Bremer se reúne hoy con Annan para pedir ayuda a la ONU en la transición iraquí
EE UU intenta que el secretario de Naciones Unidas medie con el líder chií Alí al Sistani
Un día después del atentado contra su cuartel general en Bagdad, el administrador estadounidense, Paul Bremer, acude hoy por primera vez a la ONU para pedir ayuda. Bremer y una delegación iraquí propondrán al secretario general de la organización, Kofi Annan, que participe en la reconstrucción política del país y haga de mediador con el líder chií, el gran ayatolá Alí al Sistani, que se opone a los actuales planes de transición de Washington. La ONU se resiste, sin embargo, a participar en un proceso del que hasta ahora ha sido marginada y en el que sólo tendría un papel secundario.
El ataque de ayer volvió a recordar que Estados Unidos se enfrenta a una situación difícil e insostenible. "El atentado es otra clara señal de los esfuerzos asesinos y cínicos de los terroristas por socavar los progresos de Irak hacia la democracia y la libertad. No lo conseguirán", dijo ayer Bremer desde Washington. "Seguiremos trabajando por un futuro estable y democrático para este país. No hemos cambiado nuestros planes de traspasar la autoridad a un nuevo Gobierno iraquí en julio", dijo.
Tras haber marginado a Naciones Unidas de la transición iraquí durante casi un año, Estados Unidos espera ahora que la organización internacional le saque las castañas del fuego para poder iniciar un progresivo repliegue militar y político a partir del verano. Irónicamente, la ONU, vilipendiada por la Administración Bush, se ha convertido en su mejor baza para salir de Irak antes de las elecciones presidenciales de noviembre.
Bremer y una delegación iraquí, encabezada por el presidente de turno del Consejo de Gobierno, Adnan Pachachi, propondrán a Annan que participe en todos los aspectos de la reconstrucción política iraquí, empezando por la redacción de la Constitución. Más concretamente pedirán al secretario general que mande a Nayaf a su nuevo asesor, el ex enviado especial para Afganistán Lakhdar Brahimi, para que se entreviste con el gran ayatolá Alí al Sistani y trate de alcanzar algún tipo de compromiso con el líder chií. Sistani exige que el traspaso de poder se realice a un Gobierno elegido y no a uno nombrado por EE UU.
En virtud del calendario acordado el 15 de noviembre entre el Consejo de Gobierno (designado a dedo por EE UU) y la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA), comités organizados en las 18 provincias iraquíes elegirán una asamblea legislativa que, a su vez, designará el Gobierno provisional. Pero Sistani dice que ese sistema dirigido dejará al futuro Ejecutivo sin legitimidad y generará más violencia. La forma de conseguirla es a través de las urnas y con la participación directa de la ONU.
EE UU se resiste argumentando que no hay tiempo para censar a 25 millones de iraquíes y que la situación de inseguridad no permite celebrar comicios en un plazo tan corto. Washington teme que en unas elecciones, los chiíes se hagan con el poder en Bagdad.
La batalla se libra entre bastidores desde noviembre, pero en los últimos días EEUU ha dado ciertos indicios de flexibilidad. "Hay muchas formas de celebrar elecciones parciales y comicios regionales", dijo Bremer el viernes tras entrevistarse con el presidente, George W. Bush. "Estamos dispuestos a matizar ciertos aspectos, es algo de lo que hablaremos en el momento adecuado".
Según el calendario de los acuerdos, los iraquíes deben redactar su Carta Magna antes del 28 de febrero. Las negociaciones con Sistani, que la semana pasada recibió en Nayaf a Pachachi, no han conseguido desbloquear la situación. Bajo la presión de EE UU, Annan intenta mantenerse neutral. A finales de diciembre, el secretario general indicó que la propuesta de Sistani de celebrar elecciones generales le parecía una empresa complicada, pero sus asesores se han apresurado a matizar que no se trata de una postura definitiva. Es posible que Annan acepte un papel mediador, aunque parece improbable que decida volver a Irak. La ONU teme que Estados Unidos no esté dispuesto a ceder el control de la transición y que su presencia sólo sirva para legitimar la ocupación.
"¿Qué pasa si volvemos y comprobamos que no se trata de un proceso representativo? Deberíamos denunciarlo y sería extremadamente complicado", comentaba hace unos días un alto funcionario de la organización. Naciones Unidas, traumatizada por el atentado que el 19 de agosto se cobró la vida de su representante especial, Sergio Vieira de Mello, y otra veintena de funcionarios, correría además el riesgo de poner en peligro la poca credibilidad que le queda ante muchos iraquíes que la siguen asociando con las sanciones impuestas tras la guerra del Golfo. La idea de Annan, que respaldan la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad, es mantener de momento sus bases provisionales en Chipre y Jordania y regresar a Bagdad con el Gobierno provisional iraquí.
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