La Loya Jirga aprueba la nueva Constitución que crea la República Islámica de Afganistán
La Carta Magna propugna el presidencialismo con una gran importancia de la religión
Después de tres semanas de debates, los 502 delegados de la Loya Jirga (Gran Asamblea) de Afganistán aprobaron ayer por consenso una Constitución democrática para el país, que instalará un régimen presidencialista y laico, aunque con gran importancia del islam.
"Es para mí un gran orgullo y una gran alegría ver que los miembros de la Loya Jirga han llegado a un acuerdo total sobre la Constitución", dijo el presidente de la Asamblea Constituyente, Sebghatulá Mujadei. "No hay ganadores o perdedores. Es una Constitución para todos los afganos", señaló el presidente Hamid Karzai. La Carta Magna de la futura República Islámica de Afganistán, cuya redacción fue apoyada por EE UU, conserva la idea original de crear un régimen fuertemente presidencialista como deseaba Karzai, pero tendrá dos vicepresidentes, y no uno, como rezaba el proyecto original.
Las discusiones de la Loya Jirga, que comenzaron el 10 de diciembre, estuvieron a punto de fracasar a causa de las diferencias étnicas entre los delegados. Los miembros de las minorías afganas -hazaras, uzbekos y, en menor medida, tayikos- acusaron a los pastunes de querer crear un Estado a su medida. La presión de EE UU y de la ONU, que dieron un ultimátum que acababa ayer, surtió efecto sobre los 502 delegados reunidos en una tienda de campaña en Kabul.
Lakdhar Brahimi, enviado especial de la ONU en Afganistán, tomó la palabra durante la ceremonia en la que se anunció la aprobación de la Constitución y felicitó a los delegados por lo que calificó de "éxito". Brahimi recordó uno de los grandes problemas que sufre el país y que ha ensombrecido los debates: la violencia y el inmenso poder de los señores de la guerra, que controlan grandes zonas de un país en el que el Estado central es apenas una ficción. "La legalidad no es siempre respetada en este país", dijo Brahimi
. El embajador de EE UU, Zalmay Khalilzad, dijo por su parte: "Conforme a las tradiciones afganas, habéis adoptado una versión moderada del islam, que permitirá que todos los pueblos de Afganistán vivan en tolerancia y libertad".
Sufragio universal
Como el proyecto original, el nuevo texto cuenta con 160 artículos. Convierte a Afganistán en una república en la que el islam será una religión "sagrada". Preconiza un régimen presidencial, con dos vicepresidentes. El jefe del Estado será elegido por sufragio universal y será responsable, así como los miembros de su Gobierno, ante el Parlamento, que tendrá dos cámaras: una Asamblea Nacional, elegida por sufragio universal, y un Senado, elegido de forma indirecta. El ex rey Zahir Sha conservará hasta su muerte el título de Padre de la Nación.
Las cien mujeres que representan en la Asamblea al casi 60% de población femenina del país han conseguido que se sustituya la palabra "ciudadanos" por "hombres y mujeres" a la hora del reconocimiento de "iguales derecho para todos" en el texto constitucional, ya que desconfiaban de la interpretación que se podía hacer en una sociedad musulmana tribal y muy conservadora.
Aunque abre un resquicio para la creación de un Estado de derecho en un país devorado por la violencia, la Constitución también plantea sombras. El enfrentamiento étnico se ha resuelto convirtiendo en lenguas oficiales en todo el país al pastún y al dari -las dos lenguas francas de Afganistán-, mientras que los idiomas de las minorías, como el uzbeko, serán oficiales en las zonas donde son mayoría. "Dar el mismo estatuto a todas las lenguas provocará enormes problemas", dijo un delegado pastún, Kabir Rangar.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos han señalado que en este acuerdo podría haber un pacto para aplicar la ley islámica o sharía sin citarla expresamente, lo que consideran "muy peligroso", ya que muchos tribunales están a cargo de musulmanes ultraintegristas que "podrían actuar con total arbitrariedad".
Con más de 10.000 soldados estadounidenses desplegados en un país en el que los talibanes campan a sus anchas en grandes zonas del sur de Afganistán, donde la guerra prosigue, muchos observadores creen que pasar de las palabras a los hechos no será nada fácil.
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