_
_
_
_
Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un mirador para los inmigrantes

En uno de esos edificios desconchados que pueblan la calle del Arc del Teatre, hay un cartel que anuncia una copistería. Una vez dentro, el cliente se encuentra a un chico detrás del mostrador, que le atiende. A su lado, cinco o seis ordenadores dispuestos en una mesa esperan a quien quiera conectarse a la Red. En otra sala contigua hay una mesa alargada donde cada domingo a las cuatro cualquier persona con inspiración puede leer sus poemas y comentarlos con el vecino. Al fondo, una escalera, de las más tristes y viejas que he visto en la ciudad, sube a un piso oscuro que en otro tiempo seguramente fue vivienda y que ahora son las dependencias del único semanario escrito en urdú y castellano que se publica en España. Javid Mughal es el director, redactor y editor de El Mirador de los inmigrantes. Lo encuentro sentado detrás de una mesa y frente a una pantalla de ordenador a la que no deja de mirar en toda la entrevista. Tampoco deja ni un momento de juguetear con el ratón, por lo que supongo que o está trabajando mientras habla conmigo o el hábito de estar todo el día frente a la pantalla no le deja desprenderse del susodicho bicho.

Dirigido por Javid Mughal, 'El Mirador de los inmigrantes' es un semanario que informa a los paquistaníes de Barcelona

Javid es una persona que respira tranquilidad. Es muy amable y se le notan enseguida grandes dosis de buena voluntad y un espíritu tremendamente austero. Su despacho se limita a esa mesa en la que trabaja, una silla donde me siento yo y un calendario que cuelga de la pared. Pero creo que no necesita mucho más para lo que se ha propuesto, que no es poco. Javid trabajaba como jefe de redacción en un periódico paquistaní regentado por Benazir Bhutto. Pero el golpe de Estado de 1992 desbancó a Bhutto, y cualquier cosa relacionada con ella era brutalmente perseguida. Javid tuvo que dejar el país, y también a su esposa y a su hija de meses. Pasó un tiempo en Irán y luego saltó a Grecia, hasta llegar a Francia. Obtuvo un visado, pero el helado invierno francés lo trajo hasta Barcelona, y en esta ciudad se quedó porque, dice, se siente casi como en Lahore. El clima suave, la variedad de gente que vive aquí y, sobre todo, la libertad de ir por la calle sin que nadie te mire raro o te insulte fueron las razones que le hicieron adoptar Barcelona como su ciudad. Llegó en 1994, no conocía nada del idioma, de las costumbres ni de la gente, pero encontró a un restaurador de Sitges que le dio trabajo y lo acogió como a un hijo. Sin embargo, Javid echaba de menos su vocación de periodista y decidió trabajar de vigilante nocturno y de día montar un semanario para los inmigrantes paquistaníes. De esto hace casi cinco años. El Mirador empezó con cuatro páginas, pero ahora ya tiene seis. Se editan 5.000 ejemplares que se reparten gratuitamente por Barcelona, a excepción de los que van a L'Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Madrid, Málaga o Logroño, que tienen un coste de 65 céntimos de euro por el transporte.

Los contenidos del semanario no se limitan a explicar lo que sucede en Pakistán, sino que informan sobre lo que ocurre aquí. En el último Mirador, por ejemplo, se explica, en urdú, el resultado de las elecciones catalanes, con una foto de los cinco candidatos. Se habla también, en castellano, de la apertura, por parte de la Generalitat, de la tercera oficina exterior de inmigración, en este caso en Bogotá, y del cadáver de un hombre chino apuñalado en El Masnou.

"Cuando llegué aquí no sabía lo que pasaba a mi alrededor. No conocía las costumbres, las fiestas, la comida... El primer número de El Mirador coincidió con las fiestas de la Mercè y yo quise explicar lo que eran y lo que significaban para la ciudad. Ahora los paquistaníes ya participamos activamente en el programa de fiestas", comenta Javid. "Para que la gente se entienda tienen que conocerse los unos a los otros. Y eso es lo que pretendo con El Mirador". El semanario se paga con la publicidad, pero nunca hay suficiente dinero y Javid tiene que sacárselo de la manga. Pidió una ayuda al Ayuntamiento, pero le daban sólo 60.000 pesetas, que no le cubrían ni para una edición. Así es que, por dignidad, no lo aceptó. Cuando Javid llegó a Barcelona apenas había paquistaníes, ahora hay unos 10.000, y casi todos concentrados en el barrio del Raval. "Tenemos la costumbre de ayudarnos. Cuando llega alguien sin trabajo y sin casa le acogemos y le damos comida y cama, y entre todos reunimos dinero para que pueda montar un pequeño negocio. Hay que trabajar mucho para pagar las deudas, pero son pequeñas cantidades que se reparten entre mucha gente y se puede soportar. Los bancos sólo dan a los que ya tienen. Los inmigrantes llegan sin nada y hay que ayudarles para que salgan adelante. Nosotros somos como un minibanco", comenta Javid.

Javid también forma parte de una asociación cultural, Asia Art Promotion, que organiza sesiones de cine, teatro o música. Tienen a su disposición el cine Alexandra, que en sesión golfa les permite proyectar películas actuales provenientes de Pakistán que hacen su circuito hasta Inglaterra, donde la comunidad paquistaní es muy numerosa. El teatro Condal les permite ofrecer una programación de teatro y música que, dice Javid, se llena en cada sesión, a pesar de los horarios nefastos. Ahora, los paquistaníes saben un poco más qué es la Navidad, la castanyada o la verbena de Sant Joan, gracias a El Mirador de los inmigrantes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_