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Entrevista:Josep Acebillo | ARQUITECTURA

"Estamos reinventándonos Barcelona"

Anatxu Zabalbeascoa

Josep Acebillo (Huesca, 1946) tiene un nombre catalán porque se siente de Barcelona. Llegó a esa ciudad con 18 años, y tras llamar insistentemente a la puerta de Oriol Bohigas consiguió un empleo mientras estudiaba arquitectura. Luego Bohigas lo llevó a la universidad y de ahí al ayuntamiento, donde se quedó a principios de los ochenta, en la época de las plazas duras, como director de proyectos urbanos. Lo suyo son las grandes obras. Estuvo a cargo de las infraestructuras olímpicas, montó una agencia metropolitana para desarrollar proyectos estratégicos -como la alta velocidad o el aeropuerto- y hace cuatro años, el alcalde Joan Clos ideó para él el título de arquitecto jefe de la ciudad. Ahora dejará ese cargo para dedicarse a la enseñanza.

"Mi grano de arena consiste en reiterar que la arquitectura no es autónoma y, por tanto, no puede subsistir con un criterio estilista"

PREGUNTA. ¿Cómo se hace una ciudad mejor?

RESPUESTA. Atravesamos un proceso igual al que Europa vivió en el siglo XIX. Entonces los campos de tomates eran sustituidos por la industria para ampliar la ciudad. Hoy las áreas industriales se sustituyen por la nueva economía. Y será el espacio público el que diferencie las ciudades europeas de las americanas. Hoy sabemos lo que no tenemos que hacer. Pero no está claro lo que hay que hacer. El exceso de verborrea y las soluciones epidérmicas, que tanto se dan entre los jóvenes de Barcelona y de Holanda, son escapismos. Thomas Jefferson, el arquitecto más importante de la historia de América, dibujó el país, escribió la constitución e hizo el campus de la Universidad de Virginia. Yo soy de esa línea. Critico que los arquitectos se preocupen más del lobby del aeropuerto que de cómo funciona. Me interesa entender el sistema aeroportuario. Barcelona es una ciudad que sin aeropuerto no tiene nada que hacer. Y lo que hacen en Madrid contra su construcción es una monstruosidad. Un aeropuerto no es la sala, ni siquiera son los aviones. Es el combustible para todo un sistema económico regional.

P. ¿Hoy es usted más político que arquitecto?

R. Soy un arquitecto de línea poco brillante. Estoy en contra del paisajismo que siembra geranios y a favor de solucionar las malas intersecciones viarias. Lo que hago y pienso no interesa ni en las escuelas ni en las revistas, pero define las ciudades. No me interesa el color de una moqueta sino preparar las condiciones para que la buena arquitectura se pueda hacer. Para eso no hay preparación, los arquitectos se aburren con estas cuestiones.

P. ¿Les preocupa más la estética que la estrategia?

R. En general, sí. Mi grano de arena consiste en reiterar que la arquitectura no es autónoma y, por tanto, no puede subsistir con un criterio estilista. Sin embargo es, y seguirá siendo, crucial para la ciudad. Si Bin Laden hubiera atentado en los sesenta, habría atacado cualquier industria de Detroit. Ahora bombardea el símbolo económico. La industria ya no nos mantiene. Somos terciarios. El poder ha cambiado y la arquitectura siempre ha estado del lado del poder. Se necesitan mutuamente, el uno para hacerse ver, la otra para poder ser. La compañía de aguas de Barcelona quiere su torre de San Giminiano, y se la encarga a Jean Nouvel. Mi obligación es que eso se haga lo mejor posible.

P. ¿Y qué hace?

R. La dejo crecer fuera de la ciudad histórica.

P. ¿Por qué los rascacielos antes eran malos y ahora son buenos para Barcelona? ¿No elevan la densidad de la ciudad?

R. Son fruto de una ciudad posindustrial. Y además un edificio ocupa el mismo espacio tumbado que erigido. Si se levanta puede haber parques, si se deja tumbado no. Quien critique los rascacielos está criticando los parques. La densidad es la misma, pero además, la ciudad cuanto más densa mejor.

P. ¿Por qué?

R. La baja densidad es la fuente de casi todos los males. Lewis Writh, el gran mentor de la Escuela de Chicago, ya lo dijo en 1928. "La ciudad es un mecanismo grande, denso y heterogéneo". No se puede hacer una definición más contemporánea. Sin masa crítica no se puede hacer nada. Si no hay densidad no hay metro, por ejemplo, y la heterogeneidad es lo que hoy buscan las ciudades para resolver sus conflictos de convivencia.

P. ¿Por qué la Administración también tiene necesidad de diferenciar sus edificios y contrata a estrellas mediáticas?

R. ¿Por qué no? El poder siempre deja huella.

P. Y a ustedes, ¿qué huella les interesa dejar?

R. Hoy la arquitectura tiene en sus manos la capacidad para actuar contra los efectos negativos de la globalización. Es un arma para mantener la identidad y eso no significa ni ser contextualista, ni pintoresco. Piense en Le Corbusier, siempre es él, pero en Chandigarh hace edificios indios y en Europa occidentales. Eso sólo se da en los mejores arquitectos: los edificios de Herzog & De Meuron y de Moneo nacen de entender el lugar. Me interesan los arquitectos realistas.

P. ¿Quiénes son los realistas hoy?

R. Koolhaas, Mateo y Zaera, porque están interesados en interpretar la realidad.

P. Hablando de realismo, ¿qué ocurrirá con el Fórum 2004?, ¿se llegará a tiempo?

R. Lo más importante es hacerlo bien. En 1992 empezamos cosas sabiendo que no iban a acabarse a tiempo. Y menos mal, si no, no tendríamos el Auditorio ni el Teatro Nacional. Barcelona tiene catorce kilómetros de litoral. En los años ochenta los ciudadanos sólo podíamos tocar el agua en cincuenta metros. En 1992 recuperamos cuatro kilómetros y ahora hemos llegado a siete. Los otros siete son para mantener los motores de la ciudad.

P. ¿Por qué tras recuperar la fachada marítima se vuelve a cerrar con edificios como el World Trade Center de Pei en medio del puerto?

R. Eso ocurre en España porque la fachada marítima es competencia de costas, no de la ciudad. El puerto, el lugar más importante de la ciudad, es autónomo.

P. Pero proyectos como ése enfurecen a los ciudadanos cuando acusan al alcalde Clos de hacer una ciudad más para los turistas que para los ciudadanos.

R. Hacer una ciudad para los turistas es hacerla para los ciudadanos. ¿Ha visto Full Monty? Es la historia de una ciudad industrial que no sabe digerir su crisis y para sobrevivir hacen strip-tease. Eso ha pasado en Detroit, en Manchester y en Barcelona, que tenía una industria textil de la que no queda nada. Para vivir, Barcelona ha apostado por el turismo. Antes de los Juegos Olímpicos dormían en Barcelona dos millones de visitantes al año. Ahora duermen nueve. Estamos reinventándonos la ciudad.

P. ¿Qué ocurrirá con las instalaciones del Fórum en 2005?

R. Está pensado para entonces. Es una apuesta. Barcelona tenía un final desastroso para su calle principal. La Diagonal acababa con una depuradora de aguas. Había que renovarla, porque carecía de tratamiento secundario y terciario, y en lugar de hacer un edificio emblemático la hemos cubierto con una losa de hormigón. Como la depuradora es muy grande teníamos mucho espacio sobre esa plataforma y decidimos levantar un nuevo motor económico para la ciudad. Hasta tal punto es una apuesta que lo paga el propio Ayuntamiento, como si fuera un hospital. Barcelona tiene muchos turistas, pero a partir de 2005 tendrá muchos congresistas porque a los atractivos de la ciudad se sumarán las mayores instalaciones de Europa. El festival de 2004 es una reunión para hablar de cosas trascendentales, pero también es la presentación mundial de este nuevo servicio. Lo mismo ocurrió en 1992. Se construyeron 40 kilómetros de rondas, se edificaron áreas olímpicas, se recuperó la fachada marítima. Claro que unos olímpicos son un evento más seguro, pero eso también habla del coraje de cierta clase política. Barcelona funciona porque inventa. La ciudad es como una bicicleta. Puedes pedalear deprisa o despacio, pero si no pedaleas te caes.

El Fórum 2004 representa para Barcelona la oportunidad de culminar la regeneración de su frente marítimo.
El Fórum 2004 representa para Barcelona la oportunidad de culminar la regeneración de su frente marítimo.SUSANA SÁEZ
El arquitecto Josep  Acebillo, en Barcelona.
El arquitecto Josep Acebillo, en Barcelona.SUSANA SÁEZ

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