La policía explosiona un proyectil de la Guerra Civil hallado en un chalé de Jaén

Hasta ahora era frecuente que en localidades de la Campiña de Jaén se localizasen proyectiles de la Guerra Civil, toda vez que esa zona -principalmente las localidades de Lopera y Porcuna- fue línea divisoria de los bandos nacional y republicano. Sin embargo, en la capital jiennense estos hallazgos resultaban inéditos. Al menos hasta el pasado miércoles, cuando un vecino de Jaén encontró un artefacto en el huerto de su chalet.

Miguel Ayala, un conocido pintor jiennense, en su residencia del Cerro de La Mella, en las estribaciones del castillo de Santa Catalina de la capital, halló, en compañía de un operario que trabajaba en su huerto, un artefacto que incluso llegaron a retirar sin saber que aún estaba sin explosionar.

Afortunadamente, Miguel Ayala decidió ayer avisar a la policía al ser consciente del peligro que podía acarrear el proyectil. Durante toda la mañana, efectivos del Cuerpo Nacional de Policía acordonaron la zona, junto a la barriada del Tomillo y el Tiro Nacional, hasta que llegaron a la zona un grupo de artificieros del Tedax, procedentes de Granada, que retiraron el artefacto y lo explosionaron horas después en un descampado a las afueras de la capital, en la carretera de Fuerte del Rey.

Según confirmó la Policía, el proyectil era un arma específica contra carros de combate y pesaba aproximadamente tres kilogramos, medía 25 centímetros de longitud por 12 de ancho y era de color marrón. Los artificieros pudieron comprobar que el arma estaba poco deteriorada y apuntaron que, según todos los indicios, pertenecía a la Guerra Civil.

Se da la circunstancia de que el pasado mes de abril, fue descubierto un refugio antiaéreo de la Guerra Civil en las excavaciones que la Junta de Andalucía llevaba a cabo para la construcción del albergue juvenil de la capital, en pleno casco antiguo. Los historiadores creen que el refugio fue construido, presumiblemente, tras el trágico bombardeo de las tropas nacionales sobre Jaén el 1 de abril de 1937, que se saldó con 155 víctimas civiles, y que fue considerado, tras el de Guernica, el más cruel de la contienda civil española.

En el municipio jiennense de Lopera salen a la superficie, con frecuencia, proyectiles similares al localizado en la capital, coincidiendo con las tradicionales labores de arado de la tierra o, simplemente, por los efectos de las torrenciales lluvias. Aunque en la mayoría de los casos, los hallazgos no han tenido mayores consecuencias, los loperanos han sido testigos en el último siglo de varias explosiones que hirieron a vecinos e incluso costaron alguna vida humana en los años siguientes al final de la Guerra Civil.