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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La orden total

Si la orden es total da lo mismo no abrir el sobre porque ya sabes que contiene una orden total, algo que se cumple cuando y como quiera, da igual que venga escrita en arameo, en blanco, en soporte autocomburente, que amenace o aconseje, que venga equivocada de siglo, de remitente, destinatario y hemisferio, de todo, porque al ser total, pasa de requisitos y condiciones, pasa de cuanto uno y su pobre naturaleza perciba o no.

Esa orden total pueden incluso robártela del buzón, caer directamente en tu papelera sin que nadie haya tocado el sobre, postmodernamente la mayoría de las órdenes totales ni siquiera se expiden, no salen de la propia oficina redactora por ningun medio de comunicación, quienes las pergeñan, hackers del universo cegados tiempo ha con hierro candente, disponen de algun ultrasonido, quién sabe, en su lenguaje no existen 'por qués' ni demás interrogantes, si les peta no graban ni transmiten las órdenes, podrían borrarlas sin reparar si el disco duro las guarda por sí solo. Pero se cumplen.

El derroche de autoridad es supremo, se diría que éstas órdenes totales son corteses notificaciones de un universo que no tiene la menor obligación de notificar nada a nadie. Sus inexorables órdenes son estocada de muerte o hibernación de muertos, mares podridos o ríos cambiados de mapa, cuya oficina se molesta, por sport, en fingir que alude a cada cual, al destino de cada uno, aunque liquiden a la vez países enteros.

Estas órdenes totales recuerdan un tanto las predestinaciones que atormentaron a los puritanos y a los desconfiados exigentes, hasta que enriqueciéndose cambiaron de tema o el diablo se los llevó, pero actualmente el destino totalitario de la orden totalitaria no roza siquiera ninguna eternidad, larga ni breve, es como una notificación de caducidad del ADN en el curriculum vitae, una fatalidad curiosa y sin traductor, que si se deja a cargo de la educación o la religión carece de sentido, y mejor así, pues de ser atendida y entendida destruiría la serenidad del más pintado. Viva el papel en blanco. Esta orden total iguala la vida con la muerte, te propina la seguridad de que quienes vendrán a segarte los pies o las alas te cortarán el cuello.

La realidad es desabrida, la vitalidad feliz y payasa no alcanza a vivir siempre agarrado a falda materna, en la casa paterna, en la ciudad irreal. Los asuntos administrativos, banales y necios, van armados hasta los dientes de requisitos y otros caprichos, pero al final ni pecan ni merecen. Dañan, pero no saben lo que hacen. La burocracia es puntillera torpe. La orden total, que nunca nos pilla con ganas de leer nada, tampoco vale un pimiento, solo anuncia que un huracán y una saeta nos partirán la garganta en una habitación cerrada a cal y canto. O de cualquier otra forma igual de simple y parecida.

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