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Reportaje:

El milagro político de los panes y los peces

Frei Betto defiende en Madrid el Programa Hambre Cero de Brasil

Como todo lo que pasa en Brasil, el hambre allí es gigantesca. Lula se comprometió, al acceder a la presidencia en octubre de 2002, a que cada brasileño comiera tres veces al día. El hombre encargado de movilizar a la sociedad para el programa gubernamental Hambre Cero es Carlo Alberto Libânio Christo (Belo Horizonte, Brasil, 1944), o sea, Frei Betto. "Los gobiernos suelen querer una sociedad inmovilizada, pero lo que Lula me encomendó es lo contrario", dice este dominico, que lleva décadas siendo una figura carismática en su país y que ayer habló de Hambre Cero en Madrid, en el marco de la campaña Derecho a la alimentación: urgente, impulsada por Prosalus, Veterinarios Sin Fronteras y Cáritas.

"¿Puede un pobre de solemnidad llegar a sujeto político? La respuesta es sí: Lula era así de pobre"

Encarcelado por la dictadura militar, autor de libros de todo género, pero sobre todo de una biografía del líder guerrillero Marighela y de Fidel y la religión, no ve contradicción entre su fe y su compromiso: "A mis años estoy en la versión política de la multiplicación de los panes y los peces".

En Brasil hay un millón de familias que sobreviven con 30 euros al mes: unos 46 millones de personas. A ellos va dirigido el Plan Hambre Cero: municipios pobres, asentamientos rurales, comunidades de negros, gente que vive de la basura e indígenas. "Unos 180 niños mueren al año de hambre, pero el plan lo está reduciendo. Un ejemplo: en Guaribas, un municipio extremamente pobre del extremamente pobre Piauí, morían 59,9 niños de cada mil antes de cumplir un año de vida; desde abril, gracias al programa, ninguno. Y la comunidad tiene en marcha dos proyectos sintomáticos: una radio y un salón de belleza que me parece habla de autoestima", dice Frei Betto.

Hambre Cero pretende no quedarse en el asistencialismo, sino provocar una dinámica de integración social. "¿Puede un pobre de solemnidad llegar a ser sujeto político? La respuesta es sí. Lula era así de pobre, y al menos también cinco de los 35 ministros de su Gobierno, me consta: lo sé porque trabajé con ellos en las Comunidades Eclesiales de Base".

El programa se inició en 1.200 pueblos del interior, y ahora intenta aplicarse en las grandes ciudades. Cada comunidad forma un comité compuesto por tres funcionarios públicos y seis personas elegidas por las asociaciones cívicas y por las familias. "Se identifican al menos 500 familias en el municipio con renta de sólo un euro al día, y se entrega a las mujeres 18 euros, con lo que compran la comida que Hambre Cero ha adquirido directamente a los agricultores", explica Frei Betto. Los beneficiarios tienen que comprometerse a erradicar el analfabetismo de la familia y a escolarizar a todos los niños, así como a seguir programas de salud. La inyección económica les permite integrarse en programas de microcréditos, construcción, huertos domésticos, etcétera.

Paralelamente a Hambre Cero funciona Sed Cero, que pretende instalar en un millón de casas un sistema de pozos de agua de lluvia. "Más que combatir la sequía", dice Frei Betto, "hay que convivir con ella, igual que ustedes en Europa conviven con la nieve".

Lula acaba de unificar todas las políticas sociales con un presupuesto para 2004 de 50.000 millones de euros. Hambre Cero quedará, por tanto, integrado en ese esquema. El programa depende del Ministerio Extraordinario de Seguridad Alimentaria y en su organigrama hay instrumentos con siglas como MESA, PRATO y COPO (en portugués, vaso).

No faltan las críticas. António Ermínio de Moraes, cabeza del imperio del cemento, califica Hambre Cero de "limosna" y la oposición afirma que, por cada real que el Gobierno invierte en el plan, está gastando 1,77 en burocracia.

"Hay cosas que me recuerdan a los fariseos", rebate Frei Betto. "A De Moraes, que tiene el monopolio del cemento, habría que recordarle que el Gobierno hace encuestas mensuales para medir la aceptación de sus políticas, y Hambre Cero es el programa más elogiado: un 60,3%, y un 71% de deseo de participar como voluntario. Sobre los gastos burocráticos, en Brasil es difícil la reducción: es imprescindible ir en avión, y lo que hacemos es utilizar las líneas civiles, bastante menos caras que los aviones del Gobierno".

Frei Betto critica a otros críticos. "Mucha extrema izquierda creyó que Lula había hecho una revolución; pero Lula ganó una elección, lo que no es lo mismo".

Frei Betto, con una maqueta de pozo para agua de lluvia.
Frei Betto, con una maqueta de pozo para agua de lluvia.BERNARDO PÉREZ

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