Pequeños delitos
Tengo la impresión, y ahora diré por qué, de que el PP va a realizar en Andalucía una campaña irreal. Una campaña en la que la sinceridad va a brillar por su ausencia. En la que se va a pretender confundir para ganar unas elecciones autonómicas que nunca le han ido bien por méritos propios. Viene esta afirmación a cuento de las últimas declaraciones que ha hecho en Sevilla el ministro Acebes. Ha dicho que la nueva reforma que se va a acometer del Código Penal llevará consigo la expulsión inmediata de los inmigrantes que cometan pequeños delitos y faltas.
Ya, de por sí, el que los inmigrantes sepan desde el primer momento que pueden delinquir un poquito sin que les pase nada hasta que les detengan -si es que les detienen- lo único que puede ocasionar es que cometan más delitos, pues la impunidad la tienen garantizada. No está mal la patente de corso que otorga un ministro del Interior. Pero es que, además, el ministro no dice lo que entiende por pequeños delitos, sólo pone el ejemplo del tirón y del robo de automóvil. Y no lo dice no porque no lo sepa -que lo sabe por su condición de ministro- sino porque, si lo manifiesta, nos alarmaría más su pasotismo, por tal de tirar inmigrantes fuera, que la propia delincuencia. Pequeños delitos, para entendernos, son aquéllos que están castigados con penas de prisión inferiores a seis años. Pues, bien, si nos damos una vuelta por el Código Penal se puede leer que esta pena se califica como grave -artículo 33 del CP- y que para que alguien sea condenado a una pena de más de tres años de prisión su delito nunca puede calificarse de pequeño, sino de grave y muy grave. Total, que los delincuentes están de enhorabuena y, ya, procurarán no tener papeles porque con papeles van a prisión y sin papeles a choricear impunemente por la gracia de Aznar.
Pero, en fin, actuar así, con ser malo porque el Estado de Derecho lo colocan entre paréntesis para unos y se gobierna dependiendo de quién y para quién, no es lo único. Es que, además, el ministro ha ocultado y ha llamado pequeño a lo que es grave. Y todo hace pensar que, llegada la campaña, nos sigan contando el cuento de nunca acabar, y que las armas de destrucción masiva están escondidas en San Telmo.
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