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Los chiíes responderán a los ataques de la resistencia en Irak

Una explosión en la sede de un partido mata a una mujer y hiere a ocho vecinos de Bagdad

Miguel González

"Aguantaremos todo lo que podamos, pero nuestra paciencia tiene un límite. Si insisten en atacarnos, nos defenderemos". El clérigo Abu Thar hablaba ayer frente a las ruinas de la sede del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Irak (CSRI), el principal partido chií, en el barrio de Al Yihad, al suroeste de Bagdad. A las cinco de la madrugada, una fuerte explosión había derribado el edificio, mató a una mujer e hirió a ocho personas, entre ellas dos niños. Aunque la policía local descarta que se trate de un atentado, la gente no cree la versión oficial.

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El jueves fueron asesinados en la capital un dirigente del mismo partido, Mohannad al Hakim (primo de Abdulaziz al Hakim, líder del CSRI), y el clérigo chií Osama al Fawadi. "No hay problemas entre nosotros. Los extremistas y partidarios de Sadam nos provocan para enfrentarnos", dice Abu Thar.

Camila Fedei estaba durmiendo cuando le despertó un estruendo y el techo de su vivienda se desplomó. De entre las ruinas, logró rescatar a sus dos sobrinos, Saha y Mohamed, pero su cuñada, de 35 años, quedó sepultada bajo los escombros. "Somos pobres y nos hemos quedado sin hogar. ¿Dónde vamos a ir?", se lamentaba la abuela, Rahim Yabar, que fue evacuada al cercano hospital de Yarmuk. Tanto ella como los dos niños, uno de ellos con la cabeza vendada, volvieron a las ruinas de lo que fue su casa tras la cura.

En el inmueble, una antigua sede del partido oficialista Baaz, residían cuatro familias con 22 miembros. Ninguno tenía trabajo. Se instalaron allí al terminar la guerra cuando los echaron de sus hogares por no pagar el alquiler. Hace cuatro meses, la Brigada Badr, brazo armado del CSRI, que participa en el Consejo de Gobierno tutelado por Estados Unidos, abrió en el edificio una escuela coránica, pero dejó a las familias seguir residiendo en el resto de las habitaciones.

"El miércoles vinieron a decirnos que debíamos marcharnos porque era peligroso vivir aquí, y nos advirtieron de que, si nos quedábamos, no podrían garantizar nuestra seguridad", explica Mohamed Rahim, de 23 años.

Toda la parte delantera del inmueble está hundida y hay cascotes a decenas de metros de distancia, junto a la carretera. "Han puesto una carga de TNT", afirma Abu Thar. Un agente iraquí, que no quiere dar su nombre, sostiene, por el contrario, que el pilar principal cedió tal vez por el ruido de los helicópteros. "La policía pretende quitarle gravedad. Pero nosotros escuchamos perfectamente la explosión y vimos una nube de humo", afirman Ahmid y Mohamed Radi, dos hermanos que residen al otro lado de la calle. "Los helicópteros llegaron mucho después".

Lo importante, sin embargo, no es si se trató de un atentado, sino que los chiíes están convencidos de ello. El día 8 fue atacada con granadas una mezquita suní en el barrio bagdadí de Al Huriya. Los participantes en el funeral por las tres víctimas se vengaron saqueando una mezquita chií. Los máximos responsables de las dos confesiones musulmanas han creado un comité en Bagdad para intentar frenar la espiral de enfrentamientos religiosos, hasta ahora con escaso éxito. Los chiíes suponen el 60% de la población de Irak y fueron duramente reprimidos por Sadam, mientras que los árabes suníes, en torno al 20%, se beneficiaron de su régimen y nutren ahora las filas de la resistencia.

"La Hauze [autoridad chií, con sede en Nayaf] nos manda ser hermanos y creer en la tolerancia, pero esto no es resistencia, es terrorismo contra gente indefensa. Aquí sólo se enseñaba religión. Hay líneas rojas que no se pueden traspasar", clama el clérigo.

El mes pasado fueron asesinados en el mismo barrio cuatro antiguos miembros de la Mujabarat, el servicio secreto de Sadam. El miércoles fue abatido en Nayaf un ex dirigente del Baaz. Estos crímenes, de los que la policía no se ocupa, se atribuyen a la Brigada Badr, empeñada en limpiar su zona de elementos del antiguo régimen.

Pero la violencia en Irak no se limita al enfrentamiento interreligioso. Dos soldados estadounidenses murieron ayer y otro resultó herido al explotar un artefacto a las afueras de Bagdad, según Efe. Además, dos insurgentes fueron alcanzados por disparos de la policía local cuando colocaban cargas en una carretera cerca de Kirkuk.

La madre y los hijos de la mujer fallecida en la explosión de ayer, en Bagdad.
La madre y los hijos de la mujer fallecida en la explosión de ayer, en Bagdad.M. G.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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