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Entrevista:Juan María Atutxa | Presidente del Parlamento vasco

"La sociedad vasca jamás entendería que el 'lehendakari' o yo fuéramos a la cárcel"

Juan María Atutxa, de 62 años, muestra una tranquilidad desconcertante si se reflexiona sobre las cosas que dice y, especialmente, sobre las que sugiere. Pero no oculta su propio desconcierto ante la ofensiva del Gobierno central en el País Vasco. A su juicio, las movilizaciones de los nacionalistas son el principio de un largo camino que no ha hecho más que empezar.

Pregunta. Viendo aquellas imágenes de la gente que le acompañaba hasta la puerta del Tribunal Superior del País Vasco me preguntaba si usted ha imaginado verse, algún día, acompañado hasta las puertas de la cárcel...

Respuesta. Bueno... Dios quiera que no se tenga que vivir esa imagen y ese espectáculo. Aunque bien es cierto que, ante hechos que se están produciendo, que eran inimaginables no hace mucho tiempo, la verdad es que a uno le cabe esperar de todo. Pero tengo que reconocer que uno se resquebraja internamente cuando ve ese colectivo numeroso de personas que habían venido a apoyar a tres miembros de una institución parlamentaria y que, de manera inconcebible, habíamos sido llamados a declarar ante el tribunal. Soy de los que que no sienten titubeo alguno ante las presiones y las manipulaciones, tanto mediáticas como políticas, como de utilización abusiva de los resortes del Estado de Derecho frente a quienes estamos en la razón y en la defensa de la separación de poderes y en la defensa de la institución a la que representamos. Si bien es cierto que ese apoyo que recibimos de tanta gente a uno le conmueve internamente, reitero que jamás de los jamases quisiera que llegara ese momento en el que tuviera que verme acompañado hasta la cárcel. Pero, bueno, estamos en este oficio y la verdad es que estoy preparado y dispuesto para todo lo que tenga que venir... Estoy en la política y sé perfectamente que en la política el juego sucio puede tener consecuencias indeseables.

"Defendí a la ciudadanía frente al terror con la misma firmeza con que defiendo al Parlamento"
"Si quieren evitar el victimismo, que eviten primero el atropello al Parlamento vasco"
"Lo mejor que le podía pasar al País Vasco y al Estado es una tregua definitiva de ETA"
"Siempre es tiempo de retomar el camino de la negociación, en lugar de seguir llorando"
"Están abocando al 'lehendakari' a llevar su proyecto a unas elecciones anticipadas"
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P. ¿Cómo cree que viviría esa situación la sociedad vasca si usted o el lehendakari Ibarretxe van a parar a la cárcel?

R. Le aseguro que la sociedad vasca quedaría atónita. Porque sería bien distinto si esa sociedad viese que, como seres humanos que somos, hubiésemos podido caer en la utilización ilegal de fondos públicos, por ejemplo, o algo así. Pero por una cuestión de la naturaleza por la que se nos quiere procesar, para la cual además se pretenden hacer modificaciones de leyes tan importantes como el Código Penal, creo sinceramente que la gran mayoría de la sociedad vasca no las entiende. Y jamás de los jamases esa sociedad entendería que el lehendakari o yo tuviésemos que acabar en prisión. Eso no significa que la sociedad fuera a alzarse en rebeldía, ni mucho menos, aunque le aseguro que la sociedad vasca se siente directamente afectada y agredida; porque no son las personas sino las instituciones las que están siendo pisoteadas por el Gobierno del señor Aznar utilizando todos los medios a su alcance.

P. Me imagino que no le habrá gustado que alguien haya encontrado similitudes entre su situación ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y la que vivieron José Barrionuevo y Rafael Vera en la puerta de la cárcel de Guadalajara...

R. Por supuesto que no me gusta. Es que en nada es comparable la razón o causa por la que unos tuvieron que comparecer ante los tribunales, y como consecuencia traspasaron la barrera de entrada en una prisión, y la circunstancia en la que nosotros nos encontramos, que es por alzar la voz ante los tribunales diciéndoles que nuestra ley no nos posibilita de ninguna manera dar cumplimiento a lo que pretende el Tribunal Supremo. Ese tipo de comparaciones son verdaderas bufonadas que no tienen ni entidad para ofendernos.

P. Los que sí están ofendidos son los magistrados del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por la movilización que organizaron ustedes, y que para algunos tenía unas connotaciones de presión intolerables.

R. Le confieso que esa movilización era algo que cabía esperar. Porque a lo largo de todo este tiempo las muestras de afecto, de apoyo y de calor que venimos recibiendo los tres miembros de la Mesa del Parlamento que estamos pasando por este trance son innumerables. Le aseguro que hemos hecho esfuerzos por trasladar a nuestras respectivas formaciones políticas que no movilizáramos a la ciudadanía, que en su gran mayoría sin duda nos respalda, porque esto va a ser un camino largo. Esto no ha hecho mas que empezar. Pero lo que ocurrió en la calle aquél día, a uno le conmueve, al ver cómo la sociedad se rebela ante tanta injusticia y barbaridad. Le diré que me emocionó especialmente la presencia de una joven a cuyos padres conozco desde hace muchísimos años, pero que ella... Yo le dije ¿qué haces tú aquí? Y me contestó: "Tantas veces mi madre me ha hablado de tí y de tu forma de ser... Tú sabes que no coincido contigo ideológicamente, pero he venido aquí a estar contigo ante la injusticia que se está cometiendo". Esa chica y su familia pertenece a la ideología del PP.

El tribunal ha podido sentirse incómodo ante la presencia de la gente en la calle, que fue totalmente civilizada, pero considero que esa gente estaba ejerciendo un derecho que le asiste, y además comunicaron previamente a la seguridad que esa concentración se iba a producir. Desde luego, no comparto la idea de que los magistrados pudieran sentirse presionados, aunque la respeto. Yo les preguntaría a esos magistrados cómo creen que podría sentirme yo cuando la primera noticia de que íbamos a ser citados ante el tribunal la tuve por el periódico La Razón, o cuando supe que mi declaración se había filtrado íntegra a la prensa horas antes de que finalizara la declaración de los demás...

P. Tampoco ha gustado en algunos sectores el protagonismo asumido por Xabier Arzalluz en aquella concentración, en la que no solo estaba el PNV. Y como usted no es de su cuerda, en el interior del Partido Nacionalista Vasco, me gustaría saber si usted comparte de alguna manera esa crítica.

R. ¡Ni hablar, ni hablar! Para empezar, le diré que Arzalluz es el presidente de la ejecutiva del EBB [Euskadi Buru Batzar] hoy por hoy, aunque él haya decidido libremente irse. Le quiero dejar claro que, para mí, Xabier Arzalluz es merecedor de una gran admiración, y estoy seguro de que pasará a la historia no sólo del Partido Nacionalista Vasco sino de este país como un hombre realmente relevante. Es posible que la cara de Arzalluz fuera la más conocida de todas en aquella concentración, pero también le aseguro que nunca le había visto tan emocionalmente implicado, de corazón, de hoz y coz, como en aquel acto de apoyo, con tanta gente. Y si tuvo un protagonismo, inevitable, estoy seguro de que era lo que menos le importaba en ese momento.

P. Pues llegó a decir que, para él, aquél era un momento de gloria para el PNV. ¿Comparte esa apreciación?

R. Eso puede tener varias lecturas... Cuando me reuní con el Gobierno vasco, dejé claro que para mí no era un honor ser procesado. Les dije que Atutxa no es de las personas que puedan sentirse honradas por ser procesadas y condenadas. Ahora bien, si mi firmeza, que es mi responsabilidad, conlleva que me procesen, me condenen y me lleven a la cárcel, lo asumiré con la mayor serenidad. Y creo que cuando Arzalluz dijo aquello, lo hizo en ese sentido de que esta situación, no deseada, sería una gloria porque el Partido Nacionalista Vasco se crece en la adversidad.

P. Y se mueve como pez en el agua en el victimismo.

R. Pues lo tienen muy fácil: que eviten cometer barbaridades y atropellos como el que se está cometiendo con el Parlamento vasco y yo no iré de víctima, de ninguna manera. Le aseguro que tampoco en este momento yo quiero ir de víctima. Lo que estoy es denunciando el atropello que se está cometiendo con el Parlamento y, en consecuencia, manteniendo firmeza en la defensa del Parlamento vasco. Pero, insisto: quien quiera evitar que yo vaya de víctima por la vida que evite primero el atropello. Eso es lo que tendrían que hacer en el Gobierno de Madrid.

P. Reconozca que es difícil identificar al Atutxa de hoy, declarando ante los tribunales por no actuar contra lo que fue Batasuna, con aquel Atutxa implacable perseguidor de etarras, objetivo preferente de los terroristas cuando era consejero de Interior del Gobierno vasco.

R. Le puedo asegurar que soy la misma persona, que no he cambiado, que sigo pensando igual que pensaba entonces, que volvería a hacer lo mismo y a perseguir a los violentos con todas mis energías, que son bastantes. Pero también le puedo asegurar que, entonces como ahora, era y soy nacionalista, aunque mi función era antes distinta de la de ahora. Hoy soy el presidente del Parlamento vasco, y lo mismo que hacía entonces hago ahora: defender instituciones vascas a capa y espada. Entonces defendía de los pistoleros a la ciudadanía, a los ertzainas, y hoy me toca defender, con la misma contundencia, a una institución que está amenazada por una situación de atropello, de tic totalitario. Soy consciente de que con la misma estrategia interesada con que antes se me valoraba por mi firmeza frente al terrorismo, para hacerme aparecer como "el nacionalista bueno", hoy se me quiere señalar como connivente con ese mismo terrorismo que yo combatí con toda firmeza. Respecto a esto último, la verdad es que no acabo de entender cómo alguien de buena fe pueda imaginar que yo pueda ser connivente con los que me quieren matar; cómo alguien puede estar conchabado con aquel grupo que está próximo al mundo de la violencia, aunque hayan sido legítimamente elegidos; si todos los días del año hay que hacer verdaderas filigranas para que a uno no le pillen... Yo no tengo ni el más mínimo gesto de comprensión hacia quienes ejercen la violencia, ni tengo la más mínima comprensión hacia quienes, a cambio del derramamiento de sangre, pretenden conseguir no sé qué fin político. Le aseguro que Atutxa no ha cambiado un ápice en estas cuestiones. Lo que ocurre es que mi papel de hoy, en defensa del Parlamento, incomoda a algunos, igual que no les gusta verme encabezar una lista por Vizcaya y obtener 80.000 votos más que el PP. Todo esto tiene una intención política evidente, que explica muchas cosas. Pero le diré una cosa: Atutxa, como presidente del Parlamento vasco, trata a todos de señorías, a todos, porque son representantes de la voluntad popular; pero Atutxa todavía está por hablar ni siquiera dos minutos con quienes en este momento pertenecen a ese grupo al que se trata de disolver. Por tanto, ¿dónde está la connivencia, dónde está el conchabeo? ¿Qué es esto?

P. Para muchos, sobre todo en el PP de Euskadi, lo que pasa es que usted está enseñando su lado abertzale, persiguiendo a quienes no lo son y amparando a esos que usted define como próximos a los violentos.

R. Vamos a ver. ¿Es que alguien se cree que se trata de una manía persecutoria el que Atutxa observe que hay un parlamentario del PP trabajando a dos manos en un momento de votación, que él se niega rotundamente a admitirlo a pesar de que las imágenes grabadas lo evidencian? ¿Qué se supone que tenía que haber hecho un presidente de la Cámara? ¿Mirar para otro lado? Respeto a todos los parlamentarios por igual, pero también exijo el mismo respeto para la institución que presido.

P. Usted dice que piensa lo mismo que pensaba de la violencia cuando era consejero de Interior. ¿Comparte la tesis de su sucesor, Javier Balza, de que ETA es ya algo residual, que sólo admite un tratamiento policial?

R. Cuando yo era consejero de Interior hice una reflexión a partir de una situación en la que se pudiera meter en un gran barco a todos los encarcelados, a todos los próximos al mundo de la violencia, a todos sus votantes, a todos los huidos a otros países, a toda organización terrorista y llevarlo a alta mar y hundir el barco... Luego, preguntaba: ¿creen ustedes que podemos dar por resuelto el problema? Recuerdo que la gente guardaba silencio. Y yo respondía: no habremos resuelto el problema; habremos conseguido talar el árbol a ras de suelo, pero las raíces van a quedar dentro. Tengo muy claro que a todo el que delinque el único camino que le espera es la respuesta de la ley, su puesta a disposición de la justicia. Pero a partir de ahí -lo decía entonces y lo digo ahora- tiene que haber también otras coordenadas de inteligencia. Que no supone, jamás de los jamases, la cesión al chantaje.

P. Es decir, que usted coincide con lo que piensa, o quizás sueña, Arzalluz sobre una salida negociada para acabar con el terrorismo, ¿no?

R. Es que lo de negociar parece algo perverso por definición, y no debemos tomarlo así. Porque, ¿qué ocurrió para que aquellos representantes del Gobierno fueran a Zúrich, con la autorización expresa del señor Aznar? ¿A qué fueron? ¿A tomar una cerveza? ¿A qué fueron si no a hablar y, entre comillas, a negociar? Ése es el camino, y hay que hacerlo. Negociar no es agachar la cabeza, es acercar, y conseguir la solución al final de esa negociación. Y, frente a los escépticos, soy de los que creen que siempre será tiempo de volver a retomar ese camino perdido tantas veces, en lugar de seguir llorando. Y cuando se dice que la solución es darles leña, yo digo: sin duda, leña hasta el lugar más recóndito del mundo; hay que perseguir el delito, sobre todo el terrorismo. Pero no basta con eso. No basta, no basta...

P. No sé si está usted dando ideas..., o que a lo mejor ya están en marcha algunas conversaciones, digamos subterráneas, de su partido, otra vez. Pero, ¿no cree que lo peor que le puede pasar al lehendakari y a su plan sería una tregua de ETA, que le convertiría,inevitablemente, en su rehén?

R. Nunca diría que lo peor que le puede pasar al lehendakari es que mañana se declare una tregua por parte de ETA. Y mucho menos si la tregua fuese indefinida o definitiva. Porque la propuesta de Ibarretxe nada tiene que ver con ETA y porque aspiro a conseguir la tregua... Es verdad que algunos utilizarían esta coincidencia que pudiera darse entre la tregua y la propuesta de Ibarretxe como algo pactado previamente, pero esa falsedad hay que negarla de antemano. Pero insistiendo en que lo que más necesita el pueblo vasco y el Estado español es que se produzca una tregua, si pudiera ser esta misma noche; una tregua no para tres días sino para siempre.

P. Está claro que Ibarretxe y usted, cada uno en su ámbito, han decidido poner pie en pared frente a la política del Gobierno central. Lo que no está claro es a dónde conduce esta situación de enfrentamiento sin retorno.

R. No se trata de poner pie en pared, sino de asumir cada uno su responsabilidad. Y yo ya dije, y le repito ahora por si alguien lo ha olvidado, que antes de hacer una dejación de mis responsabilidad me iría. Lo cual no significa que, por una vía u otra, se me obligue a tomar no sé cuáles medidas, sino de que yo mantenga intacta mi capacidad de actuación. Porque yo tengo el privilegio de poder actuar con enorme libertad y con arreglo a mi conciencia. Y le aseguro que dejar la política es algo que no me afligiría lo más mínimo. No estoy condicionado por nada, y en este caso ni siquiera por mi ideología nacionalista. Es un compromiso con la institución, que mantendría igual si fuera del PSOE o del PP. Se lo aseguro. En cuanto a la propuesta de Ibarretxe, lo que está claro es que se trata de eso, de una propuesta, que se puede debatir, corregir, reducir, enmendar,ampliar, debatir. Lo que resulta grotesco es que se responda con la amenaza explícita de una penalización, que pueda llegar a meter en la cárcel al lehendakari. Esta es la única respuesta que nadie en su sano juicio podía preparar desde un Gobierno que se dice democrático.

P. No me aclara cómo imagina que va a acabar todo esto, señor Atutxa; si estamos realmente ante un choque de trenes...

R. Mire usted: todo esto conduce a que, de una vez por todas,todos tengamos que poner las cartas boca arriba. Y al final, lo sancionará el pueblo. Sin duda, premiará a quien entienda que está haciendo la defensa correcta y legítima de las instituciones que son representativas del pueblo, y castigará a quien el pueblo entienda que con su actitud está desprestigiando a esas instituciones. Será la sociedad vasca la que diga la última palabra y, por lo que nosotros pulsamos en la sociedad, está a favor de que se exija respeto a nuestras instituciones. La sociedad se expresa a través de mayorías electorales, que dicen claramente lo que piensa y lo que quiere.

P. Es decir, que la salida va a ser el adelanto de unas elecciones vascas, en las que el lehendakari llevará su plan como programa electoral, con la intención de obtener, al menos, una victoria política.

R. No sé cuál será, finalmente, la intención del lehendakari, pero tal y como se están desarrollando los acontecimientos a lo mejor están abocando a eso, a que el lehendakari tenga un día que decir: si se está impidiendo la posibilidad de un debate en el Parlamento vasco, que es el lugar natural para debatir un proyecto político, y si se impide ni siquiera un paso en esa dirección, y además se le amenaza con la cárcel;si se le estrangula políticamente de esa forma, se le está obligando a tomar una salida de esa naturaleza. Y que diga: mire usted,mi propuesta la meto en un programa electoral y con esto me voy a consultar a la gente, me voy a unas elecciones. ¿O es que tampoco se nos va a permitir hacer unas elecciones en nuestro propio país? Porque en nuestro programa planteamos lo que ahora se nos prohíbe debatir, y no le quepa duda de que el resultado de esas elecciones nos daría una legitimidad enorme ante la sociedad vasca.

El presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, en Madrid, momentos después de la entrevista.
El presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, en Madrid, momentos después de la entrevista.LUIS MAGÁN
Juan María Atutxa cruza por un paso de peatones el paseo de la Castellana.
Juan María Atutxa cruza por un paso de peatones el paseo de la Castellana.LUIS MAGÁN

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