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Tribuna:
Tribuna
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Una oportunidad perdida

Una parte importante de la ciudadanía compartirá conmigo que el proceso que ha llevado a la elección del nuevo presidente y a la formación del nuevo gobierno ha sido confuso, poco transparente y falto de la seriedad que tiene que presidir la actuación de los políticos. Sin embargo, la misma vara de medir que CiU empleó para rebatir un PSC y un Maragall empecinados en no aceptar su derrota en las elecciones del pasado 16-N, la utilizamos ahora sin ningún complejo. El nuevo Ejecutivo será totalmente legítimo en tanto en cuanto nuestro sistema es parlamentario. O sea: son los diputados y no las urnas quienes escogen el presidente. La fuerza política ganadora en unas elecciones la define el sistema electoral vigente; el presidente lo escoge el parlamento. Así lo hemos afirmado CiU con rotundidad, al mismo tiempo que nos comprometemos con la ciudadanía a hacer una oposición responsable, serena y firme durante los próximos cuatro años. Otra cosa, igualmente legítima, es la opinión que nos merece el nuevo gobierno. No se trata de un gobierno progresista, sino de un gobierno "contra CiU", fruto de un pacto para echar del gobierno la fuerza que ganó las elecciones. En este pacto, ERC ha demostrado tener muy poco estilo político, así como una gran falta de seriedad, visión y responsabilidad políticas.

ERC ha incumplido su compromiso electoral en favor de un gobierno de concentración nacional que permitiera inaugurar una segunda transición en Cataluña. Una propuesta, la de concentrar esfuerzos, que hicimos nuestra desde el inicio de las negociaciones con ERC porque coincidía con nuestro propósito de avanzar mediante un amplio consenso hacia un nuevo estatuto y un sistema de financiación sustancialmente reforzados. Un PSC al que ERC rescató del fracaso y la derrota, rechazó tajantemente el gobierno de concentración sin que los republicanos se opusieran lo más mínimo. Es evidente, pues, que ERC negoció con CiU sobre la base de un guión ya escrito en su nudo y desenlace. El planteamiento inicial, la única parte en la cual los ciudadanos participaron directamente dando la victoria a CiU, fue obviado por la dirección republicana, que prefirió su guión al que apuntaron las urnas. Repito: para CiU aquí no hay falta de legitimidad; pero sí hay una gran falta de seriedad.

A día de hoy, sólo podemos afirmar que el nuevo gobierno es un pacto "anti-CiU" y que seguramente contiene más elementos de inestabilidad que de estabilidad. Una cosa es un gobierno de concentración nacional y otra cosa es este pacto. No son dos, ni tres, ni cuatro, sino cinco -como mínimo- los partidos que han pactado el Gobierno de Cataluña: el PSC-PSOE, Ciutadans pel Canvi, ERC, ICV y EUiA. Y que nadie se engañe sobre la solidez del futuro gobierno: la carta enviada por José Luis Rodríguez Zapatero al presidente Aznar, asegurándole que el nuevo Gobierno catalán va a cohesionar España y que no habrá tratamiento particular alguno para el autogobierno o la financiación de Cataluña; o la inminente participación de la plana mayor del PSOE, junto al PP, en una manifestación contra el Plan Ibarretxe, que Carod ha invocado hasta la saciedad, plantean ya hoy un dilema a ERC. Como lo plantean los pactos entre el PSOE y el PP para reformar de forma claramente regresiva la ley de extranjería, o para criminalizar el nacionalismo democrático vasco mediante la ley antiterrorista. Dilemas no menores que los que ya está planteando a ambos socios ICV, con su oposición a infraestructuras básicas como el eje Vic-Olot o el Cuarto Cinturón. Repito: para CiU aquí no hay falta de legitimidad, pero sí hay una gran falta de visión política.

No es verdad, como afirmó Carod al anunciar su decisión de apoyar la investidura de Maragall, que un gobierno de PSC, ERC e ICV sea más catalanista que un gobierno de CiU y el PP. No es verdad simplemente porque este último gobierno no ha existido jamás. Nunca ha habido pacto de gobierno de CiU con el PP, sino acuerdos concretos, como los ha habido con todas las fuerzas, principalmente con el PSC y ERC. Tampoco ha habido en los últimos 23 años un presidente que no fuera nacionalista. A estas alturas está claro que la única fuerza política capaz de seguir garantizándolo es CiU. Repito: el nuevo presidente no está falto de legitimidad, aunque sí de credibilidad. Lo que queda claro es la gran falta de responsabilidad por parte de ERC. Desde hoy CiU es la única fuerza política con manos libres en el Parlamento catalán.

Creo francamente que Cataluña ha perdido una gran oportunidad histórica para avanzar notablemente en su autogobierno y su progreso social gracias a un pacto nacionalista fuerte, circunstancialmente abierto a los socialistas. En ningún caso alcanzo a comprender cómo la importantísima transferencia de poder que ERC ha hecho al PSC en Cataluña, podrá desbloquear las grandes cuestiones que nuestra sociedad tiene planteadas. La previsible victoria del PP en las próximas elecciones españolas va a convertir las propuestas nacionalistas de ERC en un brindis al sol.

CiU ha hecho los deberes. CiU se va a la oposición después de haberse renovado generacionalmente; después de haber situado un nuevo liderazgo a la cabeza de un proyecto serio, de futuro y después de haber ganado las elecciones. Aceptamos nuestro nuevo rol sin resentimiento, convencidos que durante esta legislatura vamos a labrar en un terreno en el que ERC ha echado sal. Pondremos todo nuestro empeño en regenerar el tejido nacionalista civil que ERC ha defraudado. Tenemos el objetivo prioritario de ampliar y reforzar desde la oposición el amplio centro nacionalista, tendiendo los puentes que ERC ha roto con la base social catalanista, mayoritaria en nuestro país.

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El espacio de la centralidad política nacionalista constituye la base social desde la cual en CiU hemos gobernado y desarrollado nuestro proyecto de país. Un modelo que es bueno y que seguiremos defendiendo desde la oposición. Un modelo que es nuestro legado a la Cataluña del futuro. Del nuevo gobierno esperaremos pacientes la definición de su modelo, así como su concreción. Lo que puedo asegurarles es que desde la oposición, CiU será el referente de la dignidad nacional, de la modernidad y del progreso social. Trabajaremos ya desde hoy con la vista puesta en las próximas elecciones. Para entonces recuperaremos la posibilidad de formar un auténtico gobierno nacionalista y de progreso. Nuestro proyecto es tan sólido como lo han sido todos los gobiernos que han dirigido hasta hoy nuestro país, durante los últimos 23 años. Desde ahora y hasta las próximas elecciones, les garantizo que Cataluña va a tener la mejor oposición que haya tenido jamás en democracia.

Felip Puig es portavoz del grupo de CiU en el Parlament.

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