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Miedo a viajar de noche en tren y en metro

Las compañías instalan videocámaras en las estaciones y contratan vigilantes

Aumenta el número de delitos que se cometen en el interior del metro y de los trenes de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) y de Cercanías de Renfe. Se trata de pequeños delitos, en los que los ladrones aprovechan las últimas horas de la noche, cuando los vagones van prácticamente vacíos. Las empresas afectadas han dispuesto ya medidas para combatir esta delincuencia incrementando las medidas de seguridad e instalando cámaras en diversos puntos. Recomiendan a las víctimas que presenten la denuncia. La abundancia de cámaras de vigilancia puede facilitar la identificación de los asaltantes.

Interior del metro. Línea 3. La noche de un día laborable. Un joven entra en el tren en la estación de Poble Sec. No hay demasiada gente. En la estación de Espanya bajan casi todos los viajeros, pero aún quedan media docena de personas. En Plaça del Centre bajan varios más y se queda solo en una punta del vagón. En la otra hay tres hombres. Coincidiendo con la puesta en marcha, dos de ellos se acercan, se sientan a su lado y le conminan a entregarles lo que lleve: 30 euros. Se conforman. En la estación siguiente, Les Corts, bajan y abandonan el andén sin ni siquiera apresurarse.

No es un hecho aislado. Al contrario, se repite con frecuencia en las horas extremas de la noche y en las estaciones situadas al final de la línea. Son robos sin violencia, pero crean un clima de inseguridad. Algunos los denuncian, otros deciden no hacerlo porque no creen que sirva para recuperar lo robado.

El Cuerpo Nacional de Policía tiene una comisaría en el metro, pero no dispone de datos específicos, explica su portavoz, aunque tiene la percepción de que han aumentado los carteristas. Las empresas ferroviarias afirman que no disponen de datos sobre el número de robos que se producen, pero todas ellas confirman que han incrementado este año la partida destinada a seguridad. "Nuestras cifras no son fiables" porque las denuncias se ponen ante la policía, coinciden en afirmar los portavoces de Metro, FGC y Renfe. Del mismo modo, coinciden en explicar que han aumentado las medidas de seguridad.

El metro tiene contratados vigilantes con perros (100 horas diarias), vigilantes en horas diurnas (370 horas) y refuerzos nocturnos (64 horas diarias), además de organizar dispositivos especiales "en función de necesidades coyunturales". 71 estaciones están vigiladas por 1.341 cámaras y en breve toda la red dispondrá de videovigilancia. Denunciar un asalto en el interior del tren, según Transportes Metropolitanos de Barcelona, empresa que gestiona el metro, facilita la identificación de los asaltantes a través de estas grabaciones.

También Ferrocarrils de la Generalitat dispone de cámaras de vigilancia cuyas "imágenes se ponen a disposición de las fuerzas policiales en caso de que sea necesario y éstas lo requieran". El número de cámaras de FGC es de 559. De ellas, 404 se hallan en la línea del Vallès y 155 en la del Llobregat-Anoia.

150 detenidos

Los vigilantes de FGC han detenido más de 150 personas en lo que va de año. Algunas en situaciones tan flagrantes como el joven atrapado el 4 de noviembre en la estación de Sant Vicenç dels Horts cuando intentaba romper el cristal de la taquilla. También la compañía Renfe ha incrementado su presupuesto de seguridad de forma notable. En el año 2002 destinó 1,4 millones de euros a esta partida. Este año han sido 1,8 millones. Una parte se ha destinado a instalar cámaras de control. 45 estaciones disponen de ellas.

De las estaciones situadas en el núcleo de Barcelona, el 70% están ya equipadas con sistemas de videovigilancia. Además, ha contratado a un centenar de vigilantes y guardas de seguridad, distribuidos en estaciones, exteriores de las mismas y trenes. En determinadas ocasiones, por ejemplo en la zona del Maresme en los primeros trayectos de fin de semana, se cuenta con operativos de hasta 15 vigilantes, reforzados con dotaciones de la policía correspondiente. Renfe prevé instalar también videocámaras en el interior de algunos trenes.

La inseguridad se produce tanto en los trenes como en el resto de las instalaciones, pero especialmente en las estaciones situadas al final de los trayectos, donde el número de viajeros suele ser ya muy bajo. La más problemática es la línea 1, en las estaciones de Santa Coloma.

En Ferrocarrils de la Generalitat se produjo una de las situaciones más graves, poco frecuente, sin embargo. El 9 de agosto pasado los agentes detuvieron a un individuo que agredió sexualmente a una trabajadora de la empresa. El parte del incidente lo narra así: "A las 2.40 horas la agente padece un intento de agresión sexual por parte de un individuo en el vestíbulo de la estación de Ildefons Cerdà. Consigue resistirse a la agresión y defenderse (aunque tiene la falda rasgada) mientras pide auxilio. La coincidencia del cierre de la dependencia por la pareja de seguridad PSLAB-8 hace que al oír los gritos de auxilio acudan en su ayuda, procediendo a cerrar las puertas de salida, hecho que facilita la detención de agresor". La policía llegó después para detener al agresor. La víctima presentó la correspondiente denuncia.La preocupación de las empresas por el aumento de la inseguridad las ha llevado a incrementar las medidas de seguridad ante incidentes previsibles. Por ejemplo: cualquiera que tome el tren en la línea del Maresme un sábado o un domingo de madrugada sabe que el primer convoy debe ser evitado: lo ocupan grupos que proceden de discotecas que cierran tarde.

Renfe lo explica así: "El perfil tipo del generador de incidentes en la red de Cercanías corresponde a jóvenes que se dirigen o proceden de discotecas, que viajan en grandes grupos, provocan conflictos e intentan cometer actos vandálicos (insultos a viajeros, vaciado de extintores, rotura de lavabos y líneas, apedreamientos...)". La empresa asegura que el resto de comportamientos incívicos y delictivos están relativamente estabilizados, aunque reconoce que esporádicamente se cometen también robos y agresiones en las estaciones y en el interior de los trenes.

Además del robo con intimidación aprovechando la soledad del pasajero, hay un segundo tipo de hurto: el que realiza el carterista aprovechando las aglomeraciones. F. P. vio el otro día como un turista era advertido por un viajero de que le estaban quitando la cartera. El presunto carterista se encaró y amenazó a la persona que dio la alarma mientras los demás pasajeros se mantenían en silencio como si el asunto no fuera con ellos.

Un individuo acorraló a una joven en la estación de Reina Elisenda de Ferrocarrils de la Generalitat. Al percibir que otras personas llegaban al lugar simuló estar preguntando una dirección. Las dos personas que observaron los hechos aseguran que se trataba de una excusa inverosímil porque habían visto a la misma persona en la misma estación en ocasiones anteriores. Pocos días antes, la policía había detenido en la estación de Sarrià a un grupo de "estética skin" que había insultado y agredido a los pasajeros, según el informe del incidente. Era un fin de semana.

Sin estadísticas

Los ferrocarriles urbanos y soterrados son, a determinadas horas de la noche, un espacio solitario y sin apenas vigilantes. La vigilancia en el interior de los trenes es tarea que corresponde a la misma institución que se encarga de la vigilancia en el exterior: el Cuerpo Nacional de Policía en Barcelona, y los Mossos d'Esquadra en aquellas poblaciones donde se ha procedido al despliegue de estas fuerzas.

Pero las estadísticas policiales no detallan cuántos delitos se han cometido en los transportes públicos. El portavoz oficial del Cuerpo Nacional de Policía explica que no se tiene en cuenta dónde se produce el delito, sino únicamente el tipo de delito. De ahí, añade, que no se disponga de estadísticas sobre agresiones en los metros y trenes. Tampoco dispone de ellas la subdelegación del Gobierno. Sus datos globales reflejan que la delincuencia está estancada en el conjunto de la ciudad. Estos datos proceden de las denuncias efectuadas.

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