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Miami | CRÓNICA INTERNACIONAL

Nuevo fresco neoyorquino

La primera novela de Colson Whitehead, La intuicionista (Mondadori, 2000), fue comparada en Estados Unidos con la narrativa de Don DeLillo o Thomas Pynchon, tanto por su trama experimental como por la audacia de su construcción. La crítica Laura Miller describió la obra como una mezcla altamente original de novela negra y rompecabezas metafísico borgiano que es a la vez un retrato de las relaciones raciales previo a la era de los derechos civiles. Su segunda novela John Henry Days (Doubleday, 2002), sin traducir en España, fue finalista del National Book Critics Circle Award y elegida como libro del año por periódicos como The Washington Post o Los Angeles Times. La profunda originalidad de estas dos obras le valió, a los 31 años, la obtención de la beca McArthur, la más importante del país.

Whitehead publica ahora en inglés El coloso de Nueva York (Doubleday), su primera obra de no ficción, que ha obtenido un merecido reconocimiento. Se trata de una obra que continúa una antigua tradición literaria de narraciones, evocaciones y poemas sobre la ciudad, la más conocida de las cuales es sin duda el clásico de E. B. White Here is New York. Pero Whitehead se aparta de todo antecesor literario adoptando, en los 13 cortos capítulos que forman este libro, una multitud de diferentes voces, todas anónimas, que parecen emular los múltiples rumores de la ciudad.

El libro recorre uno de los territorios urbanos más conocidos del planeta -Times Square, Central Park, Coney Island-, pero ofrece una visión radicalmente nueva y, a la vez, compartida por cualquiera que haya pasado un tiempo en la ciudad. La narración salta de primera a tercera persona, de observación a especulación, y la identidad del narrador cambia constantemente.

El libro tiene además el acierto de reivindicar una relación íntima entre la urbe y sus habitantes que rescata espacios ya inexistentes de la ciudad, antiguos edificios o comercios ahora convertidos en Starbucks o Burger Kings. Por ejemplo escribe: "No importa cuánto tiempo hayas vivido aquí, eres un neoyorquino desde la primera vez que dices: 'Eso solía ser Munsey's' o 'eso solía ser el Tic Toc Lounge'. Porque antes que ese Internet-café se enchufara ahí, ibas a cambiarle las suelas a tus zapatos en la tienda que solía estar ahí". Whitehead dice que lo primero en que uno piensa cuando ve estos nuevos paisajes es en lo que había previamente, en algo "que era parte de nuestras vidas porque se trata de una relación personal con un espacio que se desarrolla a través del tiempo". La mayoría de los neoyorquinos, por ejemplo, continúan buscando instintivamente las figuras de las torres del World Trade Center en el horizonte de la ciudad.

La idea de utilizar múltiples voces anónimas para narrar el libro se lo sugirió la propia ciudad: "Cada esquina de la calle o de un vagón del metro está lleno de voces y todas ellas coexisten como un coro en momentos determinados. La forma de los ensayos intenta capturar eso, de persona en persona, de perspectiva en perspectiva, retrocediendo para dar una vista global de la escena o enfocándola de cerca".

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