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Reportaje:

¿Entiendes a tu hijo?

Especialistas del Centro Yale de Estudios Infantiles enseñan a los padres a actuar en cada situación

Cómo pueden unos padres estimular a su bebé para que aprenda más rápido? ¿De qué manera deben fomentar la lectura a su hijo? ¿Cómo han de seleccionar los juguetes más adecuados? ¿Y el colegio? Las respuestas a estas y otras cuestiones están recogidas en Guía para entender a tu hijo (Alianza Editorial), escrita por los pediatras Linda C. Mayes y Donald J. Cohen, del Centro Yale de Estudios Infantiles y recién traducida al español. Dirigida a padres, profesores y cuidadores infantiles, el libro es fruto de 90 años de investigación del Centro Yale de Estudios Infantiles en la tarea de aconsejar a los padres en la crianza de sus hijos. Éstas son algunas de sus recomendaciones:

- El aprendizaje del bebé. A pesar de que se dice mucho que cuanta más estimulación sensorial e intelectual se suministre al hijo (con una avalancha de música, lectura, dibujos, objetos) más inteligente será, no hay pruebas concluyentes de que la estimulación extra haga más competente a un bebé. El componente básico de su aprendizaje es una relación afectuosa, segura y protectora de los padres. Aprenden mejor cuando se sienten bien cuidados y saben que sus padres están ahí. La actividad más importante que éstos pueden realizar para ayudar a su hijo a aprender es hablarle. Mucho antes de que el niño pueda responder con palabras, hay que contar al bebé todo lo que sucede a su alrededor. Algunos estudios han demostrado que los bebés cuyos padres aprovechan cualquier oportunidad para hablarles son exploradores más activos y curiosos a los dos años y comienzan antes a utilizar las palabras.

Aconsejan contar cuentos a los hijos incluso desde antes de que aprendan a leer

- El juguete adecuado. Cuanto más fomente un juguete la imaginación, mejor será. Las construcciones y los Lego permiten a los niños construir y crear lo que ven en su imaginación. También los lápices de colores, los rotuladores, la arcilla y la cartulina. Cuando esté listo para simular la realidad, habrá que proporcionarles tres tipos de juguetes para inspirar su imaginación: versiones en miniatura de objetos comunes (teléfono, caja registradora, alimentos de plástico), disfraces y materiales como cajas de cartón grandes o contenedores de plástico.

- La mejor escuela. Lo primero es identificar cuáles son las cualidades de una escuela que unos padres consideran importantes. Después hay que programar una serie de visitas a posibles centros. Pero antes hay que averiguar el tamaño del colegio, su reputación, si tiene programas especiales, su distancia respecto al hogar familiar. Durante las visitas (a las que no debe ir el hijo) se debe observar el comportamiento de los alumnos en las aulas, en el comedor, en el patio y preguntar sobre todo aquello que a los padres les interese. Hay que confiar en lo que dice el instinto paternal en cada visita y saber que no hay un colegio perfecto y que lo que para muchos es la mejor escuela, para el hijo puede que no lo sea.

- La lectura. Antes de que aprendan a leer, los padres deben contar cuentos a sus hijos y hacerles preguntas espontáneas sobre lo que les están leyendo. Para los más pequeños, 15 minutos diarios es el tiempo de escucha. Los niños a quienes se les ha leído mucho tienen mayores probabilidades de hablar empleando estructuras sintácticas complejas y tienen mucho vocabulario. A la hora de que lea solo, los padres deben seleccionar material de lectura y asegurarse de que los niños tiene tiempo y espacio para hacerlo.

- Los deberes. Se debe ofrecer a los niños un tiempo estructurado, un lugar para hacer los deberes y disponibilidad por si necesita ayuda. Suele ser útil estar cerca del niño, pero realizando otra actividad. Controlar sus deberes no significa hacérselos, ya que son los niños los que deben asumir esa responsabilidad.

- La disciplina. Los padres deben hacer que sus hijos respeten determinadas reglas siendo firmes, claros, directos y coherentes. Cuando tratan con un adolescente, deben seguir teniendo la última palabra, pero han de escuchar los argumentos de sus hijos: es la mejor manera de que se atengan a las reglas familiares. En cuanto al castigo, éste debe guardar relación con la mala acción. Al niño que se porta mal en el restaurante se le debe impedir, por ejemplo, que vaya a comer fuera con la familia durante un mes; privarle de que vea la televisión como castigo oscurece la relación entre la mala acción y el castigo.

- El sexo. Si el niño interroga hay que tener en cuenta que la pregunta que aparentemente parace estar haciendo puede no ser la que él esté pensando. Si pregunta de dónde vienen los niños, es probable que su interés sea muy específico: ¿de un lugar especial dento de la madre o de la tienda de ultramarinos? Hay que estar seguro, por tanto, de que se comprende lo que le inspira curiosidad y responder únicamente a eso y no darle una respuesta enciclopédica. La respuesta ha de ser verdadera y sencilla para que pueda comprenderla.

Unos niños juegan en un parque.
Unos niños juegan en un parque.JOAN GUERRERO

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