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Reportaje:

Corbera recupera su símbolo

El castillo pasa a ser de titularidad pública y será restaurado para incluirlo en una ruta turística

Un bando emitido por la megafonía del Ayuntamiento daba a media mañana de ayer la buena nueva a los 3.300 vecinos de Corbera: "Acaba de firmarse en la Diputación la compra del castillo". Era la noticia del último cuarto de siglo. Todas las corporaciones democráticas, en las que se han alternado alcaldes del PSPV, del Bloc y del PP, han reivindicado con fuerza la recuperación del castillo, declarado Bien de interés Cultural. Pero el escaso presupuesto de este municipio ubicado a los pies de la Serra de Corbera hacía imposible la compra sin la ayuda de otras instituciones. Poco después de las 10 de la mañana se cumplía por fin el sueño: el presidente de la Diputación, Fernando Giner, y los últimos propietarios de la fortaleza sellaban el histórico acuerdo. La compra, por 270.000 euros, incluye una franja de unos tres metros alrededor de la fortificación además del acceso de servidumbre a lo largo del montículo por donde se extienden los viejos muros.

El alcalde, Leopoldo Hernán (PP), presente en la firma, dijo que se trata de "un regalo de Navidad para los vecinos de Corbera". Un obsequio que hace extensible a los futuros visitantes: "Pretendemos integrarlo en una ruta turística", indicó Hernán. Pero antes deberán llevarse a cabo catas arqueológicas y después "iniciar el proceso de restauración que lo convierta en un centro de referencia", según Giner, que calificó la fecha de ayer como "un día histórico para Corbera".

Los historiadores de la zona aseguran que los orígenes del castillo se remontan a la época romana y que sobre sus restos los árabes levantaron, aproximadamente en el siglo XI, la actual planta, que es "típicamente islámica". Pero a lo largo de su historia experimentó diversas remodelaciones. Tras la conquista de Jaume I "los cristianos lo remodelaron para acomodarlo a su propia visión estratégica y militar", advierte el Arqueólogo e Historiador local Miguel Gómez. La última de las restauraciones data al parecer del siglo XVI durante la guerra de las Germanías. Según Gómez, "el duque de Gandia, Joan Borja, lo reconstruyó para poder presentar batalla a los germanats de la ciudad de Alzira".

Los musulmanes levantaron como avanzadilla de la fortaleza una torre denominada Albarrana, porque protegía un manantial, que a la vez servía para defender la puerta principal del castillo. Se trata de la torre almohade mejor conservada de Europa, según el historiador francés Pierre Guichard y una de las escasas que existen en España.

Pero las últimas batallas libradas entre sus elevados muros datan de los años sesenta, según recuerda Josep Tomás Marrades, vecino de Corbera: "Al salir del colegio subíamos al castillo, los primeros que llegaban tomaban posesión del mismo y los demás nos dedicábamos a asaltarlo". Tomás, que ocupa la secretaría comarcal de CC OO, se mostraba ayer satisfecho: "Siempre hemos considerado el castillo como un símbolo y un bien del pueblo".

Desde las milenarias piedras del castillo se divisa una impresionante panorámica. Según la época del año, la zona baja de la Ribera se tiñe de un verde luminoso, con la crecida del arroz; del rojo de la puesta del sol; o bien del intenso azul del cielo o del negro de los nubarrones de tormenta que reflejan las aguas de los arrozales. Torres y murallas ocupan un lugar estratégico en La Ribera. Los castillos de Corbera y Cullera controlaban la entrada natural hacia el interior de la comarca, pues dominaban las únicas vías de comunicación de entonces: la vía Augusta y el río Júcar, que era navegable.

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