Georgia se prepara para nuevas elecciones tras la revuelta contra Shevardnadze
La nueva presidenta busca el consenso del equipo saliente para garantizar la transición
Mientras la calma volvía a la capital georgiana, Ninó Burdzhanadze daba sus primeros pasos como jefa de Estado en funciones y reunía al Consejo de Seguridad para diseñar las tareas urgentes que afronta el nuevo régimen, en particular la restauración de la institucionalidad tras las dos semanas de desobediencia civil que terminaron con la dimisión de Eduard Shevardnadze. Tbisili se despertó ayer tarde con una fuerte resaca de euforia, tras una insomne noche de celebraciones por la victoria de la revolución de terciopelo, que terminaron al amanecer sin que se registraran incidentes de importancia.
El líder de la revuelta, Mijaíl Saakashvili, confesó en su primera conferencia de prensa tras su triunfo que se había despertado a las cinco y media de la tarde. "La campaña de desobediencia civil ha concluido. Las instituciones deben funcionar con normalidad", señaló el líder del Movimiento Nacional Unido. Burdzhanadze, su compañera de lucha, hacía dos horas que había finalizado la reunión de la plana mayor del Gobierno, en la que hizo un llamamiento a los ministros de Shevardnadze para trabajar juntos para asegurar la estabilidad en Georgia. Lo tuvo que hacer porque, aunque es la presidenta en funciones, según la Constitución no puede destituir ni designar a ningún ministro, por lo que tendrá que cohabitar con los más próximos colaboradores del hombre al que forzó a dimitir.
El Parlamento se reunirá hoy para decidir sobre las elecciones presidenciales extraordinarias, que deberán celebrarse a más tardar el 7 de enero próximo, es decir, dentro de los 45 días de la dimisión de Shevardnadze. Burdzhanadze reiteró que, debido a lo fraudulento de los comicios legislativos celebrados el 2 de noviembre, el Parlamento saliente, del que es también presidenta, continuará de momento ejerciendo sus funciones. Burdzhanadze quisiera que las nuevas legislativas coincidieran con las presidenciales, pero eso no es algo que ella o el Parlamento saliente puedan decidir, ya que corresponde al Supremo y al Constitucional decidir sobre esta materia. "De todas formas debemos prepararnos para unos comicios simultáneos", dijo Burdzhanadze. El nuevo régimen no modificará su política exterior y la integración con las instituciones europeas y noratlánticas continuará siendo una prioridad. Al mismo tiempo, Burdzhanadze recalcó que desea reforzar sus relaciones con Rusia, la "poderosa vecina" de Georgia. El ministro de Exteriores ruso, Ígor Ivanov, mantuvo ayer conversaciones con Aslán Abashidze, líder de Adzharia, para tratar de convencerle de que apoye al nuevo régimen.
La misión era difícil, ya que Abashidze pocas horas antes había decretado el estado de excepción en la autonomía que gobierna desde los tiempos soviéticos como respuesta a los cambios dramáticos ocurridos en la capital georgiana. "Las medidas que he tomado en nuestra república se deben a que los líderes del movimiento que ha llegado al poder en Tbilisi no ocultan su agresividad hacia el pueblo adzharo. En los últimos 12 años se ha reafirmado una actitud negativa hacia las autonomías, y los frutos de esa política son pésimos, basta mirar a Abjazia y Osetia", declaró Abashidze. Tbilisi mantuvo sendas guerras con las dos últimas autonomías nombradas por Abashidze, como resultado de las cuales éstas son hoy independientes de facto. En Tbilisi, Saakashvili declaró que había dado garantías a Shevardnadze y a su familia para que pudiera permanecer trabajando por el bien de Georgia. Al mismo tiempo, había dicho que el ex presidente era un hombre libre y que, si lo quería, podía viajar al extranjero, por ejemplo a Francia, donde tiene a su hijo, o a otro país. De ahí que no causara asombro cuando la televisión anunció que Shevardnadze había huido a Alemania a pesar de que el día anterior había dicho que no abandonaría Georgia. Sin embargo, la noticia resultó falsa: Shevardnadze continúa en su residencia de Krtsanisi y no tiene intención de dejar el país.
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