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EL 25º ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN

Franco desaparece de Comillas

La villa cántabra cambia los nombres de las calles con resonancias preconstitucionales

Fernando J. Pérez

Quienes a partir del próximo domingo vayan a Comillas a pasar unos días de descanso les conviene actualizar su guía de turismo. El ayuntamiento de esta villa costera cántabra, de 2.340 habitantes (más de 25.000 en verano) ha decidido aprovechar el 25º aniversario de la Constitución para cambiar los nombres de sus calles que tengan una resonancia franquista por otros más acordes con la democracia. Así, la plaza del Generalísimo pasará a llamarse de la Constitución, "como ya se llamaba antes de la guerra" [en referencia a la de 1812], recuerda la alcaldesa, la regionalista María Teresa Noceda, que añade: "Así tratamos de homenajear a la Constitución en su aniversario y al tiempo reconocer el espíritu de igualdad entre todos los vecinos". El PP votó contra la medida al juzgar que la Guerra Civil y sus protagonistas -en este caso sus vencedores- son "un hecho histórico nos guste o no".

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La plaza dedicada al dictador no será la única rebautizada. La actual plaza de José Antonio, la más animada de la villa, recuperará su antiguo nombre de Corro Campíos, como la han conocido siempre los comillanos. La cuesta del General Mola perderá también su nombre al pasar a formar parte de la Plaza de la Constitución. Finalmente, el general Solchaga cederá la calle que ha tenido desde el final de la contienda civil en favor de quien ha dado a Comillas uno de sus principales atractivos turísticos: Antonio Gaudí, autor de El Capricho.

La medida genera división de opiniones. "Ya era hora", se alegra Pepa, que regenta un ultramarinos en la plaza que cambia de nombre. Además, Pepa no va a tener que cambiar sus señas, ya que se adelantó a la iniciativa hace bastante tiempo. "Ya hace como 15 años que en las bolsas de la tienda tengo puesto Plaza de la Constitución", asegura. Otros reciben con frialdad el cambio. "Me da igual, si llevan así toda la vida para qué las van a cambiar", dice un indiferente Manuel. "Al turismo le llama mucho la atención que las calles tengan nombres franquistas, pero la gente del pueblo estaba resignada", asegura Pepa.

La nomenclatura franquista es una constante en las calles de Cantabria. Hasta marzo de 2001, la plaza del Ayuntamiento de Santander recibió el nombre de Plaza del Generalísimo, y la céntrica plaza de Pombo dejó de llevar el de José Antonio Primo de Rivera. Este cambio vino acompañado de la retirada de múltiples monumentos, como el obelisco al falangista Matías Montero, a las tropas italianas que entraron en Santander, al batallón Navarra y otras estatuas con el escudo preconstitucional, con las que se podía haber hecho una completa ruta turística para nostálgicos del régimen anterior.

A pesar de este lavado de cara, el alcalde de Santander, Gonzalo Piñeiro (PP), todavía mantiene la estatua ecuestre de Franco con su testamento grabado en el pedestal. El monumento, que preside la plaza del Ayuntamiento, lo mandó instalar el ex alcalde Juan Hormaechea, ya en pleno 1982, en el lugar que antes ocupaba una fuente. Además, los nombres de Alcázar de Toledo, Calvo Sotelo, Alonso Vega, General Dávila, Capitán Palacios, Carrero Blanco, Falange Española o General Mola, entre otros, figuran en algunas de las principales calles de Santander. Lo mismo pasa en Laredo, Santoña, El Astillero, Cabezón de la Sal y otras localidades de la región.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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