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Reportaje:

Ciencia en familia durante la Navidad

El Museo de la Ciencia ofrece teatro, exposiciones y talleres de divulgación

En el humo azul que corta diagonalmente el vacío del espacio infinito nace Naishma, una nueva estrella. No sabe qué es, ni dónde está, ni conoce los planetas que le hablan. Lo único que sabe es que ha de buscar a Liam, el niño que la llama porque se ha despertado y no ve el sol. En su largo viaje, Naishma conocerá los fascinantes secretos que esconde el universo: patinará por los anillos de Saturno, pasará miedo con el ojo de Júpiter y conocerá a los marcianos en Marte. Con la estrella recién nacida, los testigos de sus aventuras aprenderán los misterios de la astronomía.

El grupo de teatro TàBa Ta se encarga de la representación teatral y musical Naishma, el viatge d'una estrella, la atracción principal del programa de Navidad que el Museo de la Ciencia inauguró el pasado sábado. Una gincana para investigar algunas piezas de la exposición Restos y rastros de nuestros astros y ancestros, un planetario para aprender a reconocer planetas y constelaciones, y un taller de electrostática completan el programa, que durará hasta el 5 de enero, y el fin de semana del 10 y el 11 del próximo mes.

Los actores, vestidos de estrellas y planetas, enseñan la composición del sistema solar

Las actividades van dirigidas a un público familiar y pretenden estimular el intercambio intergeneracional. "El objetivo de los talleres es que padres e hijos aprovechen estos días en los que pueden pasar más tiempo juntos para participar en una actividad cultural, en la que acercan la ciencia a los niños", explica Blanca Moll, jefa del área educativa del museo.

Aunque el Museo de la Ciencia realiza todos los años actividades especiales en Navidad, tanto la obra de teatro como la gincana son las novedades de 2003. El programa de este año se ha modificado porque las actividades no se pueden realizar en la sede principal del museo, que está en obras, sino en una provisional situada en el paseo de Sant Joan, 108. Esta sede, sólo en el pasado fin de semana, fue visitada por más de 500 personas.

La representación teatral y la gincana son las actividades con más público y son gratuitas. Naishma, el viatge d'una estrella es un espectáculo muy visual, en el que la luz y el color hipnotizan a los niños, la mayoría de rodillas en los asientos y con las cabezas bien erguidas para ver mejor. Los actores, vestidos de estrellas y planetas de diversos tamaños, entrelazan palabras, canciones, bailes y movimientos para que los más pequeños aprendan la composición del sistema solar. Todo enmarcado en la historia de Naishma, la estrella que atraviesa el espacio en busca de un niño que la llama.

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La gincana es una actividad más participativa y está estructurada en dos partes. En primer lugar, dos guías se encargan de explicar, mediante la dinámica de pregunta-respuesta unas tres o cuatro piezas de la exposición. A continuación, se da a cada niño una chapa que le acredita como investigador del juego de pistas, y un cuadernillo con preguntas y crucigramas que los pequeños científicos deben rellenar con la ayuda de los padres. Una vez resueltos los enigmas del folleto, hijos y padres pasan a la sala de observación, donde deberán dibujar o modelar en plastilina alguna de las piezas que más les hayan gustado. "¡He rellenado el formulario sin ayuda de nadie!", explica Joan, de ocho años, que se lleva a casa una concha de plastilina creada por él. "Los niños salen muy contentos y es una buena actividad para que se diviertan y aprendan", explica una señora, que acompaña a sus dos nietos al museo.

El Planetari Bombolla es un clásico entre los talleres del museo. Va dirigido a niños a partir de tres años. En una sala pintada de azul, con el dibujo de un astronauta sobre la luna de fondo, la monitora se encarga de explicar, uno a uno, los planetas y las constelaciones del sistema solar. "¡Aquí tenemos a Júpiter!", afirma la monitora, sacando de un cajón una gran bola marrón que representa al planeta y colocándola junto a otras bolas de otros tamaños y colores. "¡Es el mayor de todos!", exclama. Mediante diversas actividades, los niños aprenden por qué hay noche y día, meses y años y estaciones.

Para niños a partir de 12 años el Museo de la Ciencia ofrece el taller de electrostática, uno de los más espectaculares, y al que acuden regularmente grupos de ESO y Bachillerato. "El taller pretende crear una simbiosis entre diversión y aprendizaje, motiva a los chicos y les anima a hacerse preguntas sobre ciencia", afirma Ester, monitora de electrostática del año anterior. En lugar de tener una parte teórica y otra práctica diferenciadas, la monitora explica las causas de los fenómenos que descubren algunos voluntarios. Estos voluntarios aprenderán por qué se les ponen los cabellos de punta cuando reciben un cierto tipo de electricidad, o cómo funciona un pararrayos simulando el fenómeno con una casa y un pararrayos en miniatura. Los monitores destacan la importancia de estos talleres para completar la formación científica escolar, muchas veces basada sólo en la teoría: "Es importante dar a los chicos la oportunidad de experimentar, oportunidad que muchas veces no tienen en los institutos por falta de recursos o de material", sugiere Ester.

Organizadores y monitores esperan una gran afluencia de público en la campaña de Navidad del Museo de la Ciencia, dado el éxito de este programa en años anteriores y los llenos que se han producido el pasado fin de semana. El museo ha intentado potenciar la vertiente cultural de estas actividades, incluyendo luces y música y efectos visuales a los talleres. "Todo para estimular el aprendizaje y la diversión de los visitantes, y para demostrar que la ciencia puede ser una actividad dinámica", dice Blanca Moll.

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