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ANDREAS SCHOLL | Contratenor

"Buscar siempre la belleza cuando cantas puede ser un peligro"

Jesús Ruiz Mantilla

Cuando anda por la calle pisa con una pierna el pasado y con otra el futuro. Porque Andreas Scholl (Eltville, Alemania, 1967) es un curioso impenitente y un cantante rara avis que debe conocer a fondo los ecos más antiguos de la música y trasladarlos al mundo moderno. Su cuerda es la de contratenor, es decir, exprime sonidos más propios de las sopranos, en su caso, que de los tenores y abarcan sobre todo el repertorio barroco, renacentista y de música antigua, el que en la época era más propio de los castrati. "Ahora, con toda la recuperación que ha habido de ese repertorio cada vez hay más demanda de contratenores", dice Scholl, considerado hoy por hoy el número uno de su voz, que actuó ayer en el teatro de la Zarzuela, en Madrid, dentro del ciclo de Lied, con canciones de Henry Purcell y piezas folclóricas inglesas.

"El siglo XX será una época en la que recordaremos a Maria Callas y a Sinatra"

Parece un tipo calmado. Es alto, fortachón, risueño y tiene una personalidad de contrastes. Su trabajo le hace viajar constantemente en la máquina del tiempo, pero él tira de la cuerda hacia adelante con su vicio por las nuevas tecnologías. Así se presenta: "Vengo de comprar un aparato para mi ordenador. Soy un vicioso de los gadgets electrónicos, de los inventos nuevos para informática y teléfonos móviles. Me apasiona todo eso", asegura.

Será porque se gana el pan sin artificios, con su voz, con música surgida de hace 500, 400, 300 años e instrumentos de cuerdas hechas con tripas de animal y maderas nobles, sin micrófonos y sin trucos, desde que empezara a cantar de niño en un coro. "Fue en el de la iglesia de Kiedrich, cerca de Francfort. Mi padre cantaba allí y mis hermanos también. Luego mi hermana Elisabeth y yo nos hicimos cantantes profesionales", afirma.

Él en una cuerda donde no abundan. "Cuando experimenté mi cambio biológico podía seguir cantando como una soprano y me aconsejaron hacerme contratenor. Me fui a la mili y al volver decidí dedicarme en serio". Cuesta creerle cuando habla porque luce una voz intensa, de locutor radiofónico curtido, "de barítono", dice él. Así que cuando canta parece tener a alguien dentro. Un castrati renegado o perdido en el tiempo que le ayuda a superarse. "Lo de los castrati era una barbaridad, pero claro, para las familias pobres de la época, suponía una salida para algún hijo, les resolvía la vida. Debían tener unos poderes asombrosos. Su voz corría más que la nuestra. De hecho hay alguna partitura para contratenor en la época, pero las crónicas cuentan que frente a castrati, como Sinesino, al que Haendel escribió grandes papeles, o Farinelli, que acabó aquí en Madrid cantando en la corte, los demás siempre resultaban ridículos", dice Scholl.

Los contratenores son pocos y bien avenidos. "Creo que como todos los que hemos empezado en coros desarrollamos una camaradería especial. Huimos de los egos y damos a la gente lo que se merece, buenos conciertos", asegura. Y acto seguido habla bien de sus colegas, particularmente de los españoles. "Hay contratenores buenísimos en España, como Carlos Mena y José Hernández, que es muy joven y estudia en Basilea, donde doy clase y me formé yo también", cuenta. Se refiere a la Schola Cantorum Basiliensis, una institución con apenas 100 alumnos que es el referente mundial de la enseñanza de la música antigua en el mundo. "No hay un lugar equiparable en ninguna parte", certifica Scholl.

Allí aprendió los secretos de la intensidad y la línea que separa la belleza del manierismo. "El manierismo en el barroco puede ser un peligro. Los contratenores tenemos algo ganado si nos esforzamos en buscar la belleza, pero no hay que pasarse cuando la encuentras porque a veces se acentúa sólo eso y se pierde el dramatismo que puede haber en algunas piezas. Así que buscar siempre la belleza cuando cantas puede ser un peligro", avisa.

Es algo que puede ocurrir fácilmente en el repertorio que interpretó ayer en Madrid, con un compositor tan especial como Purcell. "Tiene un gran poder de sugestión y de evocación. Con él siempre caminas en la cuerda floja", afirma. Pero es algo que a él le gusta, algo que no rehúye Scholl, que cualquier día nos sorprende como artista pop. "Es una de mis aficiones en casa. Tengo un estudio de grabación y compongo música pop a la que pongo mi voz. No resulta extraño, ni grito, ni hago cosas raras. Hay grandes contratenores en la música moderna, los Bee Gees, por ejemplo, lo han sido. Las canciones populares han dado voces fundamentales en el siglo XX. Será una época en la que recordaremos a María Callas, pero también a Frank Sinatra".

Andreas Scholl, ayer en Madrid.
Andreas Scholl, ayer en Madrid.ULY MARTÍN
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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