Sorpresa e indignación
Sorpresa, indignación, impotencia... son sentimientos que vivimos en el hospital de Vall d'Hebron ante la situación que nos tocó vivir.
Ingresado para operarse, mi hermano bajó al quirófano antes de las nueve de la mañana. Una hora más tarde, después de anestesiarlo, ponerle suero y tenerlo todo a punto para la intervención, el equipo médico nos comunicó que no podían operarlo ya que no había camas de reanimación debido a las muchas urgencias que habían tenido que atender.
Según las explicaciones recibidas, el equipo médico no podía hacer nada sin asumir riesgos para la salud de mi hermano. La organización del hospital parece que tampoco tenía ninguna responsabilidad, ya que se han de atender las urgencias y no se pueden prever.
El responsable es intangible, pero el que padece la situación es el más indefenso, el que, aparte de los problemas de salud, vive una experiencia estresante y de preocupación. ¡Venga, a casa!, y ya volveremos a avisarle lo más pronto posible.
