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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cerrojo proteccionista

Transcurridos apenas unos días desde que la Organización Mundial de Comercio ( OMC) dictaminara como ilegales las tarifas impuestas a las importaciones de acero por la Administración de Bush, ésta ha impuesto restricciones sobre determinadas importaciones de textiles procedentes de China. Es un paso más en una escalada peligrosa para la estabilidad económica internacional, que pone de relieve que el

inquilino de la Casa Blanca no va a reparar en medios para asegurarse la reelección dentro de un año.

Al creciente déficit comercial con China se atribuye la pérdida de más de 2,5 millones de empleos en Estados Unidos. Así que Bush quiere demostrar con medidas proteccionistas frente a las importaciones chinas su compromiso con los trabajadores norteamericanos. En realidad, les hace un flaco favor. Restringir o encarecer las importaciones, como ocurriera con el acero, priva a los compradores de Estados Unidos de precios más baratos e impide la necesaria adaptación de las empresas de ese país a un entorno más competitivo. Con tales actuaciones, Bush se alinea directamente con los más irracionales opositores a la globalización y renuncia al liderazgo que ejercía Estados Unidos, al menos sobre el papel, a favor de la extensión del libre comercio a todo el planeta. Sus medidas, además, tienen implicaciones sobre la estabilidad financiera, pues financiar el creciente déficit exterior norteamericano requiere atraer el ahorro del resto del mundo.

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Es cierto que las exportaciones de manufacturas chinas a Estados Unidos, en particular las textiles, no dejan de crecer de forma espectacular. En su acuerdo con Washington para la incorporación a la OMC, Pekín aceptó una cláusula inusual que posibilitaba este tipo de restricciones unilaterales, siempre que sean parciales y no se extiendan más allá de 2005.

Estas prácticas populistas de Bush se añaden a la reciente política de buscar acuerdos comerciales bilaterales con algunos países de América Latina, al margen no sólo de la OMC, sino de plataformas regionales de cooperación como Mercosur o ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). De la incomodidad ante esas y otras medidas ha dado cuenta el prudente presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, al advertir de los serios riesgos sobre el proceso de globalización y la flexibilidad de las economías que van asociados a esos ramalazos proteccionistas.

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