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¿Localismo?

Joan Subirats

Lo decía en estas mismas páginas el profesor y buen amigo Pere Vilanova (EL PAÍS, 28 octubre). La campaña electoral catalana ha ido transcurriendo sin una significativa presencia de lo que ocurre en Europa o en el mundo. Cataluña se muestra en este sentido localista y un tanto cerrada en sí misma. Es cierto que algún candidato ha hablado con énfasis de globalización y algún otro se ha referido a Europa con cierta asiduidad. Pero los temas internacionales son periféricos. Apenas si encontramos alguna mención a cuestiones europeas o de mundialización en las negociaciones de estos días para formar Gobierno. Y es una lástima, porque convendría discutir qué papel queremos que desempeñe Cataluña en este mundo. El candidato continuista nos prometía ser una de las tres regiones más avanzadas de Europa y que todos hablaríamos inglés. Pero a mí me gustaría que también defendiéramos el ser uno de los enclaves territoriales más conocidos por su solidaridad, por la defensa de la paz y por una sólida pluralidad lingüística y cultural. Y razones y motivos para ello no nos faltan. Son constantes los eventos que se organizan en Barcelona y otros lugares de Cataluña que pretenden la conexión internacional a que me refiero. Hace unas semanas el Fons Català per la Cooperació organizaba unas jornadas en Badalona para hablar, con representantes locales catalanes, de Latinoamérica y del Magreb sobre participación y cooperación. Más recientemente el Observatori Desc (www.descweb.org) organizó un atractivo foro sobre derechos humanos centrado en las amenazas que proyecta la ofensiva antiterrorista, así como en la necesidad de un mayor control ciudadano con relación a organismos como el FMI, la OMC y el Banco Mundial. Pero si ésa es una pequeña muestra de ese activismo social y local, no podemos decir lo mismo a propósito de lo que la Generalitat ha ido haciendo a lo largo de estos años. En los últimos tiempos la cifra destinada a la cooperación internacional ha ido descendiendo. No sólo no estamos en el famoso 0,7% de los presupuestos dedicados a la cuestión, sino que ni tan siquiera llegamos al 0,3% de los ingresos propios de la Generalitat. Y por otro lado, las partidas destinadas a los países con más dificultades no son, ni mucho menos, las que más pesan en un conjunto muy disperso de actuaciones que alcanzan a 40 países de todo el mundo sin coordinación alguna entre los organismos responsables.

Una mirada a los programas de los partidos nos puede servir para calibrar la importancia que se da a los temas de solidaridad y de cooperación internacional. El PP les dedicó tres cortos párrafos en los que anunciaba que debería haber "una dotación económica y presupuestaria suficiente para poder desarrollar los diversos programas anuales previstos en el plan de cooperacion al desarrollo". Menos mal. La federación CiU liquidaba la cosa en un párrafo titulado evocadoramente Tu y la cooperación. En él se aspiraba a tener un "modelo propio de cooperación" y a que Cataluña fuera la sede de la Agencia Europea de Cooperación, toda vez que se proclamaba la disposición a colaborarían con todos los que hacen cosas para que las hagan mejor. ERC, en su resumen de programa, concretaba un poco más, aunque lo hacía de manera telegráfica: dedicar un 0,7% de los presupuestos de la Generalitat a la cooperación internacional, sin especificar fecha alguna. El PSC, de manera más extensa, recordaba que han sido los ayuntamientos catalanes los que han ido haciendo el esfuerzo de dedicar a la cooperación el 0,7% de sus presupuestos y prometía que, aparte de organizar mejor la dispersión actual del Gobierno catalán en el asunto, en la próxima legislatura destinarían el 0,7% de los tributos propios de la Generalitat, y esa misma cifra, pero de los ingresos, en el año 2010. El programa de ICV proponía un cambio y apuntaba que Cataluña debería querer ser la "Noruega del Sur", como ejemplo de la modélica actuación de ese país nórdico en lo referente a la paz y la solidaridad, y al mismo tiempo hacer como Suecia, que ha decidido evitar la dispersión y focalizar y priorizar las ayudas en aspectos esenciales. Es el único programa que menciona la Cumbre del Milenio, planteada por

Naciones Unidas, que señala el año 2015 como el momento de reducir sustancialmente el hambre en el mundo y generalizar la educación primaria y la alfabetización de adultos.

Los conceptos comercio justo, banca ética y tasa Tobin tienen asimismo reflejo en el programa sin duda más elaborado sobre el tema.

No deberían ser éstos aspectos marginales o periféricos en un momento en que Cataluña atraviesa una clara encrucijada y cuando toda Europa está replanteándose sus equilibrios internacionales. Se nos ha hablado mucho de un nuevo estatuto de autonomía, y para argumentar su necesidad, nos han recordado que muchos de los hechos que preocupaban a finales de la década de 1970 están hoy desfasados, mientas que muchos otros que ahora preocupan ni siquiera existían. Es curioso que después de que Cataluña organizara la mayor manifestación mundial contra la guerra de Irak, el 15 de febrero, y destacara en todo el mundo por su movilización y su capacidad de estar muy presente en un conflicto de alcance universal, la solidaridad y la posibilidad de plantear otra gobalización tengan en general un perfil bajo en los programas electorales de algunos partidos y que ahora ni se mencionen cuando se trata de decidir quién gobierna y con qué programa en los próximos cuatro años. Es cierto que queda muy lejos lo del "internacionalismo proletario", pero de ahí a pasar al localismo insolidario hay un buen trecho. Se me puede decir que el asunto no moviliza a nadie, que la gente está más interesada, por ejemplo, en la vivienda, las pensiones o la inmigración. Pero ¿puede alguien con dos dedos de frente imaginar que se aborden hoy día estos y otros temas sin planteamientos globales que incorporen en el debate los aspectos de cooperación internacional, de estrategia global y de solidaridad? Ya que hablamos tanto de los países nórdicos o de Holanda como modelos de sociedad, ¿no deberíamos tratar de aprender de ellos en lo relacionado con la presencia solidaria internacional, ya que son precisamente ellos los únicos países de Europa que no sólo mantienen desde hace años el 0,7% a la cooperación, sino que lo han superado? A veces parece que sólo queramos ser internacionales para jugar al fútbol.

Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB.

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