Examen de firmeza general
Absortos en la doble batalla que José María Aznar dice mantener contra el terrorismo de todo tipo en Irak y contra el nacionalismo vasco soberanista, en Vitoria y ante todo tipo de tribunales, es posible que los ciudadanos anden distraídos sobre la marcha de una auténtica batalla política, la que se está librando en la Unión Europea y en la que España se juega, probablemente, mucho más que en Bagdad.
Es posible que el juicio sobre la dura línea política que mantiene el presidente del Gobierno en la última etapa de su carrera se tenga que trasladar del escenario interno al resultado de la próxima cumbre europea. En pocos días se podrá valorar el peso real del Gobierno español en la UE y la viabilidad de la fórmula de firmeza que Aznar y su ministra de Exteriores, Ana Palacio, aseguran que mantendrán en Bruselas, con la misma inflexibilidad que mantienen en los otros frentes.
El problema planteado por Aznar en la Unión Europea recaerá ya en su sucesor, como recaerán el endurecimiento del Código Penal o las medidas sobre el tema vasco
Aznar acude a la cumbre europea de los próximos días 12 y 13 como suele acudir al Parlamento español y como parece que le resulta más estimulante: con muy pocos apoyos (exclusivamente Polonia entre 25 países). El primer ministro británico, Tony Blair, implicado en una dura pelea en su propio país, a propósito no de Irak sino del precio de las matrículas universitarias, ha hecho todo lo que podía: no dar la razón a Aznar, porque no cree que la tenga y, sobre todo, porque no le conviene, pero sí proponer que, si no es posible llegar a un acuerdo en el tema del reparto de poder (el asunto en el que España está en completo desacuerdo), se aplace durante un largo periodo de tiempo. Sería una salida, pero no es nada fácil, porque nadie quiere ir a las elecciones del Parlamento Europeo de junio de 2004 sin haber rubricado antes el texto de ese reparto y de la Constitución Europea.
La otra posibilidad es que el presidente de turno de la UE, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, recuperado de su gastritis, ponga en juego toda su habilidad para encontrar un acuerdo pactado. Hasta ahora no ha hecho nada en ese sentido, pero todavía tiene algunos días por delante. "Berlusconi tiene una gran responsabilidad hacía España", asegura un funcionario de Exteriores, que dice recoger la opinión de la ministra.
Prueba del nueve
El desarrollo de la crisis está despertando mucho interés en Bruselas y entre los especialistas españoles que trabajan en la UE y en la OTAN, no sólo por la importancia de lo que se debate, sino también por comprobar hasta qué punto la posición de acercamiento a Estados Unidos y de enfrentamiento con París y Berlín, mantenida por Aznar, ha reforzado, o debilitado, la posición de España en el proceso de construcción europea.
"Ésta será la prueba del nueve para saber si Aznar ha mejorado su papel o no", predice un funcionario europeo, para quien la salida de aplazar la decisión sobre el definitivo reparto de poder hasta que la Constitución entre realmente en vigor, en 2009, podría, quizá, ser presentada como una salida razonable. "Pero razonable para el propio Aznar y para su ministra de Exteriores. No para su heredero", añade.
El presidente del Gobierno se marcha dentro de unos pocos meses y casi todo el mundo en el PP cree que Palacio le acompañará. Ninguno de los dos tendrá que volver a asistir a las cumbres europeas. El problema recaería en su sucesor. Si el nuevo presidente del Gobierno fuera Mariano Rajoy, se vería obligado a mantener el tipo en solitario y en unas circunstancias realmente desagradables, enfrentado a los dos países más poderosos de la Unión, Francia y Alemania. "Porque de lo que no cabe duda es de que la posición del Gobierno alemán respecto a la postura de España será la misma, siga Schröder en el Gobierno o le sustituya un día la democratacristiana Angela Merkel", asegura un diplomático europeo, que recuerda que hasta el vicepresidente italiano, Gianfranco Fini, ha reconvenido al Gobierno de Aznar: "Nadie es tan imprudente en la UE como para bloquear un acuerdo", dijo.
"Rajoy comparte la línea del presidente del Gobierno y su posición en Europa", asegura un diputado que se considera próximo al candidato del Partido Popular. Pero matiza que existe "una cierta preocupación" ante la cantidad de decisiones de última hora que está adoptando Aznar, sobre todo en relación con el País Vasco.
Todo el equipo de Rajoy es consciente de que la decisión de aplicar la nueva norma sobre un referéndum ilegal no le tocará al actual presidente del Gobierno, sino, si todo le va bien, a su heredero. Igual que todas las reformas del Código Penal que se han venido aprobando a marchas forzadas. El sucesor de Aznar herederá, entre otras cosas, unas cárceles totalmente abarrotadas.
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