacia la obra de Amable.
Estas leves piezas las realizó Amable, donostiarra de adopción desde 1942, durante los meses de enero y febrero de 1981. El motor inspirador proviene de las fiestas carnavalistas. Dibujos a línea, trazados con tinta y plumilla, sobre soporte de papel de hilo, coloreados con pintalabios o rouge y sombra ojos.
El mundo representado en los dibujos está preñado de jocosidad, de ternura cómica, de disparatamiento lírico. Es un universo feérico soltado a borbotones suaves, contenidos, mientras va exhibiendo una cautivadora invención de rostros de aquellos personajes que pululan por el espacio del papel en situaciones de libérrimo albedrío. El artista ha creado sus historias para divertirse, a la vez que ahuyenta a cuantos fantasmas pretenden introducirse en su vida cotidiana.
Aunque estos dibujos se hallen inmersos en el puro juego y sin que medien pretensiones trascendentales en apariencia, lo cierto es que ponen al descubierto, como quien no quiere la cosa, la existencia de una cualidad inventiva plástica de singular relieve. Esta cualidad ya se puso de manifiesto en el medio centenar de dibujos mostrados en el Museo de Bellas Artes de Bilbao durante el verano pasado. Por encima de cualquier otro atributo destacable, lo más significativo en el arte de Amable Arias debe cifrarse en la invención. Tal vez una de las cualidades más esenciales en la formación del arte mismo. Lo ha dicho mejor nadie el insigne Max Jacob: "Lo que salva al arte es la invención. No hay creación sino donde hay invención".
Por fortuna Amable Arias estuvo sobrado de invención, tanto en el arte plástico como en el poético. Lo prueba el Instituto de Estudios Bercianos al haber publicado un libro, para la ocasión, donde se insertan las imágenes de los dibujos expuestos y poemas del propio pintor. No es exactamente un dilucidario, no obstante lo parece.
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