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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El día en el que "decidimos puntualidad"

El 11 de diciembre, junto a dos compañeras de trabajo, me disponía a coger el vuelo IB 3480 de Madrid a Ginebra con salida a las 9.00 porque "habíamos decidido puntualidad con Iberia", fundamentalmente porque nuestro objetivo era tener la reunión de mayor importancia del año con el principal cliente de nuestra empresa.

A la hora del embarque, un aviso por la megafonía de Barajas indicó a los pasajeros del vuelo que nos dirigiéramos a la cafetería El Mirador del aeropuerto. Y ésa fue la última comunicación oficial que se dignó hacernos Iberia.

Tras acudir a las mesas de información, se nos notificó que se había cancelado nuestro vuelo y que la causa era la "falta de tripulación" (se ve que ese día la tripulación no "había decidido trabajar"). También se nos dijo que partiríamos en el vuelo de las 12.15.

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Mis compañeras y yo intentamos retrasar nuestra reunión hasta las 14.00, nueva hora a la que con un poco de suerte llegaríamos a Ginebra.

Al llegar al nuevo embarque, nos dijo una señorita que no había asientos asignados, por lo que los pasajeros de dos aviones teníamos que pelearnos por los asientos a "tonto el último". Como mis compañeras y yo habíamos "decidido amabilidad" ese día, quisimos saber si había forma de que nos sentáramos juntas.

La respuesta amable de la persona de Iberia encargada del embarque fue la de darnos la espalda -literalmente- y ponerse a hablar con una compañera. Durante cinco minutos seguí hablando, pero ella ni se dio la vuelta -parece ser que ella "no había decidido educación"-. Al llegar al avión e instalarnos todos como pudimos, permanecimos una hora en él sin despegar. Finalmente llegamos a Ginebra a las 15.00.

Nuestro cliente no nos pudo ya recibir, y ni siquiera tiene fechas, lógicamente, hasta después de Navidad, con el grave perjuicio que eso ha supuesto a nuestra empresa.

Ni nos movimos ya del aeropuerto de Ginebra, esperando a coger el vuelo de vuelta, el de las 19.10. En este nuevo embarque se negaron a sentarnos juntas, sin ningún tipo de disculpa -incluso nos regañaron al pedirlo- y volvimos a estar una hora en pista sin despegar.

Llegamos a Madrid a las 22.00, por lo que, al llevar en Barajas desde las 7.30, fueron 14,5 horas en manos de la puntualidad y amabilidad de Iberia, que no deseo a nadie.

Por cierto, el precio de los tres billetes fue de 1.300 euros cada uno.

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