El fotógrafo Francisco Bonilla retrata la diversidad racial de los invernaderos

Administrativos, ingenieros, envasadoras, braceros o gerentes. De España, Alemania, Marruecos, Burkina Fasso, Argentina y hasta 80 nacionalidades diferentes. La espectacular industria hortofrutícola de Almería, modelo paradigmático en todo el mundo, esconde en cada hora de trabajo un crisol de culturas y procedencias diversas, que ha plasmado el fotógrafo Francisco Bonilla en una muestra.

Francisco Bonilla Alarcón (Almería, 1971) retrata en su exposición Las manos del campo a 80 personas que contribuyeron a que la pasada campaña la producción hortícola alcanzara un valor de 1.225 millones de euros. Bonilla intercala las palmas ajadas, hidratadas, agrietadas, resecas, oscuras, protegidas, amarillas o rechonchas de quienes intervienen en el ciclo productivo en su entorno de trabajo. Que Almería es modelo económico merced a su espectacular sistema productivo de agricultura bajo plástico es noticia siempre, pero que detrás de cada una de esas campañas existen miles de personas procedentes de los cinco continentes suele serlo menos.

Francisco Bonilla, fotógrafo colaborador con EL PAÍS, expone la realidad que hay detrás del kilo de tomates que se compra en el supermercado en esta muestra, que podrá verse hasta mañana en la 19º Expo Agro, la feria internacional de horticultura más importante del mundo. "Ha habido retratos que han requerido de hasta tres intermediarios diferentes para poder realizarse" señala Bonilla. Las manos del campo también se ha editado en libro por Horto del Poniente. El promotor de la iniciativa, el periodista Francisco Flores, destaca el carácter positivo de la misma: "La convivencia es la regla máxima del juego, donde la apuesta por la interculturalidad permite la paz".