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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Las ventanas

- Las ventanas. Dice el adagio jasídico que si en verdad hubiera venido el mesías, abrirías la ventana, mirarías al exterior y lo sabrías. Ñaca. Un día abrí la ventana y vi cómo un coche atropellaba a un señor, y el adagio se hizo aún más palpable. En estos últimos meses, cuando abro la ventana, veo un edificio en construcción, y el cartel con el precio de lo que construyen. Y la sensación de atropello también se hace perceptible. El adagio ventana / mesías es, en fin, un chollo.

- Los hombres que abren ventanas.

Aunque también el adagio ventana / mesías tiene su truco. El sentimiento trascendente que uno espera al abrir una ventana igual consiste en el acto mismo de abrir la ventana. Abrir una ventana es, de hecho, algo épico. El mundo está repleto de ventanas cerradas. Los pollos a los que se les ocurre abrir una ventana son más trascendentes de lo que uno calcula. La Iglesia, una institución con infinitud de ventanas, acoge más o menos en su seno a personas que velan para que las ventanas no se abran, y a personas que abren ventanas a gogó, a través de las cuales, como a través de cualquier ventana, puedes ver atropellos. La Iglesia, en fin, es un negociado antiguo y astuto. Como todos los negociados astutos y con vocación de pervivencia, acoge rodríguezibarras y a sus contrarios epistemológicos. Bueno, me voy al local de CC OO a observar un acto que se titula Reconeixement de CC OO als capellans solidaris amb el moviment obrer durant la dictadura franquista. Y que va, como su nombre indica, de personas que abrieron ventanas y que ejercieron la piedad democrática -una amplia región de la izquiera es piedad ante el atropello-, poniendo en peligro la integridad del artista, cuando eso no era un llenapistas.

Durante el franquismo hubo muchos sacerdotes que se solidarizaron con el movimiento obrero. Ayer CC OO les homenajeó

- Desde la ventana. Local de Ce Ce Oh Oh -como se pronuncia en urdací, lengua que tras el chiquistitaní, está renovando la tele. 300 personas. Algunos vestidos de curas obreros ad hoc, un colectivo que, como Los Chichos, fijaron el canon de su vestuario en la década de 1970. Meten cara de buenas personas, que es la cara que pone uno cuando abre una ventana y siente que lo que ve es bueno. Antes de iniciar el acto se leen los comunicados del abad de Montserrat y del obispo auxiliar de BCN -Joan Carrera; en los unhappy 60 cedió su parroquia para un mitin de Marcelino Camacho que, ahora que lo recuerdo, tenía cara de párroco-. Inicia la cosa Angel Rozas, histórico de CC OO y presidente de la Fundación Cipriano García. Rememora la histórica asamblea, el 20-N de 1964 -ayer hizo 5.000 años-, en la parroquia de Sant Medir, en Sants -primeras misas con guitarra eléctrica de la ciudad-, en la que se fundó la primera Comisión Obrera de Barcelona. Se dice rápido. En otro orden de cosas, Rozas habla de la existencia en el archivo del Gobierno civil de una caja, en la que se lee "Iglesias Conflictivas de Barcelona", y que cuando la abres para investigar el pasado, descubres que está vacía. "El archivo del Gobierno civil es tan importante como el de Salamanca". Y mira. Toma la palabra mosén Bigordà, que dedica el acto a mosén Vidal -hoy desaparecido-, rector de las parroquias de Sant Medir y, luego, del Pi -remeber the Pi-. Hace un discurso bello y sereno, de señor que va y abre una ventana, en el que habla del 20-N de marras. Y explica un precedente ético-estético de esa ventana. Unos años antes, unos obreros de Hispano-Suiza despedidos fueron a ver a mosén Vidal para que escribiera una carta al gobernador civil, a ver qué. "Si fem una carta la llençarà a les escombraries. Així que va anar amb ells al Govern civil". Habla de una década -los sesenta-, en la que de repente se produce la sensación colectiva de que es necesario abrir ventanas. De la lucha desde las parroquias por la justicia social, esa ventana, distribuyendo en la sociedad el chollo relativo que significó aquel articulario del Concordato de 1953, que daba cierta autonomía legal y financiera a la Iglesia cuando abría una ventana. Finaliza con un recuerdo de las consignas y el ideario de aquel momento. Ventanas que aún no sabes si están medio abiertas o medio cerradas. Habla Joan Coscubiela, secre general de la cosa. Un discurso meditado, informado y sentido, que finaliza con la explicación de casi una experiencia religiosa. "No sóc creient, però vaig experimentar el sentiment de comunió a l'enterrament de mossèn Vidal (...). La comunió es notava amb tanta intensitat com les diferències entre els cristians de base i la jerarquia". Toma la palabra Joan Rigol, presidente del Parlament y rector en aquella época. Habla de la experiencia de los Evangelios como algo no abstracto, como una ventana a la que "t'abocaben d'altres cristians", y de la sensación de que "havíem de fer de contrapès a la jerarquia eclesiàstica d'aquella època".

- Tú y la ventana. Finaliza el acto. Salgo, ras, a escribir esto, ras, del edificio de CC OO, donde, además, está la CGT y UGT. Quizás una metáfora de ese edificio social que hemos construido en el que las diferencias entre, pongamos, un creyente y un no creyente, un nacionalista o un no nacionalista, no son muchas. Lo cual tendría que repercutir en más ventanas, digo. Y, ya puestos, en las próximas semanas.

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