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Entrevista:ANTONIO CABRERA | Poeta | Signos

"Creo que en la poesía excesivamente filosófica queda bloqueada la emoción"

Antonio Cabrera (Medina Sidonia, Cádiz, 1958) era hasta hace poco un poeta completamente desconocido. Siendo muy niño, abandonó su Andalucía natal debido a los destinos de su padre, guardia civil de profesión. Profesor de Filosofía en Vall de Uxó (Castellón), ha publicado varias plaquettes, un libro de haikús, Tierra en el cielo, y el poemario La estación perpetua, con el que obtuvo el premio Loewe de Poesía. Asimismo, tradujo el tratado de estética Poesía y ontología, del italiano Gianni Vattimo. Su último libro de versos, Con el aire, acaba de obtener el premio Ciudad de Melilla.

Pregunta. ¿Qué es estar Con el aire?

Respuesta. El título hace referencia a un tema que aparece en todo el libro. El personaje poético está situado en medio del aire y levanta acta de la belleza del mundo y la existencia de las cosas. Es algo que anticipa la cita inicial, un verso de Wallace Stevens: "Celebrando las bodas de la carne y el aire". Yo he suprimido el "celebrando", porque no se trata de un libro hímnico. Como en mis libros anteriores, se trata de una poesía de mirada y pensamiento, pero esta vez he querido ahondar en la idea de que el asombro del mundo se acompaña también de confusión.

"Me fui de Andalucía con siete años, pero mi vinculación es permanente"

P. El pensamiento está presente en toda su obra. ¿Le gusta relacionar poesía y filosofía?

R. Espero que en mi poesía no haya filosofía en el sentido de desarrollo conceptual y lógico. No aspiro a desarrollar ningún tipo de tesis. Hay pensamiento como en casi toda la tradición poética que me interesa, desde los románticos ingleses a los grandes poetas españoles como Unamuno, Machado, Cernuda y Juan Ramón Jiménez, que nunca pierden el norte de la poesía. Creo que en la poesía excesivamente filosófica queda bloqueada la emoción, que nunca debe morir en un poema.

P. Usted se marchó muy joven de Andalucía. ¿Qué vinculación tiene con su tierra natal?

R. Me fui de Andalucía con siete años y ya tengo 45, pero mi vinculación es permanente. Mi hermano vive en Medina aún, conservo muchos parientes en el pueblo de mis padres, Olvera, y mi madre todavía tiene un profundo acento de la Sierra. También mantengo contacto con poetas y amigos de allí. Como poeta, sin embargo, no creo en eso que se dice de una poesía típicamente andaluza. Yo al menos no reconozco en mi obra esos contenidos o tics. Siempre he procurado escribir sin una adscripción geográfica concreta.

P. ¿Y el hecho de vivir en una localidad pequeña favorece el cultivo de los versos?

R. Bueno, vivo en una localidad relativamente pequeña, de 30.000 habitantes. La segunda mayor de Castellón, después de Villarreal. Lo que sucede es que estoy cerca de un Parque Natural, y suelo acudir frecuentemente a él, soy muy aficionado a la ornitología. Reconozco que la presencia de la naturaleza es muy importante en mi poesía, pero tampoco veo una relación de causa-efecto en ese sentido. Creo que todo viene por ese hábito y por ese gusto por la contemplación, pero cuando vivía en una ciudad grande, como Valencia, mi poesía era igual.

P. Usted tiene fama de estar apartado de la vida literaria, pero como quien no quiere la cosa ya lleva dos premios gordos.

R. Hasta que no gané el Loewe era un perfecto desconocido. Y en efecto, he estado siempre apartado de los cenáculos literarios. ¡Ya me hubiera gustado estar! Lo que sucede es que soy un poeta de formación y aprendizaje, seguramente más lento que otras personas, pero no rehúyo la vida literaria. Si me llaman, voy, y si no, tampoco pasa nada. En cuanto a los premios, los vivo con bastante normalidad. Lo que más alegría me da es ver que se confirma una manera de hacer poesía por la que he apostado.

P. Carlos Marzal se ha declarado públicamente como uno de sus escasos lectores hasta la fecha, ¿a cuántos más conoce en persona?

R. Carlos fue uno de los primeros que me leyó, cuando coincidimos en el mismo instituto. Después he ido conociendo a más gente de Valencia, como José Luis Parra, Vicente Gallego... La figura del lector me interesa. Cualquiera que sea el que llegue a mi poesía lo recibo con agradecimiento. Hay gente que de forma espontánea me escribe y me gusta saber qué piensa.

P. Y después de Con el aire, ¿qué?

R. Como el libro tardará en salir, he entregado a la editorial Pre-Textos una traducción del escritor catalán Josep Maria de Sagarra, un tratado de ornitología titulado Los pájaros amigos. Es un texto de prosas de los años veinte, de divulgación orientada al público infantil. En cuanto a la poesía, no he escrito aún un solo poema más. Estoy en barbecho.

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