Cuatro visiones del ingenioso hidalgo
El que da primero da dos veces. Aún queda un año para que se celebre el cuarto centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote y ya se estrenaron dos montajes teatrales inspirados en la novela, está a punto de hacerlo el tercero, dirigido por Fernando Fernán-Gómez, y aún hay otro más esperando, a la vuelta de la primavera. Se ha anticipado a todos Santiago Sánchez, que estrenó en otoño en Valencia una versión de la novela en la que destacan la puesta en escena de los episodios a campo abierto, el capítulo en el que Sancho Panza se pone al frente de la Ínsula Barataria, el enfoque del monólogo sobre la Edad de Oro y el limpio y sencillo trabajo escenográfico. Alonso Quijano es Vicente Cuesta (protagonista de la última Vida de Galileo que vimos en Madrid) y su compañero de camino, Sandro Cordero (Ubú, en la versión de la obra de Jarry dirigida por Àlex Rigola). Al reparto se suma la voz grabada de Fernán-Gómez, en el papel de Montesinos, personaje incorporado por una marioneta que es un calco del actor. Este montaje llega el 8 de enero al Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Cinco días después, Fernán-Gómez estrena en Zaragoza su propia versión y puesta en escena de la segunda parte de El Quijote, que ha titulado Morir cuerdo y vivir loco, con Ramón Barea y Enrique Menéndez. "La idea de hacer esta adaptación fue del Centro Dramático de Aragón", explica su director y autor. "La mía ha sido una labor de composición. No he echado la cuenta, pero creo que de mi cosecha hay muy poco, apenas el diez por ciento de la obra". Entre este diez por ciento figura el final, en el que Sancho y el bachiller Sansón Carrasco evocan a Dulcinea, para que el hidalgo se vaya a la tumba con la ilusión de haber realizado su sueño amoroso. Respecto a los intérpretes, asegura Fernán-Gómez: "Quienes ven en don Quijote una representación del mito del ideal y la justicia, sin dejar de ver en él la imagen del enamorado platónico, al que su pasión lleva a frecuentes desvaríos, encontrarán perfecta la interpretación de Pedro Barea. Enrique Menéndez enriquece su personaje con algunos recuerdos expresivos de los protagonistas de la novela picaresca española". Morir loco y vivir cuerdo es una coproducción del Centro Dramático de Aragón con el Centro Dramático Nacional, y llegará a Madrid en febrero.
Entretanto, en la capital hay otro montaje de la novela cervantina: el que dirige Ángel Gutiérrez, en el teatro de Cámara. También en Madrid, en mayo, Emilio Hernández dirige en el teatro de La Abadía La pasión según Don Quijote, montaje que reúne tres quijotes orquestales: la suite barroca de Telemann, el poema sinfónico de Strauss y una recreación que Antón García Abril ha hecho de ritmos y melodías de la época, con Chete Lera como recitador.
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