El nombre de mi calle
Arranca el 2004 y me cruzo casualmente con un dato que ha agitado mi maltrecho espíritu posnavideño por motivos personales que enseguida explicaré: se cumple el centenario de la fundación de las Juventudes Socialistas. Sucedió en Bilbao y el "culpable" de ello fue el poeta vasco Tomás Meabe (1879-1915), un discípulo aventajado de Sabino Arana, al que dejó plantado tras quedar fascinado por la doctrina socialista.
A lo que iba, resulta que el vate Tomás Meabe es el nuevo nombre de la calle donde vivo, donde nací, donde me crié -zona Marqués de Vadillo, Carabanchel Bajo-, desde que el gobierno municipal del ilustre Enrique Tierno Galván decidió que el anterior epígrafe de María Magdalena no era acorde con los nuevos aires progresistas que empezaban a recorrer la ciudad. Nunca entendí el motivo del cambio del nombre de mi calle -y no es por un ramalazo pío-, a no ser que se me escape la conexión oculta que pudiera existir entre María Magdalena y el régimen golpista de Francisco Franco.
De repente, crees que vives en Madrid y, de la noche a la mañana, un nuevo gobierno decide que tu pueblo se llama Zarrapastel, por poner un ejemplo. En fin, con todos mis respetos hacia Tomás Meabe, digno luchador por las libertades y muerto prematuramente a los 36 años de tuberculosis, siempre he creído que a los políticos socialistas madrileños les faltó sensibilidad y mano izquierda a la hora de tomar algunas decisiones, como el cambio de nombre de determinadas calles donde uno gastó sus primeras suelas y perdió sus primeros dientes, y los últimos.
¿Alguien me puede explicar qué daño les hacía la pobre María Magdalena? Si no lo digo, reviento.