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La Gran Vía estará cerrada al tráfico privado todos los domingos de Navidad

Los comerciantes aplauden la medida porque garantiza su "supervivencia"

La Gran Vía madrileña, con sus más de 200 comercios entre la Red de San Luis y la calle de San Bernardo, permanecerá cerrada al tráfico privado los cuatro domingos que restan de periodo navideño (hasta el próximo 4 de enero) para ceder espacio a los peatones y animarles a comprar. El gobierno municipal, del PP, anunció ayer que extenderá la medida ensayada el pasado domingo, calificada por los responsables del Ayuntamiento de "gran éxito" y aplaudida por los comerciantes de la zona. PSOE e IU afirman que los efectos del corte al tráfico son "engañosos".

Pedro Calvo Poch, concejal de Seguridad y Servicios a la Comunidad (que incluye el área de Movilidad), compareció ayer ante los medios de comunicación para confirmar algo que ya había dejado caer en los últimos días: el cierre al tráfico privado de la Gran Vía, ensayado por primera vez el pasado domingo, se extenderá a todos los domingos de navidades (14, 21 y 28 de diciembre y 4 de enero) porque ha sido todo un "éxito". Calvo añadió que, "si los comerciantes están de acuerdo", el Ayuntamiento planea instaurar la medida en los 21 domingos comerciales del año (aquellos en los que se permite la apertura de las tiendas).

Los comerciantes, al menos el centenar agrupado en la Asociación de Empresarios de la Gran Vía -en la que están desde pequeñas tiendas y restaurantes, hasta la vendedora de lotería Doña Manolita, la Casa del Libro o la firma de perfumería y moda Loewe- sí están de acuerdo. "Éste es el camino para la supervivencia del comercio tradicional frente a la competencia de las grandes superficies", asegura Florencio Delgado, presidente de la asociación, que el pasado domingo observó con enorme satisfacción una cantidad "insólita" de personas paseando -y, de paso, comprando- por la Gran Vía.

Hasta 600.000 ciudadanos caminaron por esa gran arteria "y aledaños" durante la jornada festiva, según datos del Ayuntamiento (que no sabe, sin embargo, cuántos solían pasar por allí en cualquier otro domingo de diciembre). Lo hicieron por las aceras y también por los dos carriles laterales de la calzada, los del carril-bus, que fueron aislados con vallas del carril central, dejando éste para el transporte público, las motos y los coches de residentes. El resto de vehículos no pudo entrar en la Gran Vía entre las diez de la mañana y la medianoche.

Sesenta agentes de la Policía Municipal se encargaron de impedir el paso a los conductores y de informar a algunos peatones, que con paso inseguro, se preguntaban aún si era cierto que podían caminar por la calzada. El concejal Calvo afirmó ayer que el cierre de Gran Vía "no produjo atascos" en las zonas aledañas porque los ciudadanos "estaban informados".

"Triunfalismo"

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La oposición municipal no lo tiene tan claro, y por eso ha reclamado al gobierno municipal que elabore un "plan general de movilidad" y que aplace su "triunfalismo" para después del puente de la Constitución. "Evaluar la medida a principios de mes, y con este puente de por medio, puede resultar engañoso, teniendo en cuenta además que, aun así, ayer [por el domingo] se produjeron importantes atascos en las zonas aledañas a la Gran Vía", señaló el concejal de IU Julio Misiego.

La portavoz del PSOE, Trinidad Jiménez, afirmó que, aunque la medida es útil, "requiere de algunos requisitos previos que el Ayuntamiento no ha tomado: un plan general de movilidad, el fortalecimiento del transporte público, más información a los peatones y la revitalización del comercio en el casco histórico". "Estamos de acuerdo en restringir el tráfico en la almendra central, pero eso no puede convertirse en una trampa para los usuarios del transporte público: ayer [por el domingo] los autobuses de la EMT iban repletos, y en el metro se aconsejaba a los pasajeros que evitaran las paradas de Gran Vía y Callao porque estaban colapsadas", recordó la portavoz socialista.

Quienes sí están encantados con los cortes de tráfico son los comerciantes. Aproximadamente la tercera parte de los 300 "bajos comerciales" que ocupan la Gran Vía y calles aledañas está agrupada en la Asociación de Empresarios de Gran Vía, que preside Florencio Delgado. "El pequeño comercio se nutre del número de peatones que pasa por su puerta. Y este domingo pasaron muchos. Nosotros no representamos sólo a pequeños comercios, pero creemos que esta medida beneficia a todos", explica. "La Gran Vía debe convertirse, al menos los domingos, en un bulevar, un gigantesco centro comercial con luces por todas partes... Que merezca la pena venir". Y comprar.

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