¿Volverá la mayoría absoluta?

Tengo que reconocer que el PP ha captado bien el punto débil del electorado, y volverá a ganar las elecciones. Y hasta me atrevería a decir que con mayoría absoluta, aunque no es eso lo que yo deseo.

La estrategia es sencilla: jugando con alrededor de 36 millones de españoles, o sea, todos los que viven fuera del País Vasco y Cataluña, se les cuenta que la unidad de España está en peligro, que el PSOE es un enemigo de España, que ellos acabarán con el terrorismo, que..., y el cóctel está servido. A un gran número de votos de esas tierras, sean de la ideología que sean, se les rescata para que España no se destruya. Y votan al PP como único partido valedor de la unidad de la patria. O sea, lo que nos vendía el franquismo pero en democracia.

Alla por el año 1976, mi padre, franquista, me amenazaba con que el voto a los rojos sólo valdría para volver a la Guerra Civil, porque España tiene muchos enemigos dentro. Eso me contaba en aquel año. Ahora, 27 años después, los ilustres del Gobierno nos cuentan la misma película. Yo que conviví con aquella ideología no me siento ahora intimidado por unos señores que piensan igual que lo hacía mi padre.

Yo no dudo de que hay gentes en este país que no se sienten españolazos y que no están muy felices en el país que quiere el PP. Pero es que yo, que no soy nacionalista de nada ni de nadie, tampoco estoy a gusto en esta unidad forzada. En cien años con este problema es hora de dar una solución para que aquellos que no se sienten bien en un país con estos problemas se puedan sentar en una mesa común. Todo es darle un poco de imaginación al poder. Quizás Maragall sea esa luz velada que puede dar un poco de esperanza, porque, al menos, habla de algo más moderno que el discurso del agrio Aznar. Un señor que se despide con bronca. Una persona que no ha sido capaz de aplicar el sentido del humor jamás. Siempre ha estado amargado. Sólo ríe cuando está con su jefe. Será quizas porque entre ambos se han reído de muchos con el chascarrillo de las armas de destrucción masiva.

En fin, puede que ésta carta no sea políticamente correcta en un periódico de tirada nacional, pero creo que las cosas están llegando a un terreno peligroso, porque cuando se juega con echarse a la cara los nacionalismos, cosa que hace muy bien el PP, se entra en un terreno muy bueno para el voto, pero muy malo para la convivencia. Esperemos que la mayoría absoluta haya muerto. Para unos y para otros.