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Autonomías

Andalucía: el triunfo de la 'vía rápida'

LOS ANDALUCES APRENDIERON muy pronto el significado de dos artículos de la nueva Constitución: el 151 y el 143. Título VIII, capítulo tercero, referido a las Comunidades Autónomas (CC AA). En lenguaje de la calle, la vía rápida y la vía lenta para acceder a la autonomía. El artículo 151 significaba seguir los pasos de las comunidades consideradas "históricas", Cataluña, País Vasco, Galicia, y alcanzar su mismo nivel de competencias. Salvo en aquellos terrenos exclusivos, como la lengua o la fiscalidad vasca. El artículo 143 remitía a una menor dosis de autogobierno.

El Gobierno de Adolfo Suárez, y su partido, la Unión de Centro Democrático (UCD)

, preferían la vía lenta. En Andalucía, todos los demás partidos políticos apoyaban la vía rápida. El enfrentamiento estaba servido. El Gobierno central convocó un referéndum para que los andaluces decidieran si apoyaban el 151. La UCD pidió la abstención. Uno de los miembros del gabinete de Suárez, el catedrático sevillano de Derecho Administrativo Manuel Clavero Arévalo, que había sido ministro para las Relaciones con las Regiones y lo era en ese momento de Cultura, presentó la dimisión en desacuerdo con la decisión de su partido.

La balanza se inclinó del lado del al 151. El 28 de febrero de 1980, siete de las ocho provincias andaluzas votaron a favor de la autonomía rápida. En Almería ganó el no, problema que se subsanó meses después tras una modificación de las leyes sobre referendos. Desde entonces, el 28-F es el Día de Andalucía.

Los partidos que apoyaron el se verían beneficiados en las urnas en lo sucesivo, de manera muy especial los socialistas, que han gobernado en la comunidad desde la llegada de la democracia. La derecha y el centro-derecha (la extinta UCD y sus herederos, AP primero y PP ahora) no se han recuperado aún de aquel error. Un partido de corte nacionalista nacido con la democracia, el Partido Socialista de Andalucía (hoy Partido Andalucista) de Alejandro Rojas Marcos, que había obtenido unos sorprendentes buenos resultados en las elecciones de 1977, se desinfló tras un acuerdo de última hora con Suárez.

Veintidós años después de la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía, en Andalucía se vive otro momento crucial: la necesidad o no de reformar el Estatuto. De nuevo, la derecha se queda descolocada: el PP se opone a la reforma. Todos los demás partidos, con más o menos intensidad, quieren actualizar ese texto para introducir elementos no contemplados en el vigente: la relación entre autonomías y la UE, la inmigración, la ordenación del territorio, Gibraltar, la mujer o las nuevas tecnologías. La mayoría de los andaluces, un 58% según una encuesta realizada en octubre de 2003 por el Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (organismo que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas), apoya la reforma.

La derecha está otra vez en la encrucijada.

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