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El líder islamista argelino propone un plan para acabar con la violencia

El presidente Buteflika permitió su salida del país el pasado agosto

"Parar el derramamiento de sangre". Abassi Madani, de 72 años, líder del ilegal Frente Islámico de Salvación (FIS) argelino, tenía prohibido hacer pronunciamientos públicos desde su salida de la cárcel, pero a mediados de la semana pasada quebró su silencio proponiendo un plan de paz para acabar con la violencia islamista. Su iniciativa ha desatado una polémica en Argelia, con tanta más razón cuando se sospecha que la ha tomado con el beneplácito del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika.

Madani fue puesto en libertad en julio, junto con su lugarteniente Alí Belhadj, tras cumplir una condena de 12 años por atentar contra la seguridad del Estado. Su liberación estaba sometida a múltiples restricciones como, por ejemplo, hacer declaraciones o abandonar el país.

El dirigente del FIS, el partido que ganó la primera vuelta de las legislativas en diciembre de 1991 -el Ejército impidió al mes siguiente que culminasen las elecciones-, viajó, sin embargo, en agosto a Malaisia para recibir tratamiento médico. La semana pasada apareció en Qatar ante las cámaras de Al Yazira.

Para convencer a sus correligionarios más radicales de que depongan las armas, Madani puso tres condiciones: "El levantamiento del Estado de emergencia vigente desde febrero de 1992, la amnistía para los exiliados y guerrilleros islamistas y la liberación de todos los prisioneros y de los desaparecidos que siguen con vida", unos 10.000, según sus estimaciones. Pidió también la "excarcelación de 100.000 presos de derecho común que son también víctimas del régimen".

Tras la intervención militar para abortar la victoria del FIS, varios grupos empuñaron las armas contra el régimen. Desde principios de la década pasada han muerto en Argelia entre 150.000 y 200.000 personas víctimas del terrorismo islamista o de la represión desatada por el Ejército. Esta guerra civil larvada ha perdido mucha intensidad en los últimos años.

Madani afirmó en la entrevista que, al enunciar la propuesta, actuaba de hecho como portavoz de "personalidades argelinas que han elaborado este plan científico para resolver la crisis". Rehusó precisar quiénes eran, pero indicó que la propuesta había sido transmitida al poder que dio "una respuesta verbal parcialmente positiva". "He hecho la promesa de no ocuparme de mis problemas de salud antes de haber resuelto la crisis argelina", concluyó.

Las declaraciones de Madani no han suscitado reacción oficial, pero la prensa argelina, visceralmente antiislamista y también mayoritariamente hostil al presidente de la República, acusa a Buteflika de haber organizado el exilio de Madani, pese a las reticencias del Ejército, proporcionándole pasaporte y avión. Se trataría de una maniobra más de seducción de los islamistas a los que ya ofreció en su día la llamada "concordia civil", que permitió la reinserción de muchos de ellos.

Cuando faltan cinco meses para las elecciones presidenciales, Buteflika, que, a diferencia de 1999, no puede contar ahora con que la jerarquía militar le aúpe al poder -dos generales en la reserva han arremetido públicamente contra él-, buscaría el voto islamista para derrotar a su ex primer ministro Alí Benflis, líder del Frente de Liberación Nacional. "Buteflika corre el riesgo de llevar al país a una situación similar o más grave aún de la que prevalecía en diciembre de 1991", cuando el FIS ganó las elecciones, advierte el diario Le Matin.

Aunque todo el mundo lo da por descontado, el jefe del Estado no ha confirmado aún su intención de solicitar un segundo mandato, y en la última entrevista que concedió el jueves a L'Echo d'Oran contestó con evasivas a la pregunta. Insistió, eso sí, en que "el terrorismo está casi vencido".

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