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Condenado un falso policía que se creía "justiciero del asfalto"

La Audiencia de Barcelona ha condenado a tres años de prisión a un hombre que se hizo pasar por policía para detener a conductores y coger sus coches por el simple gusto de darse un paseo en vehículos deportivos, aunque él dice que es un "justiciero del asfalto" cuyo fin era castigar las infracciones. La Sección Novena de la Audiencia ha impuesto esta pena a Miguel C. C., a quien también ha condenado con una multa de 1.340 euros por usurpación de funciones, dos delitos de hurto, un delito de detención ilegal por retener a un conductor y otras dos faltas de hurto.

La sentencia indica que el único interés del acusado era darse "el capricho de conducir un buen automóvil". La primera vez lo hizo sustrayendo el coche al conductor y la segunda, aunque durante un trayecto breve, lo hizo porque "le sedujo el aire deportivo, su preparación para las carreras de rallies y se conformó con un trayecto de un rato, con el dueño a su lado". Por el contrario, Miguel C. C. explicó en el juicio que su única intención era recriminar a los conductores que cometen infracciones y ayudarles a que tengan un mejor comportamiento viario.

Carnet de metadona

El primer hecho por el que ha sido condenado se remonta al 11 de mayo de 2002, cuando se acercó con su vehículo a un todoterreno que había hecho un trompo en la Ronda de Dalt de Barcelona y se identificó como mosso d'esquadra exhibiendo una documentación que en realidad era un carnet de consumidor de metadona. El justiciero del asfalto acompañó al conductor del todoterreno hasta su casa y luego se hizo con las llaves de su vehículo, que, según el fiscal, condujo durante tres días hasta que fue recuperado por la policía en el aeropuerto de El Prat.

El inculpado justificó este hecho diciendo que pensaba que el conductor del todoterreno iba borracho, por lo que lo acompañó a un bar a beber una botella de agua y luego lo llevó a casa, donde le pidió las llaves del vehículo para evitar que lo condujese en ese supuesto estado de embriaguez.

El segundo hecho sucedió el 13 de mayo de 2002 en la plaza Cerdá de Barcelona, cuando -también haciéndose pasar por mosso d'esquadra- abordó al conductor de un vehículo deportivo y le ordenó que se detuviese. El conductor no creyó al acusado y se inició una persecución hasta el hospital del Vall d'Hebron, donde el acusado dio alcance al conductor del deportivo y le comunicó que estaba arrestado por "causar un accidente"; a continuación, requisó su coche.

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Miguel C. C. intentó apropiarse del coche deportivo, pero sólo pudo conducirlo unos metros al quedarse sin gasolina el vehículo. Sobre este segundo caso, el acusado dijo que sólo quería recriminar al otro conductor el hecho de que se saltase un semáforo en rojo y circulase a gran velocidad, pues considera que su misión es "ayudar" al prójimo en la carretera.

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