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Columna
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Sonrisas y lágrimas

Nos hemos reído mucho con las declaraciones de Rouco relacionando las parejas de hecho con la quiebra de la Seguridad Social. Pero -ojo- sus palabras marcan a los profesores de religión por dónde deben ir los tiros. Se acabaron las referencias al pecado nefando, que nadie vuelva a repetir que la única función de la sexualidad es reproducirse. A partir de ahora la Iglesia agitará el espantajo que verdaderamente asusta a la gente: el paro y la destrucción de las pensiones. Me pregunto si algún día se atreverán a relacionarlos con el narcotráfico, el terrorismo y la pornografía infantil.

Sí, sí, todo esto es muy gracioso; pero la verdad es que da cosa pensar que a la mayoría de los niños mayores de tres años se les va a repetir a partir de ahora que si el paro aumenta y que si el Estado no puede hacerse cargo de su jubilación cuando sean viejecitos no es a causa de una mala gestión o de haber dado satisfacción a otros intereses económicos, no. Es porque miles y miles de pervertidos conspiran con sus matrimonios para socavar la estabilidad del Estado. Con la nueva Ley de Calidad los chicos tendrán que aprenderse este principio económico de memoria y deberán exponerlo por escrito cuando se lo pregunten en el examen.

Entre los padres que apuntan a sus hijos a clases de religión católica los hay que están de acuerdo con este análisis y que no ven nada malo en exponérselo con claridad a los chavales. Me consta que otros no comparten ni estas ni otras muchas ideas de la Iglesia católica, pero que mantienen a sus hijos en la catequesis para evitar que se signifiquen. Estos padres -y otros que no dan al asunto de la religión en la escuela pública la misma importancia que yo- creen que estas ideas sobre los homosexuales nunca calarán en sus hijos. Ojalá sea así; pero a veces me pregunto si las rancias ideas católicas que sobre el hombre, la mujer y la sexualidad nos han inoculado a todos durante tantos años tienen algo que ver con nuestros altos índices de violencia conyugal.

Clama al cielo la pasividad con que las autonomías socialistas han respondido a todo esto. La Consejería de Educación de la Junta acaba de mover un dedito y ha exigido el cumplimiento estricto de la Ley de Calidad, obligando a que los alumnos de religión católica sean evaluados ya, este trimestre. La medida favorece teóricamente a quienes no reciben clases de religión, ya que el Ministerio todavía no ha diseñado los contenidos de la alternativa supuestamente laica, y obviamente no pueden ser evaluados. Les favorece, salvo que los profes de religión católica pongan a todos sus alumnos sobresaliente. En ese caso, el intento (si es que lo es) de tocarle los cataplines al Ministerio le saldría a la Consejería por la culata. En fin, fuegos artificiales en época electoral. Esperábamos de la Junta la mitad de la rebeldía que ha exhibido en otros campos como la prohibición de subir las pensiones o las limitaciones a experimentar con células-madre. Pero está bien que así sea: conviene saber de antemano lo que están dispuestos a hacer los socialistas en este asunto si algún día Zapatero gana las elecciones.

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