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Agotamiento mental

¿Qué le pasa a la Real? Eterna pregunta, con muchas respuestas, que se plantea siempre que un equipo no va bien. Insistente desde el 26 de octubre, el día de su última victoria liguera.

Conviene reflexionar. Precisamente, lo que a la Real le ha faltado es reflexión. La participación en tres torneos -Liga, Copa y Champions- te impide reflexionar sobre lo ocurrido el domingo porque piensas en el miércoles, el sábado, el martes... La vorágine te mete en un ciclo con pocos resquicios para descansar y reflexionar. A la Real le ha podido esa vorágine, desacostumbrada a tanta exigencia y quizás deslumbrada por las luces europeas.

No es extraño que en la máxima competición haya sido donde la Real mejor ha rendido: octavofinalista y buenos partidos -frente al Juventus en San Sebastián y el Galatasaray en Estambul-. Poco se le puede reprochar, salvo el accidente de Turín. Se ha volcado. Consciente o inconscientemente, ha hecho de esa cita lo prioritario. La Liga ha pagado las consecuencias del esfuerzo psicológico y físico. Y la Copa se ha minusvalorado para quitarse un marrón de encima y más cansancio.

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La Real está agotada mentalmente. Para recobrarse necesita un triunfo que le devuelva la autoestima. En estos casos, conviene ganar aunque sea a un regional. Habría que organizar, si es preciso, un encuentro para ganarlo, para darse cuenta de que la victoria no es algo imposible después de 13, vaya numerito, fracasos seguidos.

Deportivamente, la Real es ahora un equipo vulgar. Los grandes comienzan siempre por atrás. La consistencia defensiva les permite jugar alegremente, con imaginación y atrevimiento. Y la Real es muy débil en la defensa. Le crean un sinfín de ocasiones con pasmosa facilidad. Frente al Valladolid, Makukula se plantó ante Alberto en el primer minuto. Quizás la temporada pasada también fuera débil, pero lo resolvía con sus goles. Ahora la fuente se ha secado y todo lo que antes eran tantos de Kovacevic y Nihat son bazas malgastadas por la falta de frescura, el infortunio o algunas lamentables decisiones arbitrales.

Pero, más allá de ese hecho estadístico, la Real se ha quebrado. A una defensa muy vulnerable se ha añadido el desmoronamiento de la línea medular, que deja mucho que desear por su falta de combinación y escasa presencia. Nada o muy poco ha funcionado como se esperaba.

¿Y el técnico? Soy un admirador de Raynald Denoueix, con una gran capacidad de trabajo y gusto por el fútbol. Pero su sorprendente ampliación de contrato no ha sido oportuna. La Real ha pecado de precipitación. Si las cosas siguen mal, ¿se le va a mantener a capa y espada o se va a caer en la cirugía habitual? Probablemente, se ha querido dar un golpe de confianza, firmeza, estabilidad, frente a los nerviosismos anteriores. ¿Y ahora qué?

Roberto López Ufarte fue futbolista de la Real Sociedad.

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