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Reportaje:

Nochebuena en guardia

Los 1.300 militares españoles en Irak dedican unas horas a celebrar la Navidad

Nochebuena con escasas horas de fiesta, no demasiado alcohol y en guardia. Eso sí, con enormes deseos de crear buen ambiente. Los 1.300 militares españoles destacados en Irak, el 7% mujeres, celebraron la primera fiesta de estas Navidades en su base de Diwaniya, en un antiguo campamento de carros de combate del Ejército de Sadam Husein, y en los acuartelamientos de Nayaf y Babilonia. Los consabidos belenes y árboles de navidad en muchos edificios, y el toro en el tejado del centro de transmisiones -"Es casi el escudo oficial en las bases españoles", dice un oficial- se colocaron con premura sólo un par de días antes, cuando el frío llegó al centro del país, para afectar sobre todo a los uniformados de Honduras, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana que comparten misiones y cuarteles con los españoles. Hubo misa del Gallo, aunque fuera antes de las doce de la noche (10.00 en la península Ibérica).

El sargento Óscar Fernández no puede contener su nostalgia. "Se echa de menos a la familia", dice
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Son muchos los que han disfrutado, o sufrido, más de una Navidad muy lejos de España, en las misiones en Kosovo, Afganistán, Bosnia y Croacia. Para el sargento Óscar Fernández Majano, que espera su primer hijo para agosto, es la segunda consecutiva fuera de su casa. La Nochebuena de 2002, este suboficial se la pasó recogiendo chapapote en Galicia. Le resta importancia, pero ayer no pudo contener la añoranza: "Se echa de menos a la familia".

Si todos coincidieron en que fue una jornada de trabajo normal hasta la cena, para una cuarta parte de los soldados desplegados en Irak, fue más dura. O más llevadera, según se mire. Tras concluir el primer turno de la cena, a las 20.00, patrullaron las calles de Diwaniya, Nayaf y Babilonia desde las 23.00 hasta las 8.00. "Prefiero trabajar. Así casi no se nota que es Navidad. Piensas que es un día más y se te pasa rápido". Es su manera de sortear la nostalgia. Otros hubieran preferido no salir de la base. Pero fue peor para los civiles que sirvieron las viandas, la mayoría de Ciudad Real. Estas 20 personas se emplearon a fondo.

Como también trabajó el general de la Brigada Plus Ultra II, Fulgencio Coll, que por la mañana fue al destacamento de Nayaf, a 60 kilómetros al norte de la base de Diwaniya, para felicitar a sus soldados y transmitir las felicitaciones del Rey, del presidente del Gobierno, José María Aznar, y de los mandos militares. Lo mismo hizo por la noche ante el grueso de sus tropas. En ambas bases llegaron ayer por docenas los paquetes transportados desde España por el avión estafeta. Al teniente coronel Cabezas se le caía la baba al abrir un paquete con un corazón de tela enviado por su hija. "No hay restricciones en los envíos", asegura el comandante Manuel Busquier.

El pasado martes llegaron a Base España 5.000 kilos de alimentos. Tras zampar los entremeses, langostinos, lomo embuchado, jamón, espárragos, ensaladilla rusa y un solomillo de cerdo antes de los turrones -en algunos momentos en medio de baños de cava y al compás de villancicos-, la gran mayoría de los uniformados tuvieron que reducir el tiempo del que disponen para hablar con sus familias. Fue la única manera de que todos felicitaran las fiestas.

Y tras la cena, a la cantina o a las jaimas acondicionadas para la breve juerga, donde los soldados -el 80% de ellos extremeños de la Brigada Mecanizada Extremadura XI, con base en Bouta (Badajoz)- bebieron refrescos. Y alcohol aquellos que se hicieron con petacas. "Al estar siempre de servicio y portar armas, está prohibido el alcohol", dice un oficial, que sonreía el martes cuando se le preguntó si iba a hacer la vista gorda.

Los soldados españoles destacados en Diwaniya reparten juguetes a los niños de la ciudad.
Los soldados españoles destacados en Diwaniya reparten juguetes a los niños de la ciudad.EFE

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