Powell recibe en Washington a los promotores de los Acuerdos de Ginebra sobre Oriente Próximo
En abierto desafío a la presión del Gobierno de Israel, el mejor aliado de EE UU en Oriente Próximo, el secretario de Estado, Colin Powell, se entrevistó ayer en Washington con los dos protagonistas del acuerdo no oficial de paz presentado en Ginebra el lunes. Yosif Beilin, ex ministro israelí de Justicia, y Yasir Abed Rabbo, ex ministro palestino de Información, vieron además al responsable de EE UU para las negociaciones en Oriente Próximo, William Burns, y al encargado de la zona en el Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, Elliott Abrams. Ni Beilin ni Rabbo comparecieron en el acto preparado después de la entrevista, porque ambos viajaron otra vez a Nueva York para entrevistarse con el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan.
Rabbo dijo a la salida que tanto él como Beilin dejaban Washington "animados por las palabras de Powell, igual que el jueves nos animaron las palabras del presidente , que describió los acuerdos de Ginebra como constructivos".
La Casa Blanca y el Departamento de Estado se concentraron en reiterar sus anteriores mensajes sobre el compromiso de Washington con la estancada Hoja de Ruta, apoyada por EE UU, la UE, Rusia y la ONU, y su interés en escuchar "a todos los que tienen propuestas que hacer", como anticipó Powell el día anterior. Tanto Beilin como Rabbo dijeron, en sus intervenciones públicas en Washington y Nueva York, que la iniciativa de Ginebra debe ser valorada como un complemento y un estímulo a la Hoja de Ruta.
El Gobierno de Bush, aunque impaciente por la pasividad de Ariel Sharon, no quiere desairar excesivamente al primer ministro israelí. Pero de las entrevistas de ayer y de la valoración hecha el día anterior por Bush de los acuerdos de Ginebra -"productivos" si siguen las líneas de lucha contra el terrorismo, seguridad para Israel y futuro Estado palestino- se desprende un giro en la política de EE UU sobre la manera en la que el Gobierno de Israel está manejando la situación, un giro que ya había estado precedido por críticas públicas y congelación de préstamos por la construcción del muro y la política de asentamientos.
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