"Durango es un oasis dentro de la crisis del sector editorial vasco"
Jon Irazábal es uno de los responsables de que 130.000 personas gasten un millón y medio de euros en discos y libros en tan sólo cinco días. No es poco, porque "los vascos entramos mucho a los bares, pero poco a las librerías", afirma. Antes de que termine la presente edición de la Feria del Libro y Disco Vascos, ya está pensando en la siguiente. El próximo año tendrá un quebradero de cabeza menos, ya que la feria ha estrenado con éxito su sede permanente.
Pregunta. ¿En qué se ha notado el estreno de la sede?
Respuesta. En la dignidad que ha recibido la feria. Con el nuevo edificio le hemos dado dignidad al libro. No somos una cuadrilla de amigos que se reúne debajo de una carpa. La cultura vasca tiene ya una feria convencional. Bajo la carpa teníamos problemas con la iluminación; ahora entra la luz y el libro y las letras se ven.
P. ¿Y en qué se notará en el futuro?
R. Ahora tenemos menos costes, porque no tenemos que alquilar una infraestructura provisional, y podremos destinar el dinero a actividades que antes ni nos planteábamos. Por ejemplo, podemos invitar a delegaciones de fuera de Euskadi a visitarnos, para que conozcan la realidad del mundo editorial vasco; incluso de esa forma se pueden cerrar tratos de traducción de nuestras obras.
P. Tan lanzados están que ahora se habla de organizar dos ferias al año.
R. Creemos que la feria de Durango sólo es una, igual que la Semana de Cine de San Sebastián sólo es una. Eso no quita que, si disponemos de dinero suficiente, podamos organizar otro tipo de eventos relacionados con el mundo del libro o de las editoriales. Durango es una villa relacionada con el libro desde hace siglos. Durangués fue Fray Juan de Zumárraga, quien en el siglo XVI llevó la primera imprenta a América; como Juan de Icíar, uno de los mayores calígrafos de esa época; y aquí se editaron títulos fundamentales de la literatura vasca, como Peru Abarka. En ese sentido, no descartamos dar pasos para fomentar la capitalidad de Durango en el ámbito del libro, e incluso para acoger algún día una biblioteca nacional vasca.
P. Con edificio de cristal o sin él, Urko y Mikel Laboa venden como rosquillas...
R. Los vascos entramos muchas veces a un bar, pero pocas a una librería. Aquí la gente viene sin obligación de comprar; curiosea y al final compra, por eso aquí se vende tanto. Dentro de esas ventas, hay un lugar para ese mercado de la nostalgia.
P. 130.000 visitantes y un millón y medio de euros en ventas... ¿Tan bien está el sector?
R. Los editores han lanzado un SOS, porque este año han descendido mucho las ventas de libros. No saben exactamente cuál es la razón de ese descenso, pero está claro que esta feria en un oasis para ellos dentro de la situación de crisis general. Esperamos que éste sea un primer paso en su recuperación.
P. Este año han venido Atxaga y Médem. ¿Eso le da lustre al evento?
E. Sí, sin duda. Además, hay que destacar la gran cantidad de escritores que se han acercado a firmar sus libros y a tener un contacto con sus lectores. Pero eso es un mérito de los editores.
P. Tras 38 ediciones, ¿la feria se organiza sola?
R. Lamentablemente, no. Durante todo el año hay cuatro personas dedicadas casi en exclusiva a ella. Hay que tener en cuenta que también mantenemos actualizado un fondo bibliográfico en Internet, que reúne la práctica totalidad de la producción literaria vasca. En esta feria ya estamos pensando en cuál puede ser el tema central de la siguiente.
PERFIL
Técnico especialista en administración por formación, Jon Irazábal (Iurreta, 1960) nunca ha ejercido como tal. Desde 1980 trabaja en la organización de la Feria del Libro y Disco Vascos, en 1996 le nombraron director y desde este año es, además, su imagen pública. Esta dedicación casi exclusiva le ha permitido cultivar, siempre de manera autodidacta, su pasión por la historia y la literatura.
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