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Montmeló rechaza el proyecto que hace pasar el AVE a 15 metros de las viviendas

Las alegaciones impulsadas por los vecinos han recogido más de 5.000 firmas

Montmeló tiene una estación de tren y muchas vías. Unas, las de la línea de Francia, pasan por el centro de la población. Y cada día pasan por ellas 250 convoyes entre cercanías, mercancías, regionales y trenes de largo recorrido, que llenan de ruido la población. Muchos pitan a la entrada o salida de la localidad y casi todos hacen vibrar los edificios y el único puente que une las dos zonas en las que la vía dividió el pueblo hace 149 años. Los vecinos exigen que se acabe lo que consideran un suplicio o, en todo caso, que no vaya a más. Pero eso es lo que va a ocurrir de prosperar el proyecto de Fomento, que rechazan de plano. El proyecto prevé que la línea de alta velocidad discurra paralela a las de Cercanías, por el centro de la población y en algún tarmo a sólo 15 metros de las viviendas.

Un total de 250 trenes diarios, repartidos entre el día y la noche. Ésa es la densidad de paso que soportan las vías que cruzan el centro de la localidad de Montmeló. Y para que nada falte, el Ministerio de Fomento ha sometido a información pública un proyecto de línea de alta velocidad que consiste en hacer pasar el AVE justo al lado de las vías actuales. Entre una línea y otra instalaría pantallas de metacrilato, y aplicaría la misma fórmula a ambos lados de las líneas para reducir en lo posible el ruido en el conjunto de la población. También propone cubrir 150 metros.

"Es un error de partida", afirma Manuel Ramal, alcalde de Montmeló. La irritación de Ramal es completa. Está dispuesto, asegura, a encadenarse a la vía y a encabezar comitivas explicativas y de protesta ante cualquier autoridad que pase por la población. Empezando por el Rey cuando vaya al circuito automovilístico.

9.000 habitantes

El error, precisa, consiste en tratar a Montmeló "como si fuera un trozo de los Monegros, un desierto o un núcleo aislado de población". No es el caso, asegura. Montmeló tiene hoy 9.000 habitantes (de los que unos 5.000 han firmado las alegaciones contra el paso del AVE propuesto por Fomento), pero además es centro ferroviario de un conjunto de localidades (Martorelles, Parets para los destinos hacia el norte, Vilanova, Vallromanes) y polígonos industriales que suponen una población real de 40.000 personas, muchas de las cuales son transportados por tren.

La superficie del término municipal es escasa: cuatro kilómetros cuadrados. Y en ese corto espacio soporta la línea férrea que va de Barcelona a Vic y Puigcerdà, situada en la zona más interior de la población y sin parada en ella, y la autopista A-7, que se une con la B-30 y que "para colmo", exclama el alcalde, no tiene salida en Montmeló.

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Al no tener salida propia de la autopista, los ciudadanos de Monmeló tienen que entrar en Granollers (nueve kilómetros más en cada sentido) o en Mollet. En esta barrera hay descuentos para residentes en la zona. No se incluye a los de Montmeló, que tienen que hacer trampa y abrir una cuenta corriente en una entidad bancaria de Mollet para beneficiarse de las rebajas. Por la población pasan, además, un gasoducto y un oleoducto. "Y ahora", añade Manuel Ramal, "el AVE, y a cielo abierto, que añadir al ruido de fondo de 250 trenes que soportamos día y noche".

El Consejo Comarcal del Vallès Oriental presentó una propuesta para cambiar el trazado de la vía: sacarla de la población y hacerla discurrir casi paralela a la autopista. El Ayuntamiento participaba de la idea y sugería sacar también del centro las vías de Cercanías, "porque no son de Cercanías", explica el alcalde. "La mayoría de trenes que pasan lo hacen sin parar. Cuando iban a 30 por hora, era una cosa; pero la tecnología cambia y el diseño de las vías también. Pasar por el exterior es lo mejor para el tren y para nosotros. Además, permite construir una nueva estación y, si se desea, un apeadero junto al circuito de carreras, que en días de competición atrae entre 12.000 y 15.000 personas, muchas de las cuales llegan en tren".

Fomento estaba dispuesto a negociar, afirma Ramal. "Hablamos con Benigno Blanco [secretario de Estado] y Manuel Niño [responsable de las líneas férreas] y estaban de acuerdo. Pero el ministro no lo está. El no es cosa de Francisco Álvarez-Cascos, desde luego".

Problema de costes

El ministro explicó hace unos días en el Senado, en respuesta a una pregunta de la socialista Mercedes Aroz, que el problema es el coste. "Cuatro veces más", dijo. Fomento ofrece tapar 150 metros. Los vecinos reclaman unos 1.000 metros. El Ayuntamiento está dispuesto a negociar la recalificación de terrenos de Renfe de modo que las plusvalías costeen el soterramiento. "Pero lo que queremos que quede claro", insiste Ramal, "es que lo que dice el ministro de que la solución se ha pactado no es más que una mentira. Nada de nada".

Los vecinos están que trinan y aseguran que no entienden por qué Montmeló no recibe el mismo trato que otras poblaciones. "Se soterra en Barcelona, en L'Hospitalet, en El Prat, en Vilafranca, incluso en Girona, pero no en Montmeló, ¿por qué?", comenta el camarero de un bar. Lo mismo opina la dependienta de una papelería cuyo almacén queda sobre las vías asegura que vibra al paso de los trenes. En la calle hoy central y que un día fue el camino real, un empleado de un restaurante murmura: "Sería una cosa muy buena que cubriesen las vías", y la propietaria de una carnicería en cuya fachada cuelga la petición de soterramiento afirma: "Lo mejor sería que taparan las vías, siempre que no se les ocurra hacer encima una autovía".

150 años partido en dos

Montmeló es uno de los pueblos de España donde Renfe no puede aducir que las vías ya estaban allí cuando nacieron los edificios que las rodean. El tren llegó en 1854. Y cuando se construyeron las vías, ya dejaron la villa partida en dos: a un lado quedó la iglesia y al otro el Ayuntamiento. Funcionaba la línea de Mataró (la primera de España) y se trabajaba en prolongarla hacia Girona y Francia. Las autoridades de Granollers jugaron fuerte para no quedarse sin trenes y apoyaron a una empresa que construyera una vía interior. El centro de Montmeló era la línea más corta. En la década de 1950, Granollers consiguió sacar la vía del centro de la población. No pasó lo mismo en Montmeló.

En la de 1970, Renfe acometió el desdoblamiento de la vía en el puente que cruza el río Congost. Se construyeron nuevas pilastras con un resultado espectacular, explica el alcalde, Manuel Ramal. En 1994 el puente provocó inundaciones en una amplia zona de la población.

Después de 149 años de sufrir por el tren, Montmeló esperaba que la llegada del AVE sirviera para resolver sus problemas. "Pero vamos a peor", dice Ramal. Incluso Adriano del Moral, concejal del PP, ha firmado un manifiesto a favor del soterramiento. No es de extrañar: vive a 40 metros de las vías, aunque cree que la población tendrá menos ruido con el AVE y las pantallas. "Pero claro, lo mejor para todos es soterrarlo".

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